- ¿Theo? ¿Qué haces aquí? - Fingí que Theo me pillaba en el baño.
Me temblaba la voz, porque acababa de llegar y había sido tan idiota como para llamar a Dimi Theo en el acto.
- ¿Qué coño hace Theo en el baño contigo? Joder, ¿no llama a tu puerta? - Dimi estaba confuso y furioso.
- Voy a arreglarlo con el gilipollas de mi hermano. Hasta luego, Dimi.
Terminé la llamada y sentí que mi corazón latía con fuerza... Tan fuerte como la puerta de la habitación de Theo. Me levanté, me bajé el vestido y salí del baño rápidamente, preocupada.
Abrí la puerta y sólo vi la habitación de Theo abierta. Entré y no había nadie. Sólo la puerta llena de cicatrices... Toda la habitación en penumbra... La cama deshecha... Y un par de esposas atadas a la cabecera.
- I... - No pude terminar.- ¿Qué mano usaste para tocarte? - Su voz era tan suave que asentí, confirmando que era la que él tenía.Entonces Theo hizo lo que nunca había imaginado. Se llevó mi mano a los labios y besó cada dedo, mirándome fijamente. Luego se metió el meñique en la boca, haciéndome sentir su saliva caliente, el frío en la boca del estómago destrozándome por completo. Su dedo anular ocupó la cavidad profunda, seguido del dedo corazón, el índice y el pulgar, que besó ligera y delicadamente.Me mordí los labios, sin saber qué hacer por primera vez en mi vida. Si hubiera sido cualquier otro hombre, lo habría tirado sobre la cama y le habría arrancado la ropa, dejándolo ir sólo después de haber tenido sexo innumerables veces. Pero era Theo... El maldito Theo... Y él
Cerré la puerta del dormitorio de un portazo, oyéndole al otro lado:- ¿Sabías que tiene una aventura con Dimitry? Pregúntale quién es Dimitry -gritó, intentando perturbar mi relación remunerada.- ¿Debería preguntarle quién es Dimitry? - El hombre arqueó una ceja.- Por supuesto que no. - Me senté en la cama, observándole. - Quítese la camisa, por favor.Sonrió, pasándose la mano por la cabeza, parecía avergonzado:- Es usted... Muy directo.- Yo pago. Quiero disfrutar de cada minuto, ya que es muy caro -dije sin rodeos.El hombre tragó saliva y se quitó la americana, luego se desabrochó la camisa blanca sin prisas.Por supuesto, podría haber salido con cualquier otro hombre y haber tenido sexo de verdad. Pero tener sexo no siempre significaba disfrutarlo. Ya me había
- No estoy aquí para que me juzgues, Hades. Sólo quiero disfrutar... Haz bien tu trabajo y podrás ganar un extra -me burlé.- ¡Con mucho gusto, señorita! - Sonrió, se arrodilló en el colchón y se acercó a mí, con el pecho desnudo, los pantalones entreabiertos, parte de su ropa interior a la vista, la polla dura.Con sus manos, separó mis piernas y lamió toda mi longitud, sin prisas. Su lengua era grande y ágil y no tardé en agarrarme con fuerza al cabecero, sintiendo cómo exploraba sin prisas toda mi zona púbica.Oí ladrar a Gatão fuera y el ruido de objetos que se rompían. Me levanté inmediatamente, casi cayéndome al ir hacia la puerta, chocando con Theo nada más abrirla.Inmediatamente miró al hombre, sin camisa, que se estaba subiendo la cremallera del pantalón, con la polla a&uacu
Theo se bajó rápidamente de mí, casi cayéndose al intentar dirigirse al pasillo, apurado y asustado. Cerró la puerta y yo me quedé allí, inmóvil, mirando al techo, con mil sensaciones dentro de mí.No estaba segura de lo que sentía por Theo. O mejor dicho, no quería estarlo. Pero fuera lo que fuera, era recíproco. Y no sé si eso era bueno o malo. Porque no quería sentirme... Y no quería que él lo sintiera. Porque estaba mal, era injusto, era asqueroso, era una traición a todo lo que Babi y Heitor habían hecho por mí.No había mucha más opción que coger mis cosas y volver a Noriah Norte. Pero, ¿podría volver a alejarme de Theo?Necesitaba poner en orden mi cabeza, además de mi corazón.Cogí el móvil y vi un mensaje de Dimitry:"Hola, loca MaluTe jur
Suspiré, llevando al gato al cuarto de baño. Lo único que me quedaba por hacer era ocuparme, para no pensar en toda la basura que mi cabeza insistía en traer a colación.Metí al gato en la ducha, tratando desesperadamente de escapar. Me quité el vestido, dejándome sólo la lencería, y me metí, abriendo la ducha. Me toqué las bragas y suspiré, recordando cómo habían caído en su sitio.- Ah, Theo... Nunca podremos llevarlo a cabo. ¡Pero que te quedes con Malica tampoco es una solución! Prefiero estar sola a engañarme a mí misma. Porque eres el único que me gusta. Puedo tener sexo con muchos hombres, pero no me involucraré con ninguno. Ahora tú... Bueno, si de verdad te gusto, estás siendo un hijo de puta con esa disimulada Malica. - Agarré al gato, con dificultad, mientras intentaba escaparse de mis m
Oí unos golpes en la puerta que me parecieron demasiado lejanos para responder.- María Lua... - No pude distinguir la voz al otro lado de la puerta.El gran gato empezó a ladrar y me revolví en la mullida cama, deseando quedarme allí para siempre. Levanté el edredón, cubriéndome la cabeza y tapándome los oídos con las manos. Pero seguían llamándome, insistentemente.Oí un golpe que me sobresaltó, pero no pude moverme. Me quitaron la manta de la cabeza y Theo me miró:- María Lua...Volví a cerrar los ojos e hice una mueca. Sentí su mano en mi mejilla.- ¡Estás ardiendo! ¿Por qué no me has llamado?- ¡Vete a la mierda! - Fue lo único que conseguí decir.Realmente quería que se fuera a la mierda y saliera de mi vida.- ¿Qué sientes
Ella sonrió y, antes de que pudiera responder, Theo dijo:- Es la hija de Bárbara Novaes, así que la pregunta es un poco... Normal -explicó-.- No creo que vaya a morir. - El médico rió divertido. - Pero me preocupa el hecho de que no pueda mover los dedos.Me miré los dedos e intenté moverlos, pero en realidad no se movían. Inmediatamente me sentí muy mareada.- Necesito un antipirético inmediatamente. No reacciono bien a la fiebre. - Le dije claramente.A partir de ese momento, Theo ya no pudo acompañarme. Inmediatamente después de la inyección, me sentí mucho mejor.Limpiaron y desinfectaron la herida. Luego vino el traumatólogo a examinarme los dedos. Los analizó a fondo y dijo:- No creo que me haya roto el tendón. Pero, en cualquier caso, puede haber causado alguna lesión. Lo comprobaremos con un e
Era como si las mariposas se hubieran liberado por fin, por todo mi estómago, volando a través de mi vientre, algunas aterrizando en mi corazón, coloreando todo el oscuro lugar de mi interior, trayendo una sensación que quizás nunca había sentido antes. Theo dijo todo lo que había querido oír de él durante toda mi vida. Y entonces la mujer de tantas palabras se quedó sin saber qué decir exactamente, ya que el hombre al que había amado toda su vida había descrito exactamente todo lo que sentía.- Por el amor de Dios... Di algo - suplicó. - Aunque sea mándame al infierno y llámame loco depravado... Y amenazar con contárselo a nuestros padres.Yo permanecí en silencio. Las palabras queriendo salir, pero muriéndose en mis labios.Theo no dijo nada durante un rato. Luego concluyó, dejándolo muy claro:- Me do