Dragos le dio la espalda y salió muy rápido de allí, al menos no dijo nada más, eso agradeció Sophia, solo el dolor del rechazo que ya es suficiente para torturarla. Ella se levanta y no puede parar de llorar, sale del estudio y se sintió presa y más impostora que nunca, no quería ver a vampiros que la trataran con animosidad, porque solo Ivantie la trataba con respeto y buena disposición, caminó en dirección de la habitación de Rhiannon, necesitaba a su amiga, pero antes de llegar se dio cuenta que no estaba, tenía miedo de transformarse y que Dragos al verla la rechazara por completo, el dolor y culpa de Mystique era lo peor. Caminó fuera del castillo y Rhiannon pudo verla. — ¡Sophia! —le gritó de lejos y en un instante estuvo con ella. —Es malo, Rhian, esta vez sí que es malo. — ¿Qué es lo que ocurrió? —preguntó Gerald y el dolor de Mystique se hizo peor al tener a Gerald cerca. —Vayamos a un lugar en donde podamos hablar —pidió Sophia mirándolos a ambos. Soph
Dragos caminó hasta ponerse frente a la diosa, sus puños estaban apretados, el puñal en su mano derecha, junto al anillo con la piedra de luna que le da acceso al sitial de los dioses. —Conmigo has cometido un grave error, Selene, yo tengo más determinación que mi padre, ¡él no sufrió como me has hecho sufrir a mí! La diosa Selene se levantó de su trono y bajó el par de escalones, caminó con gracia y desenvoltura hasta quedar junto a él, sin miedo a su nieto. —Sé que igual a tu padre quieres acabar conmigo. Perdóname… —pidió ella expresando dolor y arrepentimiento. Dragos dio un paso atrás y lloró sin poder evitarlo, pero se quitó las lágrimas de un manotazo, aquí podía llorar, aquí era él otra cosa, no era un no muerto, era un semidiós por derecho y sentía todo, demasiado para su propia resistencia. —Puedes sentir hijo mío —lo consoló y ella también lloraba. — ¡Eres una sádica! —La acusó Dragos—. Estás tan aburrida que tu pasatiempo favorito es torturarme, yo no te
Dragos en sus más de mil quinientos años se ha arrepentido de muchas cosas, pero todas en los momentos donde se ha permitido tener sentimientos. —Sophia, no la escuches, tenemos que hablar —exclamó Dragos. — ¿Qué es lo que debes explicar?, querrás decir que te deje seguir mintiendole —gritó Agata molesta y decepcionada y no está dispuesta a callar—, yo los escuché hablando a Xiomara y a ti, creí que habías cambiado, pero pude ver que eso es imposible. —Cállate Agata, no te metas en problemas de marido y mujer —le reclamó Zack a su esposa llegando y dándose cuenta que Dragos está muy furioso y si no le ha arrancado la cabeza es muestra de que realmente ha cambiado. —Tú cállate asquerosa rata, estoy segura que tú conocías los planes de Dragos, son iguales ustedes dos, siempre sacando provecho de todo —exclamó Agata con los puños apretados molesta con su esposo. —Agata estás equivocada, Dragos quiere a Sophia, después de que ella llegó todo cambió… —exclamó Zack preocupad
Una cosa fue bastante evidente para el pueblo del reino de los vampiros, su cruel y degenerado rey se había humillado, renunciado a ellos y fue despreciado, todo frente a sus ojos. Dragos se giró en toda su altura. —Ya se acabó la función, pueden seguir con sus vidas. Dragos caminó al castillo, sufriendo por todo lo que acababa de ocurrir, pues el hecho de haberse ordenado apagar sus emociones no era tan sencillo, razón por la cual no se lo permitía. Entró al castillo y pasó directo a su estudio, pero allí todo fue peor. El aroma de Sophia aún inundaba el ambiente, con rabia pensó que allí estaba el sofá, el escritorio y la maldita alfombra donde acababa de hacerle el amor, cada superficie posible de la condenada oficina le recordaba a Sophia. Dragos cerró la puerta, no quería que dejara de sentirse su aroma, era imposible que perdurara, pero quería estirarlo al máximo, se sentó en el piso y se recostó a la pared viendo la puerta, como si por algún milagro ella d
Agata llevó con magia a Sophia y a su padre cerca de lo que era la corte del rey caído de los licántropos, aún se mantenían las altas murallas en lo más recóndito de un bosque nevado en Rusia, desde la distancia y ya Sophia pudo percibir el olor a Cicuta. Agata la observó. —Yo me vinculé a este territorio a escondidas, Zack me ayudó —Agata tragó grueso y continuó su relato—. Pude hacerlo si despertar sospechas porque era mi derecho, mi padre estaba vinculado aquí, fue una manera de percibir si aún vivía, en ese momento apenas lo dejaban vivir bajo tortura. — ¿Por qué apesta a cicuta? —indagó Sophia. —Porque la naturaleza es sabia —contestó Benedict. Ahora que se había alejado del reino de los vampiros el pintoresco hombre se veía más centrado, como si supiera que sus vacaciones terminaron y quisiera trabajar y demostrar que aún tenía mucho que dar al mundo. —Supongo que la naturaleza no quiere licántropos aquí entonces —acotó Sophia. —No es eso —le explicó Agata
Durante la mañana con los primeros rayos de sol elevándose en el horizonte era el momento de mayor debilidad en los vampiros, el sol no los incendiaba, eso era un mito, pero al tener más sensibilidad que un humano, el sol intenso los dejaba en desventaja ante el rápido ataque de otro sobrenatural. Dragos estaba en una de las terrazas del castillo, llevaba algunas horas en la misma posición, escuchaba los ronquidos de Zack en una silla; habían bebido bastante, el hechicero toleraba el alcohol por su condición de sobrenatural, pero él dormía, como cualquier ser viviente.No era la primera vez que Dragos sintiera envidia de este regalo del cual él no gozaba, sin embargo reflexionaba lo que había hablado con Zack. Buscar a Sophia… Él estaba seguro que ella no lo perdonaría. A falta de alguien con quién conversar habló para él mismo. —Yo sé lo que es no sentir absolutamente nada por lo que ocurre a mi alrededor, Sophia siente en exceso, cada situación y circunstancia en su
Sophia estaba en medio de la antigua ciudad del rey, la corte, ahora todo estaba muy limpio y hermosas plantas de flores de colores cubrían el espacio, el hielo se había ido, incluso era una primavera hermosa. —Sophia —la llamó Briana y ella volteó—. Me dijo Agata que le pediste venir aquí. —Sí, con magia, tú no deberías estar aquí, todos están con los híbridos de Gerald. —Le pedí a Agata traerme, te necesitan allá. Briana se acercó a Sophia y la abrazó por la cintura, Sophia se recostó en el hombro de su hermana mayor con lágrimas en los ojos. —No puedo ir a Transilvania —Sophia negó con la cabeza—. No puedo ver ese lugar sabiendo que no encontraré a Dragos. —Lo lamento Sophia, pero Dragos murió como héroe hace un mes, los vampiros quieren regresar y reconstruir sus hogares. —Me mata no saber qué le ocurrió, nadie sabe si sufrió, sospecho que lo hizo. Briana calló un instante. —Pero al menos salvó al mundo, también a los vampiros, los hechiceros nigromantes
Sophia fue con Agata, quería irse de inmediato, temía en cualquier momento ponerse a llorar, quería levantar piedras y entretenerse trabajando, pero al llegar con Agata ya Zack estaba junto a ella. —Ellos te necesitan Zack —decía Agata. —Mi amor, pero yo te necesito a ti. Sophia paró, no quería estorbar a la pareja de hechiceros. —Nos podemos ir Sophia —dijo Agata. —Bruja, no hay apuro, tampoco nada por lo que debas seguir apartada de tu marido. —Tú me necesitas, quieres hacer la academia, conmigo es más rápido, ese es mi territorio y Zack debe apoyar a los vampiros para que reconstruyan el reino. —Benedict y yo podemos, quizás Kiara quiera ayudarme también, si quieres anda con Zack. El reino necesita repararse y Xiomara sigue libre. —Pero yo quiero ayudarte a ti, sé que me necesitas. Sophia aguantó las ganas de llorar, Agata en realidad fue su hombro en que apoyarse, no quería seguir siendo una carga para Rhiannon que era feliz, con Agata que sufría por