Capítulo 40

Ezio se detuvo y le retiró la camiseta. La lujuria brillaba en sus ojos de la misma manera que debían de brillar en los suyos. Él se inclinó y se llevó a la boca uno de sus senos. El toque húmedo, pero ardiente, le arrancó un gemido.

Enredó los dedos en su cabello, sujetándolo contra ella. Él entendió lo que quería aun cuando no lo dijo con palabras.

Una de las manos de Ezio subió a su otro seno y jugó con su pezón mientras mantenía la boca en el otro.

La sala se llenó de sus gemidos, apenas podía hacer algo para contenerlos y no había nadie cerca como para que le importara guardar silencio.

Podía sentir su corazón latiendo a toda velocidad, mientras el calor consumía su cuerpo.

Ezio soltó dejó de torturar sus senos y arrastró su boca hacia arriba rozando su piel en el camino. Cuando sus labios se encontraron con los suyos, acarició con su lengua su labio inferior pidiéndole permiso para abrir su boca. Elaide no dudó en dárselo.

—Tu sabor es adictivo —musitó él sobre sus labios
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