Así que lloré... (II)

- ¿Todavía piensas que fue una locura?

- Pues sí... ¡Te acabas de tragar a nuestros hijos!

Empezamos a reírnos y su comentario me pareció tan extraño que no tardé en echarme a reír. Incluso cuando intentaba hacerse el gracioso, Theo se mostraba inteligente y preocupado. Imaginé que tal vez le preocupaba de verdad que me hubiera tragado a nuestros posibles hijos. Y tardé un rato en contenerme. Entonces lloré... Sí, lloré de risa, como hacía tiempo que no lo hacía. Theo me hizo derramar lágrimas de alegre diversión.

Pasaron quince días hasta que conseguí encontrarme de nuevo con Sandro. Quedamos en un café del centro de Noriah del Norte, cerca del aeropuerto. Esta vez me acompañó mi padre.

En cuanto vi a Sandro entrar en el café, casi no le reconocí. Se había cortado el pelo y vestía más serio con ropa de diseño, el cambio se notaba incluso desde lejos.

Sonreí cuando se acercó a mí. Nada más acercarnos, miró a Heitor y me ofreció la mano a modo de saludo. La rechacé y le di un afectuoso
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