Elaide entró a la habitación de Ezio sin anunciarse y lo encontró revisando unos documentos. Por supuesto, estaba tratando de trabajar. El día anterior también lo había intentado, pero Elaide lo había detenido a tiempo.—¿Qué estás haciendo? —preguntó con voz autoritaria.Ezio alzó la mirada llena de sorpresa. De inmediato colocó los documentos sobre su velador.—Creí que llegarías dentro de media hora.—¿Y es por eso que decidiste trabajar?—No le diría trabajar. Solo estaba revisando unos papeles.—Seguro que pueden esperar hasta que estés mejor. Acabas de tener un accidente grave y además sigues en el hospital.Ezio le dio una media sonrisa que estuvo a punto de derretirla. Sí que sabía muy bien cómo utilizar sus encantos, pero no pensaba caer en ellos esta vez.—Ni lo intentes —le advirtió señalándolo con el dedo.—¿A qué te refieres? —preguntó él con aires de inocencia.—No trates de distraerme con una sonrisa, no va funcionar esta vez.Un golpe sonó en la puerta interrumpiendo s
Ezio se tomó su tiempo para procesar todo lo que su padre acababa de contarle. Un montón de preguntas se formaron en su cabeza. Durante los últimos días había estado teniendo algunos flashbacks de su accidente, pero nada que sirviera de mucho, solo imágenes borrosas. Ahora que sabía que alguien había tratado de hacerle daño, tenía más ganas de recordar. Quizás eso lo ayudaría a hallar alguna pista que pudiera llevarlo hasta el culpable. —La policía estará aquí en cualquier momento —dijo Leonardo—. ¿Tienes alguna idea de quién podría haber querido lastimarte? Los ojos de todos estaban sobre él. Su familia se había reunido en su departamento y después del almuerzo habían pasado a la sala. Pensó en las últimas semanas y si había tenido algún altercado importante con algún socio o empleado; sin embargo, no pudo pensar en ninguno. Claro que había tenido un par de enfrentamientos, pero nada que llevara a otra persona a cortarle los frenos del coche. Negó con la cabeza. Al parecer n
Una sonrisa adornó el rostro de Elaide en cuanto despertó. La última semana Ezio y ella habían estado durmiendo en la misma cama y cada mañana lo primero que veía al abrir los ojos era a él. Podía acostumbrarse con facilidad a verlo por el resto de su vida, si es que no lo había hecho ya.Giró el rostro y lo miró. Él todavía no había despertado, así que decidió aprovechar el momento. Por lo general era él quien se despertaba primero.Ezio parecía inofensivo, sin embargo, sabía de todo lo que era capaz ese hombre. Nunca se amilanaba ante nada y luchaba por todo lo que quería.Ezio movió y luego frunció el ceño poco antes de abrir los ojos.—¿Duele mucho? —preguntó con una sonrisa de comprensión.Tener dos costillas fracturadas no le habían hecho las cosas fáciles a Ezio, en especial al momento de dormir. Con frecuencia dormía del mismo lado porque de lo contrario el dolor comenzaba a fastidiarlo. Pero a veces no podía evitar moverse y terminaba despertando con algo de dolor.—No tanto
—¿Por qué nunca me habías hablado de este amigo? —preguntó Ezio con curiosidad, aunque tal vez había algo más.Era un hombre adulto y debía actuar como tal. Sin importar la sensación que aparecía en su pecho cada vez que recordaba lo emocionada que había estado Elaide un par de días atrás al regresar de una de sus escapadas a su pastelería favorita y no solo a causa del postre que había comprado.Al parecer se había encontrado con su amigo de la adolescencia. Ignazio. Por lo que había averiguado hasta el momento, ambos habían sido bastante unidos durante un tiempo.Observó a Elaide mientras esperaba una respuesta. Ella estaba frente al espejo aplicándose maquillaje. Como siempre se veía hermosa. Se había colocado un vestido negro elegante y había sujetado su cabello en un moño desordenado que dejaba al descubierto su cuello adornado por un collar sencillo.Sonrió al reconocer la joya. Era una de las pocas piezas que ella le había recibido hace tantos años. Ezio lo había comprado con s
Elaide se despidió de Ignazio antes de que Ezio lo acompañara a la puerta.Estaba feliz de que la cena hubiera acabado por fin.Había estado emocionada por saber que sucedió con su amigo durante todos aquellos años, que se había olvidado de que las personas cambiaban y era un hecho que Ignazio no era una excepción a esa regla. Su actitud le había disgustado por momentos.—No te agradó —afirmó Elaide cuando Ezio regresó.Él parecía estar concentrado en algo en específico y tardó unos segundos en responder. —¿Qué te hace pensar eso?—¿En serio? —Una sonrisa divertida se formó en su rostro—. Apenas sonreíste o bromeaste durante toda la noche y solo hablaste cuando era necesario. Ese no eres tú.Ezio era alguien bastante sociable y que solía encantar a las personas con facilidad.—No fue mi intención disgustarte con mi actitud. —En sus ojos apareció de nuevo la misma mirada evaluativa de unos minutos atrás—. Es solo que hay algo de él que no me gusta.—No estoy molesta. Lo trataste con
Ezio dejó a un lado la revista de salud que estaba leyendo y miró la pantalla de su celular que había comenzado a sonar. El identificador de llamadas le mostró el nombre de Giovanni, uno de los dueños de la compañía de seguridad que protegía a la familia de su hermana, así como a la de sus amigos. Solo había una razón posible por la que él podría estarle llamando. Se levantó del sillón y se alejó un poco antes de hablar. —Giovanni —saludó—. ¿Tienes la información que te pedí? —Sí —respondió él en tono profesional—. Te la envié al correo hace apenas unos minutos. —Muchas gracias. ¿Hay algo que deba saber? —Por el momento no encontré nada por lo que considerarlo como peligroso. Sin embargo, si fuera tú tendría cuidado. Hay algo que no me cuadra. —Si él lo decía, era porque en verdad había algo en algún lugar. Giovanni tenía un buen instinto para esas cosas—. Mis hombres están al tanto de los aspectos más relevantes y mantendrán un ojo sobre él. Mientras tanto continuaré investigand
Elaide estaba algo nerviosa, podía sentir que Natalia quería decirle algo.Era la primera vez en mucho tiempo que estaban a solas, cada vez que habían estado en una misma habitación alguien más había estado con ellas.Ahora Leonardo y Ezio estaban en la habitación de los niños haciéndoles dormir y ellas se había quedado a preparar la cena. Natalia adoraba cocinar para su familia cada vez que el tiempo se lo permitía y era muy buena en ello.—¿Qué sucede? —preguntó sin poder aguantar más la creciente tensión entre ellas. Natalia levantó la mirada y la observó en silencio por unos segundos.—¿Piensas quedarte esta vez? —preguntó ella—. Te aprecio bastante, Elaide, pero amo a mi hermano y me preocupo por él. No quiero volver a verlo lastimado.Entendía las inseguridades de Natalia, no podía culparla por desconfiar. Solo el tiempo curaría las heridas que con sus acciones había provocado.—Ezio siempre ha sido claro respecto a sus sentimientos. —Natalia sonrió—. Todavía recuerdo el momen
Elaide no hizo nada por disimular su emoción. Su entrevista con la compañía de videojuegos había ido mejor de lo esperado.Sentía que había sido una eternidad desde que la idea de su primer videojuego surgió. Todavía lo tenía guardado en una memoria porque siempre significaría algo importante para ella, pero este proyecto era diferente.Sus conocimientos habían mejorado bastante en los últimos años y le habían permitido darle una calidad increíble a su videojuego.Era algo difícil creer que pronto su trabajo se comercializaría por todo el país y que ahora tenía un trabajo a tiempo completo en la compañía de sus sueños. Seguro que no había sido para nada fácil, pero cada maldito segundo había valido la pena.—¿Y? —preguntó Elena—. ¿Cómo te fue?La miró en silencio y lentamente comenzó a sonreír.—Les encantó.Su amiga soltó un chillido, pero se tapó la boca al recordar que estaban en un lugar público. —Me alegro por ti —dijo ella abalanzándose a sus brazos—. Tenemos que celebrar. Lla