Sebastián esbozó una ligera sonrisa y, con total naturalidad, sacó los dos libros que necesitaba del estante.—¡Sabías dónde estaban desde el principio y no me dijiste nada! —murmuré en voz baja, molesta.¡Hice todo un esfuerzo buscándolos!Tuve el impulso de vaciar el vaso de agua que había llenado, pero recordé que él es mi jefe. Así que, aparte de lanzarle de vez en cuando alguna indirecta inofensiva, no me atrevía a oponerme realmente.Le entregué el vaso con una sonrisa educada.Sebastián lo tomó.—¿Cuántos libros del estante de tu papá has leído?—No lo sé con exactitud.Cinco, seis, siete, tal vez ocho libros…Durante mi carrera secundaria en finanzas, me animé a leer algunos. Pero los libros de mi papá siempre estaban llenos de notas y comentarios en los márgenes, lo que a veces me daba una sensación de agobio. Además, el contenido era denso y difícil de entender, y aunque intenté leerlos, era mucho más fácil entender cuando Hugo me lo explicaba. Así que no me forcé más y dejé
Diana se exaltaba cada vez más. Si Juan hubiera estado delante de ella, ya le habría dado una bofetada.—Siempre te preocupas por mí y no dejas que me pase nada malo.El tono claro de la voz de Diana era la melodía más hermosa del mundo. Sentí una calidez en el pecho, y mis ojos comenzaron a humedecerse.—¡Es que eres mi tesoro! —Diana empezó a calmarse—. Esto pasó en Capital Montezuma, ¿Sebastián no hizo nada?—Esto ocurrió bajo su vigilancia. Si no hubiera hecho nada, cualquiera se atrevería a maltratar a los empleados de Capital Montezuma en el futuro.—Por la forma en que lo dices, Sebastián no solo hizo algo, sino que lo hizo bastante bien, ¿verdad?—Lo hizo muy bien.Le conté a Diana todo lo que había sucedido ese día.—¡Sofía, no puedo creerlo! ¡Te estás superando! ¡Con algo tan emocionante, y no me lo habías contado! —exclamó Diana, emocionada.—Querida, me equivoqué, dame otra oportunidad.Pensé que todos los involucrados en el incidente mantendrían un acuerdo tácito de no div
—Hablando de la exesposa de Juan, me acordé de Carmen, la abogada que la ayudó en el divorcio. Juan es un tacaño, siempre buscando recibir sin dar nada a cambio. El hecho de que al final aceptara darle tanto a su exesposa seguramente esconde algo que no sabemos. Amor, espera un segundo, voy a llamar a Carmen —dijo Diana antes de colgar rápidamente.Diana siempre está tan comprometida con mis asuntos. Tengo mucha suerte de haber encontrado una amiga que me apoya incondicionalmente.…El lunes, cuando llegué a la torre donde trabajo, me encontré con María esperándome en la entrada. Apenas me vio, se acercó y me saludó con una familiaridad exagerada, intentando tomarme del brazo como si nada hubiera pasado el día anterior.Me aparté, evitando su contacto.—¿Necesitas que llame a seguridad?La Torre Verde tiene un sistema de seguridad muy eficiente. Desde el incidente con el chofer de Felisa, los guardias habían intensificado las patrullas. Miré hacia uno de los guardias que estaba no muy
¡Qué coraje! Es tan fácil para la gente inventar rumores, pero desmentirlos es como escalar una montaña.Yo, la víctima, ahora parecía ser la mala de la historia, acusada de seducir al marido de otra.¡Como si siquiera considerara fijarme en alguien tan despreciable como Juan!La rabia que sentía comenzó a disiparse con el agua fría, y poco a poco me fui calmando.Los rumores son peligrosos, y si no los detengo a tiempo con pruebas, no solo destruirán mi reputación, sino que también arrastrarán a Capital Montezuma conmigo.Desde que empecé a trabajar en Capital Montezuma, no ha pasado una semana sin algún problema. Si esto sigue así, los otros socios de la empresa empezarán a quejarse.Lo más urgente ahora es resolver este asunto rápidamente.Ese día, Sebastián le pidió a Mirko que revisara las cámaras de seguridad, y estas grabaron claramente lo que Juan me hizo.Juan puede acusarme de seducirlo, pero no tiene pruebas. En cambio, yo tengo evidencia de que me acosó. Quiero ver cómo se
Juan no solo me acosó, sino que también difamó mi nombre, causando un gran daño a mi reputación. Quiero que enfrente las consecuencias y que se aclare mi situación.El oficial aceptó el caso y me pidió mis datos de contacto.—Te llamaremos cuando haya avances en el caso. Si tienes más pruebas, también puedes enviarlas.—De acuerdo. Muchas gracias por su trabajo.No sabía si Diana habría obtenido alguna información útil de Carmen, así que saqué mi teléfono y le envié un mensaje para decirle que ya había presentado la denuncia.Diana debía estar ocupada, porque no me respondió de inmediato.Guardé mi teléfono y me preparé para tomar un taxi.—Señorita Rodríguez, ¿vino aquí para preguntar sobre el progreso del caso de Hugo?—No, vine por otro asunto.En la comisaría, me encontré con Oscar y aproveché para agradecerle nuevamente por su esfuerzo en el caso de Hugo.—Cumplo con mi deber, no tienes que agradecerme a mí, sino a Sebastián —respondió Oscar con seriedad. Era un hombre de pocas pa
—¡Adelante, llama a la policía! A ver si se preocupan por algo tan trivial —respondió María, desafiante—. Y aunque lo hicieran, ¿qué me harían? ¿Detenerme? Si no me ayudas, haré de tu vida un infierno, apareciendo todos los días en tu camino hasta que te arrepientas.—¿Fue Felisa quien te enseñó a hacer esto? ¿Qué te ofreció para que arriesgues así tu carrera? —le pregunté a María, quien ahora tenía una actitud desafiante, muy diferente de la chica tímida y vulnerable que una vez conocí.El tiempo cambia a las personas, a veces de una manera irreconocible.—Todo lo que hago es por mi trabajo. ¿Cómo crees que arruinaría mi carrera? ¡No me vengas con tus advertencias! No soy una niña de tres años a la que puedas asustar con palabras.Respiré hondo, tratando de mantener la calma. —¿Sabes por qué Nube Cielo Inmuebles me rechazó en su momento?—¡Seguro porque no eres lo suficientemente buena! —respondió María con desdén.—En Capital Montezuma no se mantiene a los inútiles. Si no fuera compe
Recordar todas las dificultades que había enfrentado hizo que los ojos de María se llenaran de lágrimas.—Es verdad, mis padres tenían trabajos prestigiosos, y me criaron como a una princesa, sin preocupaciones. No puedo decir que entiendo por lo que has pasado, y es normal que no sientas que tengo empatía por ti.—Pero te diré algo: todos los regalos que nos da el destino tienen un precio oculto. Yo también tuve una vida feliz y sin preocupaciones, como tú dices. Pero después de una serie de tragedias, ahora también estoy sola. Lo único que puedo hacer es aceptar mi vida actual y seguir adelante.Después de mi regaño, vi un destello de vergüenza en los ojos de María. Suavicé mi tono para no seguir lastimándola.María levantó ligeramente la cara y se secó las lágrimas. —Pero, incluso habiendo perdido a tus padres y tu matrimonio, todavía tienes un trabajo. Yo, en cambio, estoy tan marginada en la empresa que ya no aguanto más.—¿En serio envidias que la gente piense que conseguí mi tra
—Es un poco tarde, no creo que sea buena idea pedirle que salga.Sebastián siempre está ocupado. Después del trabajo, se fue a una reunión con Mirko, y yo le di a Mirko unas pastillas para la resaca. No sé si a estas horas Sebastián ya habrá llegado a casa.Al terminar de hablar, me quedé observando a Diana.—Amiga, sé que soy hermosa, pero no necesitas mirarme como si fueras una acosadora —dijo Diana en broma.Diana era como una flor en plena floración, radiante y llamativa. Bajo las luces parpadeantes de la noche, su belleza se volvía aún más deslumbrante. Si ella y Sebastián estuvieran juntos, harían una pareja perfecta: ella hermosa, él guapo.No pude evitar sentir el deseo de emparejarlos.—Diana, últimamente no dejas de mencionar a Sebastián. ¿No será que...? —le dije con una mirada pícara, alargando la última palabra.—Si me gustara Sebastián, que engorde diez kilos —respondió Diana con firmeza.Cuando era niña, Diana era muy golosa. Antes de que sus padres se separaran, la cons