Oí unos golpes en la puerta que me parecieron demasiado lejanos para responder.
- María Lua... - No pude distinguir la voz al otro lado de la puerta.
El gran gato empezó a ladrar y me revolví en la mullida cama, deseando quedarme allí para siempre. Levanté el edredón, cubriéndome la cabeza y tapándome los oídos con las manos. Pero seguían llamándome, insistentemente.
Oí un golpe que me sobresaltó, pero no pude moverme. Me quitaron la manta de la cabeza y Theo me miró:
- María Lua...
Volví a cerrar los ojos e hice una mueca. Sentí su mano en mi mejilla.
- ¡Estás ardiendo! ¿Por qué no me has llamado?
- ¡Vete a la mierda! - Fue lo único que conseguí decir.
Realmente quería que se fuera a la mierda y saliera de mi vida.
- ¿Qué sientes
Ella sonrió y, antes de que pudiera responder, Theo dijo:- Es la hija de Bárbara Novaes, así que la pregunta es un poco... Normal -explicó-.- No creo que vaya a morir. - El médico rió divertido. - Pero me preocupa el hecho de que no pueda mover los dedos.Me miré los dedos e intenté moverlos, pero en realidad no se movían. Inmediatamente me sentí muy mareada.- Necesito un antipirético inmediatamente. No reacciono bien a la fiebre. - Le dije claramente.A partir de ese momento, Theo ya no pudo acompañarme. Inmediatamente después de la inyección, me sentí mucho mejor.Limpiaron y desinfectaron la herida. Luego vino el traumatólogo a examinarme los dedos. Los analizó a fondo y dijo:- No creo que me haya roto el tendón. Pero, en cualquier caso, puede haber causado alguna lesión. Lo comprobaremos con un e
Era como si las mariposas se hubieran liberado por fin, por todo mi estómago, volando a través de mi vientre, algunas aterrizando en mi corazón, coloreando todo el oscuro lugar de mi interior, trayendo una sensación que quizás nunca había sentido antes. Theo dijo todo lo que había querido oír de él durante toda mi vida. Y entonces la mujer de tantas palabras se quedó sin saber qué decir exactamente, ya que el hombre al que había amado toda su vida había descrito exactamente todo lo que sentía.- Por el amor de Dios... Di algo - suplicó. - Aunque sea mándame al infierno y llámame loco depravado... Y amenazar con contárselo a nuestros padres.Yo permanecí en silencio. Las palabras queriendo salir, pero muriéndose en mis labios.Theo no dijo nada durante un rato. Luego concluyó, dejándolo muy claro:- Me do
- Quería dormir en mi cama. Para ello, necesitaba un baño. Es tan simple como eso.- A los gatos no les gustan los baños.- Pero se habla de baños para gatos. Así que... Se bañan. Sabes que no estoy muy familiarizado con los gatos. Todavía estoy aprendiendo a tratar con mi perro.- Baños de gato sólo en tiendas de mascotas especializadas, mi amor. Fluffy incluso odia ser bañado en la tienda de mascotas.- No estoy vestida para el café. - Me miré.- Te ves hermosa... Como siempre.Le toqué el brazo, alisándoselo cariñosamente. Nuestras miradas se cruzaron brevemente, pero pude ver cómo se erizaban los pelos de sus brazos.Cómo deseaba tener el valor de tocarle sin culpa, sin miedo, como había hecho hasta hacía poco, con la certeza de que él me retendría y nada pasaría de ahí.
Me enjugué las lágrimas, sintiendo que se me derretía el corazón:- Sí, todo iba bien, hasta que mamá y yo íbamos por la calle y nos encontramos a un bebé llorando en un cubo de basura... - Me eché a reír.- Vale, y decidieron recogerlo, ya que tenías muchas ganas de jugar con alguien. - Hizo una mueca.- Recuerdo que lloraste cuando te dije que... Fui una mala hermana.- Mamá siempre lo superaba. - Theo se encogió de hombros.- ¿Te traumaticé?- Un poco... Me encontré un bebé en el complejo de la papelera. - Se rió.- Fui cruel. Pido disculpas.- ¿Te disculpas? Eso sí que me impresiona. Lo bueno es que viniendo del cubo de la basura, siempre supe que no éramos hermanos de sangre. - Me guiñó un ojo.- Theo, los diarios todavía existen. Y están en ma
Sonó su teléfono. Theo miró la pantalla:- Heitor Casanova... El dueño de todo el puto asunto. - Se echó a reír. - Seguro que quiere saber algo de la princesa de todo el puto asunto.- Dile que la princesa acaba de encontrar a su príncipe... De hecho, el heredero legítimo de todo el puto negocio. - Apoyé la espalda en la silla, riendo.Theo rió y respondió, explicando que yo estaba bien. Pronto Heitor quiso hablar conmigo, junto con Babi. Aquella preocupación que ambos tenían me dejó tan en deuda con ellos que no tenía forma de explicarlo. Se trataba de amor, de gratitud, de toda una vida... Lo que sentía por Heitor y Babi era grande. No era mayor que lo que sentía por su hijo, que a veces me asfixiaba, tan profundo era mi amor por Theo.Una vez terminada la llamada y tranquilizados y convencidos de que yo estaba bien, llegó el mom
No intercambiamos otro beso aparte de aquel impresionante. Volvimos al piso, concentrados en hablar de nuestras mascotas y de cómo les iba.Cuando entrábamos en el aparcamiento, sonó mi teléfono. Era un número desconocido.- ¿Señorita Maria Lua?- ¿Quién es? - pregunté, curiosa.- Gregório... O Greg, como me llamabas.- ¿Greg? - Sonreí. - Te echo de menos. ¿Puedes creer que el gato de Theo me mordió? Casi me muero.- Estaba allí esta mañana cuando el Sr. Theo te llevó al hospital. Y es exactamente por eso que te llamo: para ver si estás bien.- Sí, estoy bien. Por suerte no tuve que operarme y si todo va bien en quince días estaré como nueva.- Creo que es hora de que organicemos esa reunión entre tú y mis chicas.- No señorita, Greg. Llámame María Lua y ya está. Y sí, me muero por esta cita. ¿Y sabes lo primero que le voy a preguntar a María Gregoria?- No tengo ni idea...- Si alguna vez ha querido matarte por darle ese nombre. - Me reí.Oí su risa al otro lado de la línea y luego s
Me reí:- "¿El pequeño Theo?- Quería sacarle una sonrisa. - Me miró, orgulloso.- Disculpa aceptada.- Quería que cuando volvieras supieras lo bien recibido que eras aquí. Y Fluffy promete que te portarás bien a partir de ahora.- Y yo prometo no bañarlo. ¡Nunca más! - Levanté la mano.- La mano está incluso opaca junto a estos arañazos de aquí... - Me tocó la cara y luego el cuello, sin prisa.- Espera a ver los arañazos de su barriga... - bromeé, cerrando los ojos.Lentamente me alisó el cuello con su cálida mano, sus dedos llegaron a la parte posterior de mi oreja, provocando mi excitación.- Buenas noches, familia.Los dos volvimos la cara al mismo tiempo hacia Málica, que salía de la cocina con su delantal blanco, sin un solo rastro de suciedad, y una cuchara de madera en la mano. Llevaba unos zapatos negros en los pies y ni siquiera se le veía lo que llevaba debajo del delantal, de tan corto que era.- ¿Qué...? Estás... ¿Qué haces aquí? - preguntó Theo, atónito.- ¿Cómo que qué
Pero antes de que pudiera venir, fui a su encuentro y nos encontramos en el pasillo, los dos prácticamente corriendo el uno hacia el otro.- María Lua... ¿Va todo bien? - preguntó Theo preocupado.Observé a Malica justo detrás de él, desconcertada.- Theo, mira esto. - Le entregué mi móvil.En cuanto terminó de leerlo, me miró. Sus ojos se ensombrecieron y, además de furia, pude ver decepción:- ¿Cómo...? ¿Te has enterado?- Varios mensajes... Papá, mamá, Ben...- Theo, ¿qué ha pasado? - Malica tenía curiosidad.Me alcanzó el móvil, que ella empezó a leer inmediatamente.No me lo pensé dos veces y me acerqué a él, abrazándolo. Theo rodeó mi cuerpo con sus brazos y pude sentir su jadeo. Podía imaginar la decepci&oac