Capítulo 234
Sebastián esbozó una ligera sonrisa y, con total naturalidad, sacó los dos libros que necesitaba del estante.

—¡Sabías dónde estaban desde el principio y no me dijiste nada! —murmuré en voz baja, molesta.

¡Hice todo un esfuerzo buscándolos!

Tuve el impulso de vaciar el vaso de agua que había llenado, pero recordé que él es mi jefe. Así que, aparte de lanzarle de vez en cuando alguna indirecta inofensiva, no me atrevía a oponerme realmente.

Le entregué el vaso con una sonrisa educada.

Sebastián lo tomó.

—¿Cuántos libros del estante de tu papá has leído?

—No lo sé con exactitud.

Cinco, seis, siete, tal vez ocho libros…

Durante mi carrera secundaria en finanzas, me animé a leer algunos. Pero los libros de mi papá siempre estaban llenos de notas y comentarios en los márgenes, lo que a veces me daba una sensación de agobio. Además, el contenido era denso y difícil de entender, y aunque intenté leerlos, era mucho más fácil entender cuando Hugo me lo explicaba. Así que no me forcé más y dejé
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