Capítulo 38

—No esperaba verte por aquí —dijo Ezio mirando a Ignazio.

Primero en la pastelería y ahora en un restaurante muy lejos de donde se supone que vivía. Algunos lo llamarían coincidencia, él casi podía apostar que eso no tenía nada que ver.

Si antes había tenido dudas sobre sus intenciones, ahora estaba más que seguro de que no debían de ser buenas. Si tan solo supiera que era lo que se traía entre manos.

—Me reuní con un amigo cerca de aquí y él me recomendó este lugar.

El hombre no parecía ni un poco contento de verlo allí, había un brillo de desagrado en sus ojos que no se había asegurado de ocultar.

Alguien le había dicho una vez que la maldad que emanaba de una persona era difícil de pasar por alto, sin importar cuanto esta se esforzara por ocultarlo detrás de fingidas sonrisas y buena educación.

—¿No te acompañó?

—Tenía algunas que hacer —respondió Ignazio con una sonrisa que para nada era sincera.

—¿Por qué no ordenamos? —intervino Elaide.

Asintió aun evaluando con la mirada a Igna
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