—Es un poco tarde, no creo que sea buena idea pedirle que salga.Sebastián siempre está ocupado. Después del trabajo, se fue a una reunión con Mirko, y yo le di a Mirko unas pastillas para la resaca. No sé si a estas horas Sebastián ya habrá llegado a casa.Al terminar de hablar, me quedé observando a Diana.—Amiga, sé que soy hermosa, pero no necesitas mirarme como si fueras una acosadora —dijo Diana en broma.Diana era como una flor en plena floración, radiante y llamativa. Bajo las luces parpadeantes de la noche, su belleza se volvía aún más deslumbrante. Si ella y Sebastián estuvieran juntos, harían una pareja perfecta: ella hermosa, él guapo.No pude evitar sentir el deseo de emparejarlos.—Diana, últimamente no dejas de mencionar a Sebastián. ¿No será que...? —le dije con una mirada pícara, alargando la última palabra.—Si me gustara Sebastián, que engorde diez kilos —respondió Diana con firmeza.Cuando era niña, Diana era muy golosa. Antes de que sus padres se separaran, la cons
No pude evitar reírme al escucharla.Recordando esa anécdota, sentí la necesidad de indagar un poco más en la historia de Diana. —Con tu altura y peso, incluso si subieras diez kilos, solo estarías un poco más llenita.—¡Veinte kilos! No, ¡cuarenta! Si llego a sentir algo por Sebastián, ¡que suba cuarenta kilos!—¡Diana, no juegas! —le respondí, sorprendida por lo radical de su promesa.Diana no tolera la idea de engordar. Controla su peso de manera estricta. Para ella, subir cuarenta kilos sería peor que darle un cuchillo y pedirle que acabara con su vida.Su juramento era completamente serio, y yo sentí una punzada de decepción.Habrían sido una pareja ideal, tan atractivos los dos. Pero si Diana no siente nada por Sebastián, no hay nada que hacer.—No quería que te hicieras ideas. Si te respondía de forma ambigua, seguro que esta noche ya estarías imaginando una novela de amor tormentoso entre las élites.—¿Por qué tendría que ser tormentoso? ¡Hoy en día lo que está de moda son las
Alonso Carbajal: [Juan tiene cara de humano, pero no hace nada que lo sea.]Mateo Roque: [A ver, déjenme ver qué pasó. La última vez que se supo de Juan, fue cuando se divorció por infiel. Lo critiqué y me bloquearon la cuenta por seis meses. ¿Ahora la cosa cambió tan rápido?]Valeska De Luna: [Este tipo tiene un montón de porquerías en su historial. Hace unos años, alguien publicó que aprovechaba su puesto para acosar a las empleadas. Un montón de personas lo defendieron, diciendo que la autora del post tenía delirios y que Juan, con su dinero y cara bonita, no necesitaba recurrir a esas bajezas. La hicieron borrar el post y cerrar su cuenta. Ahora que Juan se cayó del pedestal, todos le debemos una disculpa.]Jose-Tomás Zuñiga: [El asunto sigue bajo investigación, la policía aún no ha dado un veredicto, y ustedes ya lo están condenando. ¡Qué bárbaros, se creen más listos que la policía!]Esos comentarios provocaron un aluvión de respuestas. Las redes se dividieron en dos bandos que c
—¡No te creo! Investigué, y sé que Oscar fue tu abogado en el divorcio. ¡Lo de mi esposo tiene que ver contigo!—Si estás tan convencida de eso, entonces quédate con esa idea. Pero es la policía la que está investigando el caso, así que venir a hacerme una escena no te servirá de nada.—¡Tienes contactos con Oscar! Haz que convenza a las víctimas para que retiren las denuncias, o te juro que no descansaré hasta acabar contigo —dijo Felisa, con furia en los ojos.—Si quieres gastar tu tiempo, adelante —respondí sin temor.La firma de abogados de Oscar ha estado solicitando pruebas y testimonios en línea, y ya muchas personas han contactado con ellos. Con la habilidad de Oscar, no pasará mucho tiempo antes de que haya avances significativos en el caso.Lo que va, vuelve. Juan pensó que, con dinero, podía jugar con las mujeres a su antojo. Caer era solo cuestión de tiempo.Aunque no he tenido mucho trato con Oscar, incluso si nuestra relación fuera cercana, jamás cedería ante las amenazas
—¡No te vayas! —dijo Felisa, colocándose frente a mí mientras levantaba la mano para llamar a un taxi—. ¡Llévame a ver a Oscar!—Si quieres verlo, ve a su despacho.¿Quién se creía para ordenarme algo?—¿Crees que no lo intenté? Estuve todo el día en su despacho y ni siquiera vi su sombra. Tiene a todas las víctimas escondidas. No puedo contactarlas, ¡ni siquiera me dan la oportunidad de hablar con ellas!—¿Qué piensas hacer? ¿Sobornarlas o amenazarlas para que retiren la denuncia?Felisa valora tanto el dinero que piensa que cualquier problema puede resolverse con él. Ya la he tratado lo suficiente como para entender su forma de actuar. —Felisa, te lo voy a dejar claro: las víctimas de Oscar no retirarán sus denuncias. Si no quieres divorciarte, mejor usa tu dinero para contratarle a Juan un buen abogado. Aunque, sea quien sea, al final perderá el caso.—¡Sofía, te juro que mi esposo saldrá de la cárcel con la frente en alto! —dijo Felisa, decidida.—Estaré esperando ese día.Estoy se
Una vez le comenté a Diana, y ella, en tono de broma, me dijo que los que se creen superiores suelen acabar mal, y que algún día, cuando lo viera en una situación vergonzosa, me daría cuenta de que es tan humano como cualquiera de nosotros.—Conocer a tu enemigo es la clave para vencer. Felisa es la esposa de Juan, y Oscar estará atento a cada uno de sus movimientos.Sebastián se recostó en el asiento, con la ventanilla abierta. La brisa alborotaba su impecable peinado, dándole un aspecto más relajado.—Conoces bien el estilo de trabajo de Oscar.Sebastián y Oscar son líderes en sus respectivos campos. Es cierto que los talentosos tienden a atraer a otros como ellos.—Aunque estamos en sectores diferentes, abordamos los problemas de manera muy similar.Es verdad. Cada vez que Capital Montezuma lanza un proyecto, hacemos un análisis exhaustivo de las empresas con las que colaboramos y evaluamos los riesgos. El principio es el mismo.Asentí con la cabeza y recordé la cena que había pedid
—Señorita Rodríguez, hemos llegado al Restaurante Zambrano —dijo el chofer.—Yo... ya bajo.La voz del conductor me devolvió a la realidad. Sentí que el calor me subía al rostro. Respondí con un leve temblor en la voz, evitándole la mirada a Sebastián, y rápidamente abrí la puerta del coche y salí, caminando hacia la izquierda.—Sofía.La voz de Sebastián me detuvo. Apreté el bolso entre mis manos y me giré.Sebastián estaba apoyado en la ventanilla del coche, con una sonrisa que dejaba entrever un buen humor.¿Es que mi torpeza le había divertido?¡Qué fastidio!Me di la vuelta rápidamente.—Ese Restaurante está a la derecha.Alcé la vista y me di cuenta de que estaba frente a una tienda de productos para bebés. El Restaurante Zambrano quedaba del otro lado de la calle, ya que no había espacio para aparcar justo frente al restaurante.Había estado tan absorta mirando a Sebastián que ahora me sentía avergonzada hasta la médula, como si pudiera meterme en un agujero y desaparecer. Mi ca
—¡No lo olvidaré!Sin embargo, a la mañana siguiente, allí estaba Ellen nuevamente, puntual, con el desayuno en la puerta de mi casa.—Ellen... —le dije con un tono de voz cargado de resignación, alargando la última sílaba como una especie de queja afectuosa.—Creo que la edad ya me está afectando, se me olvidan las cosas. Hoy, después de terminar mis tareas, voy a ver a un médico —dijo Ellen con un toque de preocupación en su voz.¡Realmente lo había olvidado!De inmediato, traté de tranquilizarla: —No te preocupes, Ellen. Justo hoy no había desayunado.Es común que, con la edad, se olviden algunas cosas, pero también es importante ir al médico para descartar cualquier problema de salud que esté afectando la memoria. —Hoy tengo mucho trabajo y no podré acompañarte al hospital, pero si necesitas algo, no dudes en llamarme —le dije.—Solo es una consulta rápida, no te preocupes por mí. Tú concéntrate en el trabajo —me apuró Ellen—. Ya es tarde, ve a desayunar antes de que se te haga más