Arrugó la frente, arqueando una ceja:
- Peor, sé que no has bebido.
- No he bebido. - Sonreí.
- ¿Te he dicho alguna vez que no vales nada?
- Unas cuantas veces. Pero como sé que valgo mucho, no me importa lo que digas. Al menos por ahora. Tal vez un día me canse de todo esto. Entonces, Theo, estarás jodido. - Cogí al perro y me fui con él atado, en dirección al ascensor. - Nunca conocerás a nadie como yo en tu vida. - Me oí hablar solo cuando se abrió la puerta del ascensor y salió un hombre trajeado, mirándome confuso.
- I... A veces hablo sola. - Sonreí, tratando de justificarme.
- ¿Quién no lo hace? - Sonrió amablemente. - Señor Theo, he venido a ayudarle con las maletas.
Seguí al hombre hasta el coche, mientras Theo sacaba las maletas.
- Soy Maria Lua. - Me presenté al hom
Me levanté y miré profundamente sus ojos verdes, cogiendo la correa del perro:- I... Creo que será mejor que me vaya a un hotel. Siento... Que tu maleducado gato arañara a mi perro. - Salí al pasillo, prácticamente tirando de Gato, que no quería ir.- ¿Dónde... ¿Adónde vas? - preguntó Theo, atónito, siguiéndome.- Voy a pedirle a Greg que me devuelva las maletas.- ¿Greg? ¿Quién es Greg? - preguntó Málica.- El portero -aclaré. - ¿No sabes cómo se llama el portero?- ¿No era Gregorio? - Miró a Theo.- ¿Cuánto hace que vienes aquí? - le pregunté. - Porque ya conozco al portero. Y ahora voy a tener que ir a otro sitio, algún lugar frío, solitario, que acepte perros heridos... Y mujeres con el corazón roto. - Hice un moh&ia
- María Lua ni siquiera sabe dónde está la cocina en nuestra casa. - Hizo ademán de decir.- Pues que sepas que he cocinado platos muy ricos. - Presumí, en una hermosa mentira.- ¿Dónde? - Theo se rió mientras se servía un trozo de tarta.- En casa de Robin -mentí de nuevo. - Tenía... Una cocina. E incluso... Sartenes.Ambos empezaron a reírse y eso no me gustó. Pero encerrarme en mí mismo estaba fuera de cuestión. Para no enfadarme, comí un poco más de tarta de cacahuete. Los dulces eran buenos para mí. Y me animaban.Al tercer trozo, empecé a sentirme mal. Aparté el plato y me quedó un poco de tarta.- Espero... Espero que te haya gustado -dijo Málica con simpatía.- Me gustó. Me gustó tanto que me harté. No creo que vuelva a comer tarta de cacahuete.
- Te odio, Theo. - Cerré la puerta con llave.Big Cat estaba tumbado en mi cama. Levantó la cabeza cuando me vio y luego volvió a apoyarla en la almohada.- ¿Has visto lo que piensa de mí? - Me puse las manos en la cintura. - Theo nunca cree que yo pueda hacer nada bueno, ¿sabes? Me odia... Igual que yo le odio a él...Me tumbé junto a Gato, acariciándole el pelaje sin que ni siquiera abriera los ojos. Le toqué la parte herida del hocico y entré en el baño, cogiendo una toalla y limpiando la zona que había sido arañada. Quité la sangre y el perro volvió a dormirse.- Joder, ¿sólo duermes? Pensé que ibas a protegerme, ser fiel y compañero, ya que viniste desde Francia para esto. Lo único que vamos a hacer juntos es echarnos una siesta, creo. Y ahora tenemos que pensar qué vamos a hacer con Fluffy. Es demasiado agresivo para vivir en esta casa. No es más que un pobre gatito.Pobre Gatito, oyó la palabra Gatito y levantó la vista, sobresaltado. Sí, él ya sabía que el gato no valía nada.
Sí, se me pasó por la cabeza que seríamos nosotros dos. Pero no. Una vez más me había equivocado. Suspiré y entré en el salón, mirando las fotos y otros objetos decorativos.- Me gusta lo versátil que eres a la hora de vestir -comentó Málica, sin el delantal de cocina que le cubría parte del cuerpo. - Primero romántico, con rosa y blanco. Ahora negro total, con rojo para rematar.- Yo soy así... Me gusta variar: pelo, maquillaje, ropa, zapatos... Los hombres. - Fui honesta.- Pero Theo dice que ya tienes 24. ¿No estás pensando en encontrar a alguien con quien quedarte... ¿Para siempre?- Engañé a mi prometido... - Toqué la escultura de cristal de la mesita. - Con mi primo hermano", le expliqué.- Ah... - Ella frunció el ceño.- Dimi es el tipo de hombre al que no puedes resistirte, ¿sabes? - Me encogí de hombros.- I... Estoy a favor de la fidelidad. Si estoy con alguien, le seré fiel. Si alguna vez me apetece tener a alguien más, se lo haré saber y terminaré la relación.- No todo el
- ¡Theo! - le reprochó Malica.Nos miramos fijamente durante un rato y me di cuenta de lo enfadado que estaba Theo, porque le temblaban las fosas nasales. Theo sólo tenía ese aspecto cuando estaba muy enfadado.- No me trates como a un niño, ¡porque no lo soy! - Me levanté y tiré la servilleta sobre la mesa.- Si no quieres que te traten como a un niño, actúa como un adulto.Desconcertado, salí furioso de la habitación. En el pasillo, me encontré con el gato malvado, que había intentado asesinar a mi perro. Me quedé inmóvil y él arqueó el cuerpo, erizándose por todas partes. ¿Iba a atacarme?Ser asesinado por un gato sería trágico. Pensé con rapidez y conseguí abrir la puerta en cuestión de segundos, deslizándome con seguridad hasta mi habitación.Big Cat se
Theo me destruyó por completo. Y me sentí como si estuviera en un ring compitiendo con su novia por atención.Me sequé las lágrimas y fui al baño a lavarme la cara. Luego abrí el portátil y me localicé para poder pedir comida para el gran gato. Llamé a recepción:- ¿Greg? - Me pregunté si era él.- ¿Greg? Aquí no hay nadie con ese nombre.- Pero es tu voz, Greg - insistí.- ¿Quién habla?- Maria Lua, una invitada en el piso de Theo Casanova.- ¿María Lua? - Parecía recordarme. - Sí, sí, ¿qué quieres?- He pedido un envío para mi perro. ¿Podría dejarlo aquí cuando llegue, por favor? Está hambriento.- No hay problema, señorita.- Llámeme Malu, por favor.- Lo haré, señ
Después de aquella situación, Theo me evitó durante mucho tiempo. Aunque yo intentaba fingir que no había pasado nada para acercarme a él, él seguía fingiendo que yo no existía.Meses después, volvió a darse cuenta de que yo estaba allí. Hice todo lo que pude para que Theo se fijara en mí. Pero nunca fue lo mismo. Ya no nos cuidábamos, ya no veíamos películas juntos, ya no nos acompañábamos al colegio y ni siquiera hablábamos antes de acostarnos en la habitación del otro.Ben, por su parte, se limitó a decirnos que no podía volver a ocurrir, ya que éramos hermanos y si Babi y Heitor se enteraban, se sentirían decepcionados y molestos por la situación.La escena quedó enterrada, junto con todos los sentimientos y recuerdos, como si fuera un delito siquiera pensar en ello.<
- ¿Crees... ¿Que me has roto el hueso del codo? - pregunté, el dolor ni se acercaba al que había sentido la noche anterior.- No, no fue así. Si hubiera sido algo más grave, no habría podido soportar el dolor. - Tocó ligeramente la piel magullada con dedos suaves y cálidos.Me mordí el labio y cerré los ojos, insegura de si era el dolor causado por su tacto o la delicadeza con que lo hacía.- Siento lo de ayer... - Me miró, aún sujetándome el brazo.- Me lo merecía... Me porté mal.- No quiero que te vayas.- ¿Por qué? - me oí preguntar, suplicando una respuesta convincente.Noté que sus ojos recorrían mi regazo y se detenían en mis pechos, que se agitaron de inmediato. Di un paso hacia delante para que pudiera verme mejor, aunque fuera involuntariamente.- Buenos d&iac