Elena arqueó una ceja, detectando una nota de resentimiento en la voz de la mujer. ¿Sería cierto lo que le había dicho Alejandro? ¿Acaso la esposa de Rodrigo Villalba, su compañera de tantos años sentía rencor hacia él?La mujer la miró con un destello de lucidez en los ojos.-Mamá me alegra verte hoy un poco más despierta y con ánimo. Eso es excelente, así podrá conocerte mejor Elena y tú a ella. Viene recomendada por Alejandro. –Le dijo en tono suave y cariñoso. Definitivamente Leticia amaba a su madre. Su tono y mirada cambiaban cuando se dirigía a ella. La miraba con un toque de ternura y preocupación genuina en sus ojos.-¿Alejandro está en la casa? ¿Y por qué no ha venido a saludarme? Ese hombre es todo un caballero. No veo la hora que por fin se casen. Mis nietos serán hermosos…-Le dijo Camila Villalba a su hija, mientras le estrechaba las manos con cariño, seguía lúcida. Era claro que la relación entre madre e hija era muy estrecha.Leticia miró hacia el marco de la puerta en
Salieron de la mansión en silencio. Alejandro abrió la puerta del automóvil para ella, tal como lo había hecho la primera vez que la llevó allí. Cuando se acomodó en el asiento del copiloto y él tomó su lugar frente al volante, Elena soltó un suspiro.—No tienes por qué hacer esto —murmuró, sin mirarlo.—No suelo hacer cosas que no quiero hacer —respondió él con tranquilidad, encendiendo el motor.Elena giró el rostro para mirarlo, pero Alejandro ya tenía la vista fija en la carretera, conduciendo con esa misma precisión calculada que parecía definirlo en todo momento.El viaje transcurrió en un silencio tenso. A medida que avanzaban, Elena sintió cómo sus pensamientos se arremolinaban. Alejandro Santoro era un enigma. Un hombre con más capas de las que estaba dispuesta a descubrir.El trayecto hasta el apartamento de Elena transcurrió en un silencio que no era incómodo, pero sí cargado de pensamientos no expresados. Alejandro conducía con la misma precisión controlada de siempre, y E
El primer roce fue suave, casi como una pregunta silenciosa, pero cuando ella no se apartó, Alejandro profundizó el contacto. Su boca era cálida y exigente, con una mezcla perfecta de urgencia contenida y control absoluto.Elena soltó un suspiro ahogado contra sus labios, sintiendo cómo la fuerza de su beso la envolvía por completo. Sus manos, que habían estado firmemente apoyadas en su pecho con la intención de apartarlo, se aferraron a su camisa casi sin darse cuenta.Alejandro la atrajo más hacia él, una de sus manos rodeándola por la cintura con firmeza mientras la otra se deslizaba lentamente por la espalda, sosteniéndola como si temiera que ella desapareciera en cualquier momento.Elena sintió su piel arder bajo su toque, cada terminación nerviosa alerta, cada sentido demasiado consciente de la sensación de su cuerpo presionándose contra el de él. Se dejó llevar por la profundidad y la exigencia de los labios de Alejandro con la misma intensidad.Era un beso peligroso pero subli
Leticia Villalba estaba iluminada por la brillante lámpara de cristal que colgaba del techo en el centro de la sala principal de la casa.Alta, elegante, con un vestido color vino que se ajustaba a su figura perfecta. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus labios, pintados de rojo intenso, se curvaron en una sonrisa que no reflejaba felicidad de verlos.Tenía una mirada afilada que se posó primero en Alejandro, con un brillo de posesión, y luego en Elena, con una estudiada indiferencia que apenas disfrazaba el escrutinio.El silencio en la estancia se volvió espeso.—Alejandro —murmuró Leticia, con una dulzura calculada.Avanzó con pasos lentos pero seguros, dejando que el eco de sus tacones resonara en el suelo de mármol pulido.Elena sintió que cada uno de esos pasos era una declaración silenciosa: "Este es mi territorio. Y Él es mío también".Alejandro, por su parte, se mantuvo imperturbable.—Leticia —respondió con una sonrisa controlada.Ella no se detuvo hasta
Elena despertó con un sobresalto, la respiración agitada y con la frente sudada. Tuvo la misma pesadilla que la perseguía por años. Ese recuerdo que le aprisionaba el pecho y no la dejaba en paz ni siquiera dormida… un pensamiento le vino a la mente, sintió en lo más profundo de su ser que ni ella ni sus propios padres podrían descansar en paz hasta que lograra obtener su venganza… hasta que se lograra hacer justicia, se corrigió mentalmente. Miró su reloj en la mesa de noche junto a la cama. Marcaba las 4:30 de la madrugada. Se levantó y se dirigió al cuarto de baño. Necesitaba una ducha, despertarse del todo antes de iniciar su doble trabajo en esa casa.A las 5:00 AM ya estaba vestida con su uniforme, que aún sin proponérselo la hacía lucir esbelta, se recogió el cabello en una cola alta lo que resaltaba sus facciones, un pequeño y delicado mechón de cabello le caía al lado de la frente enmarcándole el rostro. Contempló el amplio jardín desde la ventana de su habitación antes de sa
El primer día de Elena en la casa Villalba había transcurrido en calma después de ese encuentro temprano en la mañana con su enemigo. Le había mentido cara a cara y sin titubear al decirle que no había encontrado las pastillas. Tenía avances con lo que había hallado, sabía que debía tener precaución en cada detalle.Esa tarde, mientras cepillaba con delicadeza el cabello de Camila, la mujer mantuvo la vista fija en el jardín. De pronto, comenzó a hablar, como si sus pensamientos se desbordaran sin control.—Me ha traicionado… me ha engañado terriblemente. Y lo peor de todo es que se ha enredado con una mujer que podría ser su hija…—murmuró, con una amarga sonrisa—Yo se lo he dado todo, toda mi lealtad…Todo mi apoyo…Elena permaneció en silencio, dándole espacio para continuar. En ese momento Camila Villalba la tomó de la mano con suavidad, le quitó el cepillo y lo dejó en su propio regazo.—Siéntate a mi lado por favor. —le pidió a Elena. Ella tomó la silla del tocador y la colocó al
Era su tercer día en la casa Villalba y Elena sentía que tenía avances significativos con su paciente. Tanto en su bienestar, como en su investigación. Eso se repetía a sí misma para acallar la inquietante sensación de estar cruzando límites en su ética profesional. Pero las conversaciones fluían con tal naturalidad que podía cumplir ambos propósitos: aliviar la mente fragmentada de Camila, ayudándola a recordar lo más que pudiera, y obtener la información que necesitaba para sus propios fines junto con Alejandro…Alejandro.Hoy debían reunirse para hablar de los progresos alcanzados hasta el momento. Solo pensar en verlo hacía que su corazón latiera con más fuerza. Llevaba dos días sin escucharlo, sin verlo, y le sorprendía lo mucho que lo extrañaba… Ese sentimiento la irritaba. Le molestaba su propia vulnerabilidad. Le hacía sentir un poco de rabia consigo misma, darse cuenta de que él tenía ese efecto en ella.También vería a Valeria, lo que le llenaba de emoción. Necesitaba a su he
Elena le pidió a Iván que la esperara un momento. Iba a subir por sus cosas. Mientras se alejaba al interior de la casa, Iván la contemplaba detenidamente.-Vaya Iván, disimula un poco. Sé que eres un seductor empedernido y te he visto en acción, pero por favor, ¿la enfermera también?-Dijo Leticia en tono sarcástico.-Me disculparás Leticia querida, pero la verdad es que no me esperaba lo hermosa que es la nueva enfermera de tu madre. Tu novio me mencionó lo buena que es en su trabajo. Pero amigo mío no mencionaste que es toda una amazona.Alejandro le lanzó una mirada fulminante, lo que ocasionó un poco de gracia en su amigo, quien tenía conocimiento de los planes de su socio y amigo, pero no conocía todos los detalles.-Me siento un poco responsable por Elena y su trabajo con la madre de Leticia. Por favor trata de mantener tus tentáculos e impulsos lejos de ella.-La voz se Alejandro se mantuvo serena aunque tenía los músculos tensionados. Leticia lo notó.-Querido, está bien que te