- No existe.
- Existe... Y debería llamarse María Lua Casanova.
Volví a reír mientras Theo elegía una película y la ponía. En cuanto se sentó a mi lado, sentí el leve aroma de su perfume, que me trajo recuerdos muy vívidos.
- ¿Tienes... ¿Tienes frío? - Me miró.
- Un poco... - Mentí al notar que se me ponía la piel de gallina.
Y no era la temperatura, era el recuerdo de su olor el día que nos besamos por primera vez. Me sonrojé sin darme cuenta. En cuanto me di cuenta, Theo me tapó con una manta, haciendo que Pussycat saltara al sofá y se tumbara a mi lado.
- Perro maltratado. Y tú sigues hablando de mi gato -se quejó, mientras Gatão lo miraba, con la cabeza apoyada en mis piernas.
Fluffy se acurrucó contra el respaldo del sofá, junto a la cabeza de Theo, disimula
Nos miramos fijamente y sentí que se me contraía el estómago. Mariposas en el estómago, como acababa de decir en la escena de la película. Sí, era como si revolotearan, incontables, volando en su interior.Observé su boca y nunca había deseado nada más que besarle en aquel momento. Tragué saliva, me humedecí los labios y me incorporé:- I... Tengo mucho sueño -mentí.- Pero... ¿No vas a ver la película hasta el final?- No... Terminaré durmiendo aquí si insisto en verla.- ¿Y qué tiene de malo dormir aquí?- Yo... Me voy a la cama.- ¿Y el dulce?- Como... Mañana. O de madrugada.Salí sin mirar atrás, oyendo a Big Cat saltar del sofá y unirse a mí. Abrí la puerta del dormitorio y cuando la cerré, apoyé mi cuerpo d&
- La mayoría de las veces no.Entrelacé mis dedos, envolviéndolos con fuerza.- I... Creo que ahora debería dormir. - Me tumbé, tapándome.Theo me alisó el pelo:- Voy a quedarme aquí... Hasta que te duermas.- No es necesario, Theo.- Quiero hacerlo, Maria Lua. - Fue tajante.Cerré los ojos y sentí sus dedos bajo las hebras de mi cabello. Aquel contacto me dio sueño... Mucho sueño. Sobre todo viniendo de Theo, con toda su ternura.El nerviosismo fue desapareciendo a medida que él enredaba sus dedos en mi pelo. Así que acabé durmiéndome, aunque sentía que las palabras acusadoras del sueño eran reales... Y tratando de entender lo que Theo y yo habíamos hablado unos minutos antes.Abrí los ojos y vi a Theo a mi lado, con la cara vuelta hacia mí, los ojos cerrados y
Después de aquella mañana interrumpida por la llamada de Ben, Theo y yo nos evitamos todo lo posible. Apenas nos hablábamos, ni siquiera en el trabajo.Málica, por su parte, volvió más tarde de lo esperado. Sabía que había hablado con Babi de mí, pero no sabía que yo estaba al corriente de lo ocurrido, pues le había pedido a mi madre que no me dijera nada.Resulta que, además de advertirme Ben sobre la arpía, mi madre me dio toda la información sobre la conversación, con una recomendación final:- ¡Malu, ten cuidado con esta mujer! O es muy tonta, o se lo está montando. Y en ambos casos, no es la persona adecuada para nuestro Theozinho. Para empezar, ella tiene el cinismo y la audacia de venir a hablar de mi hija.- No te preocupes, mamá. Si depende de mí, haré de su vida un infierno. - Sonreí con satisfa
Opté por ir al dormitorio, cerrar la puerta e ir al baño. Desde allí no oía nada. Hasta ahora sólo había oído una vez el ruido de la cama al chocar contra la pared. Y Theo me había prometido que no volvería a ocurrir.Pero allí estaban los dos, sin importarles que yo estuviera allí. Especialmente él, que había prometido no volver a hacerlo. Porque en el fondo de mí, me había dado cuenta de que podía sentir algo por él que no fuera sólo fraternal, el día que casi nos besamos en mi cama.Me había equivocado. Sacudí la cabeza, aturdida, sintiendo que las malditas lágrimas me traicionaban. Me estaba matando. Estar cerca de Theo era completamente destructivo para mi vida. Y la única razón por la que no me había convertido en polvo era porque él se había marchado cuatro años antes.
- ¿Theo? ¿Qué haces aquí? - Fingí que Theo me pillaba en el baño.Me temblaba la voz, porque acababa de llegar y había sido tan idiota como para llamar a Dimi Theo en el acto.- ¿Qué coño hace Theo en el baño contigo? Joder, ¿no llama a tu puerta? - Dimi estaba confuso y furioso.- Voy a arreglarlo con el gilipollas de mi hermano. Hasta luego, Dimi.Terminé la llamada y sentí que mi corazón latía con fuerza... Tan fuerte como la puerta de la habitación de Theo. Me levanté, me bajé el vestido y salí del baño rápidamente, preocupada.Abrí la puerta y sólo vi la habitación de Theo abierta. Entré y no había nadie. Sólo la puerta llena de cicatrices... Toda la habitación en penumbra... La cama deshecha... Y un par de esposas atadas a la cabecera.
- I... - No pude terminar.- ¿Qué mano usaste para tocarte? - Su voz era tan suave que asentí, confirmando que era la que él tenía.Entonces Theo hizo lo que nunca había imaginado. Se llevó mi mano a los labios y besó cada dedo, mirándome fijamente. Luego se metió el meñique en la boca, haciéndome sentir su saliva caliente, el frío en la boca del estómago destrozándome por completo. Su dedo anular ocupó la cavidad profunda, seguido del dedo corazón, el índice y el pulgar, que besó ligera y delicadamente.Me mordí los labios, sin saber qué hacer por primera vez en mi vida. Si hubiera sido cualquier otro hombre, lo habría tirado sobre la cama y le habría arrancado la ropa, dejándolo ir sólo después de haber tenido sexo innumerables veces. Pero era Theo... El maldito Theo... Y él
Cerré la puerta del dormitorio de un portazo, oyéndole al otro lado:- ¿Sabías que tiene una aventura con Dimitry? Pregúntale quién es Dimitry -gritó, intentando perturbar mi relación remunerada.- ¿Debería preguntarle quién es Dimitry? - El hombre arqueó una ceja.- Por supuesto que no. - Me senté en la cama, observándole. - Quítese la camisa, por favor.Sonrió, pasándose la mano por la cabeza, parecía avergonzado:- Es usted... Muy directo.- Yo pago. Quiero disfrutar de cada minuto, ya que es muy caro -dije sin rodeos.El hombre tragó saliva y se quitó la americana, luego se desabrochó la camisa blanca sin prisas.Por supuesto, podría haber salido con cualquier otro hombre y haber tenido sexo de verdad. Pero tener sexo no siempre significaba disfrutarlo. Ya me había
- No estoy aquí para que me juzgues, Hades. Sólo quiero disfrutar... Haz bien tu trabajo y podrás ganar un extra -me burlé.- ¡Con mucho gusto, señorita! - Sonrió, se arrodilló en el colchón y se acercó a mí, con el pecho desnudo, los pantalones entreabiertos, parte de su ropa interior a la vista, la polla dura.Con sus manos, separó mis piernas y lamió toda mi longitud, sin prisas. Su lengua era grande y ágil y no tardé en agarrarme con fuerza al cabecero, sintiendo cómo exploraba sin prisas toda mi zona púbica.Oí ladrar a Gatão fuera y el ruido de objetos que se rompían. Me levanté inmediatamente, casi cayéndome al ir hacia la puerta, chocando con Theo nada más abrirla.Inmediatamente miró al hombre, sin camisa, que se estaba subiendo la cremallera del pantalón, con la polla a&uacu