—Jefe, creo que encontré a la muchacha que está buscando. El muchacho rubio de unos 30 y tantos años se quedó en silencio para escuchar lo que su superior le estaba diciendo por teléfono. —Si señor, estoy seguro, es exactamente como la de la foto, ahora mismo le envío mi ubicación. *** —Hasta cuando van a esperar ustedes para casarse ¿eh? —Marcos miró a Eva sin decir nada. —No queremos hacerlo sin Amelia, ella es mi madrina, el día que Marcos me propuso matrimonio ella estaba conmigo y aceptó, así que esperaré por ella. Estaban los tres en casa de Marcos y Eva, muchas veces Marcos trataba de llevárselo a su casa porque de no hacerlo él sabia que iría a ahogarse en alcohol, la mayoría de las veces no conseguía convencerlo, pero esa noche si lo había logrado. —¿Y a estas alturas crees que regrese? —¡Pues claro que lo hará!—sentenció Eva muy segura de sus palabras—Fabio, nunca dudes ni por un segundo del amor que siente Amelia por ti, si ella hizo esto es porque te está protegie
UNA HORA ANTES... -¿Porqué no te quedas a dormir? mañana te vas temprano para tu casa. -Que no, prefiero irme ahora, por la mañana el tràfico es horrible. -Fabio,¡por Dios! que vivimos cerca-le dijo Marcos. -Si, ya sé que compraste esta casa porque te gustó la de Amelia-sonrió-pero no hermano, te lo agradezco, de veras necesito estar en mi casa. -Bueno, como quieras, pero ten presente que esta también es tu casa. -Lo sé, gracias por la comida, estaba riquísima, no sé que tiempo llevaba sin comer una comida decente-comentó mirando a Eva que estaba sentada en el sillón a escasos pasos de ellos. -Cuando gustes-respondió Evan sonriéndole. -Ambos hombres se dieron un abrazo y Fabio salió rumbo a su casa. -Ya no sé que más hacer para ayudarlo- le comentó Marcos a Eva sentándose a su lado. -Lo sé-dijo ella abrazándolo- sé cuanto lo quieres. -Es mi hermano y me duele verlo así, ¿realmente crees que Amelia regrese? o solo se lo dijiste a modo de consuelo. -Estoy segura
-¡Salud!-dijo Pablo al chocar su copa con la de Claudia.-No hay quien te atrape ¿verdad?-¿Lo dudaste? Porque si lo dudaste es porque no me conoces-se dió otro trago-um… es cierto que dejé ese cabo suelto por demasiados años, pero bueno, ya no más, ya no hay nadie, absolutamente nadie que pueda inculparme en nada ni de nada.-Pero…¿y tu esposa?-le preguntó Claudia.-Nadie en su sano juicio le creerá a una mujer que estuvo demasiados años internada por loca, esa ni me interesa ni me preocupa.-Entonces…¿se mantiene nuestro trato?—le comentó Claudia acercándosele muy zalamera.—No entiendo esa psicosis tuya con que nos casemos, ¡estamos bien así!-levantó las manos- tenemos intereses en común, follamos como el par de dementes que somos, tengo todo el dinero que no te vas a gastar en tu puta vida, no entiendo que más quieres.-Quiero estatus, lo único por lo que me casé con Fabio y ahora tú me lo puedes dar, ya no lo necesito más a él.-Quien lo iba a decir ¿eh? Que este marginal, este d
Se quedaron mirándose fijamente, ninguno de los atinaba a nada, Fabio quería besarla, abrazarla, decirle cuanto la extrañó, pero de tanto que quería decir, simplemente no dijo nada. -¿Quieres…quieres cargarla?-le dijo Amelia después de unos segundos de silencio. —¿Puedo? —¡Claro! Es tu hija. Amelia caminó con su pequeña en brazos hasta estar justo delante de el. ¡Dios mío! Cuanto amaba a ese hombre, estar sin él había sido una completa tortura,, se volvieron a mirar a los ojos y dibujaron ambos una pequeña sonrisa de complicidad. —Ven, siéntate, creo que así va a resultar más fácil para ti-le dijo Amelia indicándole lo que tenía que hacer. Fabio, como buen estudiante aplicado se sentó y Amelia con sumo cuidado le puso a Fabiana en sus brazos. —Es…es tan pequeñita-dijo con los ojos aguados-tan perfecta. Fabiana estaba profundamente dormida, bien abrigada, toda vestida de rosado y blanco. —Es pequeñita como tú- rió por su propio comentario. —Es pequeña porque es una b
-Pero Fabio, no entiendo hermano, tantos meses desesperado, sufriendo y ahora que la tienes a tu lado simplemente ¿no te animas a nada?-preguntó Marcos asombrado. -Lo sé ¡lo sé! pero que quieres que te diga-gesticuló con ambas manos-hay dos cosas que me están frenando, una: está recien parida, dos-contó con sus dedos-no creo que yo le interese más. -¡En serio Fabio! ¿En serio crees eso? ¡Por Dios hombre! esa mujer te ama desde el día uno, cuanto tú ni siquieras te habias fijado en ella más allá de su tamaño-respiró profundo- en serio hermano, creo que andas poniéndote viejo, creo que... Su teléfono lo inerrumpió. -¿Si amor?-escuchó en silencio- si aquí está conmigo, ok perfecto. Marcos puso su teléfono encima del escritorio en altavoz. -¿Fabio?-se oyó la voz de Eva. -Aquí estoy-le respondió Fabio. -¿Me puedes explicar porqué carajos a estas alturas no has tenido una conversación con tu mujer? Ambos hombres se miraron con asombro, Eva nunca le había hablado en ese ton
-Espera-Amelia se apartó de él y buscó entre sus papeles un documento-toma, rómpelo por mi. Fabio leyó lo que Amelia le entregó y tuvo que sonreir. -¿En serio lo guardaste? -Ni te imaginas cuantas veces lo leí-se le humedecieron los ojos-creo que me lo sé de memoria. -Pues no más-agarró el papel y lo rompió en mil pedazos-a esto solo le debemos el habernos conocido, pero nada más, lo que sentimos el uno por el otro no tiene nada que ver con esto, ven. La llevó para el baño y como si de una ceremonia oficial se tratara arrojó los pedazos de papel al inodoro y lo descargó. -Eso es todo-le dijo Fabio a Amelia mirándola fijo-ahora somos tú, yo y nuestra pequeña chihuahua-rió. -¡Fabio!-le dió un manotazo para nada duro-no le digas así a tu hija. Fabio rió más alto-que hermoso se escucha eso, mi hija-la acorraló de manera tal que quedaban de frente al gran espejo que tenían en el baño-quieres que te recuerde como te la hice ¿eh? El estaba detrás de ella y le hablaba práct
Theo no podía creer lo que estaba escuchando, ¡como ese hombre hablaba de esa manera de su hija! y lo peor del caso es que lo estaba haciendo delante de ella y esta parecía tan cómoda con esa situación que evidentemente no era mentira lo que él estaba diciendo. -¡Que digo más 10 años! Ahorita casi que llegamos a los 20 ¡claro! con idas y venidas pero ahí vamos ¿verdad princesa? le guiñó un ojo a Claudia. -Asi mismo amor, asi mismo, pero no me vas a negar que han sido más venidas que idas-rió por su propio comentario con un evidente doble sentido. -No puedo creer lo que estoy viendo y escuchando ¡no puede ser, no puede ser!-repetía una y otra vez Theo agarrándose la cabeza con ambas manos. -No me conoces realmente, no sabes quien soy, ni que quiero ni que pienso-le decía Claudia mirándolo fijamente a los ojos y con una determinación ferroz-este hombre es el único que me conoce realmente, he vivido toda la vida fingiendo, contigo, después con Fabio, con todo el mundo, con este
-Theo Marques, ese es el nombre del padre de Amelia. Eduado cerró los ojos, los apretó y respiró profundo, era la confirmación de lo que había descubierto, no sabía los detalles del tema o sea, no sabía como habian ocurrido las cosas detalladamente pero lo que si definitivamente era un hecho es que Theo Marques habīa sido el gran amor de Ania. -Yo tenīa apenas 17 o 18 años cuando lo conocí, no te lo voy a negar-Ania sonrió- me imprecionó desde la primera vez que lo vi, alto, serio y a pesar de su juventud era un hombre muy responsable. muy centrado en lo que quería, mi padre era un hombre poderoso, alguien con muchas influencias y pues claro, todos querían estar de alguna manera ligados a él. Ania se acotejó en el asiento para continuar con la historia. -Theo no era la excepción, ni remotamente tenía el poder ni la plata que logró obtener después. -¿Fue un amor a primera vista?-preguntó Eduardo interesado en la historia. -No, no lo creo, yo más bien me imprecioné con su pe