Sophia tenía uno de esos sueños donde sabes que estás soñando, ella no era la protagonista del sueño, era más bien una espectadora. Había una mujer muy hermosa, tenía un enorme vestido de novia y ella se miraba al espejo acomodando su tocado, una lágrima manchó su rostro. Sophia pudo sentir la enorme tristeza y desasosiego que sentía aquella desconocida; la mujer abrió unas puertas dobles que daban a un pequeño balcón, la mujer miró abajo y quería saltar, pero entonces vio que abajo estaba lleno de guardias. La mujer miró a la luna y ahora con un llanto sin ruido, de esos que salen del sufrimiento del alma miró pronunció: —Sé que no es lo correcto, pero no quiero casarme, aun cuando mis padres me han dicho que es mi deber y sería una traidora si me fuera ¿Cómo hago si a quien traiciono es a mí misma al quedarme? Sophia no aguantaba el desasosiego de esa extraña y se acercó a ella, no le parecía justo su sufrimiento aunque ignoraba de qué se trataba, pero cuando dio un p
Al día siguiente muy temprano, Sophia le pidió a Dragos acompañarla, quería hablar con su familia, se reunieron en el estudio de Dragos, Sophia tomó la palabra. —Lo primero que quiero es agradecerles por no rendirse conmigo —se dirigió a su madre y a Briana tomando una mano de cada una—. Sé qué no me porté bien antes, que han sufrido por mis malas decisiones y que además debían soportar mi mal carácter, quizás muchos en su lugar me habrían dado la espalda, después de todo rompía las leyes de la manada y nadie las hubiera criticado si me expulsaban convirtiéndome en una Rogue. —Yo jamás te haría eso, eres mi hija, seas lo que seas, pase lo que pase, siempre serás mi hija. Briana movió un hombro. —La verdad, yo no podía tener contigo una buena relación, me sentía culpable, tus acusaciones eran ciertas, por mi culpa mataron a nuestro padre, por mi culpa destrozaron nuestra manada matriz y murieron tantos… —Olvidemos eso Briana, ya quedó atrás, también perdóname porque ayer
Sophia y Rhiannon estaban en la habitación de Rhiannon haciendo ajustes al vestido de Sophia, el talento de Rhiannon para la alta costura era impresionante y había hecho un vestido elegante y lo suficientemente sexi para resultar inolvidable, Sophia estaba bastante contenta con el resultado. La discusión entre los hermanos las puso nerviosas y corrieron al despacho, en cuanto llegaron Gerald abría la puerta, ya no quería discutir nada más con Dragos. Rhiannon vio a su marido y este le tomó la mano y se marchó con ella, Rhiannon volteó a ver a Sophia y le hizo una mueca con la boca, ambas sabían que sus parejas las necesitaban. Sophia entró al despacho de Dragos, él no la dejó hablar. —Yo no necesito de ese imbécil, se cree que es muy sabio, que sus consejos se los meta por el… — ¿Se puede saber qué fue lo que pasó? —lo interrumpió Sophia antes de que siguiera despotricando—. Ustedes dos se llevaban muy bien. —Pasó que no pudo evitar guardarse sus opiniones, no v
Dragos le dio la espalda y salió muy rápido de allí, al menos no dijo nada más, eso agradeció Sophia, solo el dolor del rechazo que ya es suficiente para torturarla. Ella se levanta y no puede parar de llorar, sale del estudio y se sintió presa y más impostora que nunca, no quería ver a vampiros que la trataran con animosidad, porque solo Ivantie la trataba con respeto y buena disposición, caminó en dirección de la habitación de Rhiannon, necesitaba a su amiga, pero antes de llegar se dio cuenta que no estaba, tenía miedo de transformarse y que Dragos al verla la rechazara por completo, el dolor y culpa de Mystique era lo peor. Caminó fuera del castillo y Rhiannon pudo verla. — ¡Sophia! —le gritó de lejos y en un instante estuvo con ella. —Es malo, Rhian, esta vez sí que es malo. — ¿Qué es lo que ocurrió? —preguntó Gerald y el dolor de Mystique se hizo peor al tener a Gerald cerca. —Vayamos a un lugar en donde podamos hablar —pidió Sophia mirándolos a ambos. Soph
Dragos caminó hasta ponerse frente a la diosa, sus puños estaban apretados, el puñal en su mano derecha, junto al anillo con la piedra de luna que le da acceso al sitial de los dioses. —Conmigo has cometido un grave error, Selene, yo tengo más determinación que mi padre, ¡él no sufrió como me has hecho sufrir a mí! La diosa Selene se levantó de su trono y bajó el par de escalones, caminó con gracia y desenvoltura hasta quedar junto a él, sin miedo a su nieto. —Sé que igual a tu padre quieres acabar conmigo. Perdóname… —pidió ella expresando dolor y arrepentimiento. Dragos dio un paso atrás y lloró sin poder evitarlo, pero se quitó las lágrimas de un manotazo, aquí podía llorar, aquí era él otra cosa, no era un no muerto, era un semidiós por derecho y sentía todo, demasiado para su propia resistencia. —Puedes sentir hijo mío —lo consoló y ella también lloraba. — ¡Eres una sádica! —La acusó Dragos—. Estás tan aburrida que tu pasatiempo favorito es torturarme, yo no te
Dragos en sus más de mil quinientos años se ha arrepentido de muchas cosas, pero todas en los momentos donde se ha permitido tener sentimientos. —Sophia, no la escuches, tenemos que hablar —exclamó Dragos. — ¿Qué es lo que debes explicar?, querrás decir que te deje seguir mintiendole —gritó Agata molesta y decepcionada y no está dispuesta a callar—, yo los escuché hablando a Xiomara y a ti, creí que habías cambiado, pero pude ver que eso es imposible. —Cállate Agata, no te metas en problemas de marido y mujer —le reclamó Zack a su esposa llegando y dándose cuenta que Dragos está muy furioso y si no le ha arrancado la cabeza es muestra de que realmente ha cambiado. —Tú cállate asquerosa rata, estoy segura que tú conocías los planes de Dragos, son iguales ustedes dos, siempre sacando provecho de todo —exclamó Agata con los puños apretados molesta con su esposo. —Agata estás equivocada, Dragos quiere a Sophia, después de que ella llegó todo cambió… —exclamó Zack preocupad
Una cosa fue bastante evidente para el pueblo del reino de los vampiros, su cruel y degenerado rey se había humillado, renunciado a ellos y fue despreciado, todo frente a sus ojos. Dragos se giró en toda su altura. —Ya se acabó la función, pueden seguir con sus vidas. Dragos caminó al castillo, sufriendo por todo lo que acababa de ocurrir, pues el hecho de haberse ordenado apagar sus emociones no era tan sencillo, razón por la cual no se lo permitía. Entró al castillo y pasó directo a su estudio, pero allí todo fue peor. El aroma de Sophia aún inundaba el ambiente, con rabia pensó que allí estaba el sofá, el escritorio y la maldita alfombra donde acababa de hacerle el amor, cada superficie posible de la condenada oficina le recordaba a Sophia. Dragos cerró la puerta, no quería que dejara de sentirse su aroma, era imposible que perdurara, pero quería estirarlo al máximo, se sentó en el piso y se recostó a la pared viendo la puerta, como si por algún milagro ella d
Agata llevó con magia a Sophia y a su padre cerca de lo que era la corte del rey caído de los licántropos, aún se mantenían las altas murallas en lo más recóndito de un bosque nevado en Rusia, desde la distancia y ya Sophia pudo percibir el olor a Cicuta. Agata la observó. —Yo me vinculé a este territorio a escondidas, Zack me ayudó —Agata tragó grueso y continuó su relato—. Pude hacerlo si despertar sospechas porque era mi derecho, mi padre estaba vinculado aquí, fue una manera de percibir si aún vivía, en ese momento apenas lo dejaban vivir bajo tortura. — ¿Por qué apesta a cicuta? —indagó Sophia. —Porque la naturaleza es sabia —contestó Benedict. Ahora que se había alejado del reino de los vampiros el pintoresco hombre se veía más centrado, como si supiera que sus vacaciones terminaron y quisiera trabajar y demostrar que aún tenía mucho que dar al mundo. —Supongo que la naturaleza no quiere licántropos aquí entonces —acotó Sophia. —No es eso —le explicó Agata