Y antes de que ella pudiera decir algo más, sus labios la capturaron en un beso apremiante. No era un beso suave ni delicado. Era un beso cargado de urgencia, de necesidad, de emociones reprimidas que explotaban en ese instante. Era como si su vida dependiera de ello, como si necesitara fundirse con ella para poder respirar. Sus manos la aferraban con fuerza, como si temiera que si la soltaba, desaparecería.—Me has hechizado, Elena. No puedo sacarte de mi mente. –Le dijo Alejandro con su voz cargada de pasión, sus ojos estaban cargados de un fuego abrazador…Elena al principio se quedó inmóvil, no respondió con la misma intensidad, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo. Pero poco a poco, como si una llama ardiente la devorara desde adentro, la pasión la invadió y se dejó llevar. Sus dedos se enredaron suavemente en el cabello de Alejandro, profundizando el beso, dejándose consumir por esas sensaciones, que habían estado contenidas demasiado tiempo. Sus cuerpos se acercaron aú
Elena había pasado la noche intentando ignorar los pensamientos que la mantenían inquieta. A pesar de su determinación de mantener la cabeza fría, las palabras de Alejandro seguían resonando en su mente. …Déjame cuidar de ti...Despertó antes de que el sol asomara en el horizonte., su mente había estado inquieta, entrelazada con los pensamientos que Alejandro había sembrado la noche anterior. Se sentó en el borde de la cama y recordó todo lo ocurrido en el apartamento de Alejandro. Sabía que ese día había marcado el inicio de algo nuevo, aunque aún no estaba segura de si aquello era bueno o malo.A pesar de haber dormido pocas horas, se sentía renovada y de muy buen ánimo. Sentía como si hubiera recargado nuevas fuerzas. Además el nuevo tratamiento de Valeria la llenaba de esperanzas, la tenía entusiasmada…y lo vivido el día anterior con Alejandro también tenía mucho que ver, aunque se negara a reconocerlo. Se levantó con cuidado y se acercó para darle un vistazo a Valeria. Su hermana
Elena parpadeó varias veces, procesando la pregunta de Camila. ¿Había escuchado bien? ¿Ella estaba incluida en la visita a la casa del lago? Se suponía que aquel fin de semana sería un retiro romántico entre Leticia y Alejandro, un tiempo para que afianzaran su relación sin distracciones. Recuerda muy bien las palabras de Leticia. Sin embargo, ahora parecía que la dinámica sería completamente distinta. Se preguntó porque habrían cambiado los planes.Una sensación confusa se instaló en su pecho. No podía identificar con certeza qué era, pero definitivamente no era simple sorpresa. Quizás era una punzada de incomodidad. Sabía que la relación entre Leticia y Alejandro era sólo una estrategia de él, hacía parte de sus planes, aunque pensar en eso le hacía sentir un poco de nauseas, ahora, la inclusión de otras personas en su escapada romántica le generaba pensamientos de que él tuvo que ver en ese cambio. Y más allá de eso, sentía algo extraño en su interior cuando pensaba en Alejandro y
Elena escuchó el nombre de Iván y no pudo evitar que una leve sonrisa se dibujara en su rostro. Recordó lo amable que había sido con ella la primera vez que lo conoció. Su trato era atento, caballeroso y su conversación aunque corta, fue muy agradable. Además, debía admitir que lo encontraba realmente encantador y apuesto… Pero no era Alejandro. Por más que Iván le resultara atractivo, su mente seguía regresando a ese hombre que había logrado remover su interior y trastornar todo su mundo. Sacudió la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos y concentrarse en la tarea que tenía por delante.Leticia lo notó y se sintió satisfecha en su interior por la reacción que vio reflejada en el rostro de Elena. Aunque ella ignoraba realmente quien le estaba produciendo esas reacciones. Le pareció que estaba moviendo las piezas a su favor y quería tener todo bajo control durante el fin de semana. Muy segura de sí misma se levantó y se despidió caminando hacia la puerta sin mirar atrás ni por u
Elena sintió un leve calor en sus mejillas, pero se obligó a mantener la compostura y lo disimuló bastante bien.—Iván, bienvenido. Me da mucho gusto volver a verlo.—No podía dejar pasar la oportunidad de disfrutar de este lugar. Es precioso, fuera del ruido y el caos de la ciudad—respondió con encanto. –y por supuesto al verte, debo confirmar que fue una decisión acertada.El ambiente parecía cambiar con su presencia. Su actitud amigable y desinhibida contrastaba con la tensión que había dejado la llamada de Alejandro. Leticia, aunque aún molesta, se permitió relajar un poco al ver la forma en que Iván interactuaba con todos. Sobre todo, con Elena. Tal vez, el fin de semana no resultaría tan desagradable después de todo.-Iván eres incorregible. –exclamó Leticia. –Estás sonrojando a la pobre de Elena. Va a creer que estás hablando en serio.-Sé que soy incorregible. O lo he sido hasta el momento. Pero, querida Leticia, hoy estoy hablando muy en serio. –luego fijo nuevamente los ojos
El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando Alejandro llegó a la casa del lago. La luz de la mañana se reflejaba sobre la superficie del lago ofreciendo un paisaje de ensueño. Descendió de su vehículo y se quedó uno minutos disfrutando del paisaje. Respiró profundamente, dejando que el aire fresco del campo le despejara la mente.Se aproximó a paso seguro a la entrada de la casa. Una empleada le abrió la puerta con una sonrisa discreta. Apenas cruzó el umbral, el aroma a madera pulida y café recién hecho lo envolvió. Mientras ingresaba al recibidor, vio a Leticia parada al inicio de la escalera en el segundo nivel. Estaba impecable como siempre.Bajó las escaleras con una elegancia estudiada, deteniéndose frente a él en el salón principal.A esa hora, la luz ingresaba a través de los ventanales, proyectando sombras alargadas que acentuaban la sofisticación de los muebles antiguos. La casa estaba en calma, pero en el interior, la tensión flotaba en el aire, sutil pero innegable.—B
—Ah, señorita Duarte —dijo él con una sonrisa tensa, como si hubiera sido sorprendido en un acto indebido—Solo revisaba que todo estuviera en orden. Ya sabe, me preocupa la salud de mi esposa.Elena asintió lentamente, pero su intuición le gritaba que algo no estaba bien. Y que su presencia allí tenía claras motivaciones. O mejor, muy oscuras motivaciones. Había algo calculador en la forma en que Rodrigo Villalba sostenía el frasco, como si estuviera decidiendo algo más allá del simple bienestar de su esposa. Disimuladamente, observó el frasco que él tenía en las manos. Estaba abierto. Fingiendo no notar nada inusual, lo tomó con suavidad y, mientras él se alejaba, hizo una marca discreta en la etiqueta. Si sus sospechas eran correctas, ese hombre, estaba haciendo lo posible por alterar el tratamiento de su esposa.Elena decidió arriesgarse y tomar medidas al respecto sin levantar sospechas. Sintió una mezcla de temor y determinación afianzarse en su interior. No podía quedarse de br
Con el equipaje listo, los autos estaban preparados para salir. Alejandro abrió la puerta del coche para que Leticia entrara, y ella subió, ajena a la tormenta de emociones que se libraba dentro de él. El sol a esa hora de la mañana bañaba la carretera con una luz dorada. Los motores rugieron al unísono mientras los vehículos emprendían su camino de regreso a la ciudad. En el silencio del trayecto, Alejandro mantenía la vista fija en la carretera, conduciendo con precisión mecánica, pero su mente estaba en otra parte. La imagen de Iván, inclinado hacia Elena con esa sonrisa seductora, no dejaba de repetirse en su mente.La mañana era fresca, pero dentro del auto de Alejandro, el ambiente estaba tenso, cargado de pensamientos no expresados. Él mantenía la mirada fija en el camino, sus manos firmes en el volante. La imagen de Iván demasiado cerca de Elena, la forma en que ella le sonrió, el descaro con el que él la tocó... todo lo carcomía por dentro.Leticia, sentada a su lado, cruzó