La semana se fue volando. Diana tenía sentimientos encontrados: por una parte, estaba feliz de no sentirse la muñeca de Anastassya y tener que soportar todo el alboroto del vestido y las compras que según la señora faltaban; y por el otro, extrañaría ese hermoso y movido lugar donde pasó momentos inolvidables junto a Lían, quien la llevaba de paseo todos los días. Por lo menos tenía fotografías para recordar.
Mes y medio después...
—¡Me voy a volver loca! —La señora Anastassya corría de un lado a otro con nerviosismo—. Son demasiadas cosas sin terminar y solo falta una semana para la boda, menos mal que no hicimos una celebración tradicional, ya me hubiera dado un paro cardíaco —se quejó con dramatismo.
—Mamá, estás exagerando. Deberías concentrarte en ir a recibir a t
—Alek, querida. —Anastassya la miró con una sonrisita mientras sostenía una taza de té—. Desde ahora en adelante puedes llamarme mamá. Yo siempre quise tener una niña, pero solo tuve un varón, mi Andrey. Las mujeres somos las poderosas, los chicos no tienen ninguna habilidad especial.Diana la miró con extrañeza ante su comentario, pero no le prestó mucha atención, pues sabía que ella no estaba en su sano juicio y a veces hablaba incoherencias. Diana admiraba aquel lugar con entusiasmo, era muy bonito y el ambiente agradable; decorado de blanco y rosa pálido con encajes alrededor, parecía una casa de muñeca. Había una chica morena que las asistía con todo tipo de pasabocas y postres, acompañados con un delicioso té.—Bien, querida. En unos días te casas y tendrás nuevas experiencias, una de
La boda se celebró en Burgas, pues todos los familiares y amigos se encontraban allá. Fue difícil saludar a todos como si lo conocieran cuando no tenían ni idea de quienes eran.—¡Hasta que por fin terminó! ¡Eso fue muy estresante! —Diana se quejó sentándose en la cama de golpe. Como el señor Georgie era dueño de una cadena de hoteles en aquella ciudad, el lujo de su habitación era lo de menos en su noche de bodas. La pareja no había reparado aún en los pétalos de rosas regados por todo el lugar que estaba alumbrado con las luces tenues de una hilera de velas aromáticas.Lían observó el cuarto con detenimiento ignorando las quejas de Diana y le llamó la atención la burbujeante sidra sobre una de las tantas mesitas de aquella inmensa y glamurosa habitación. Dulces, pasteles, pasabocas y diferentes tipos
Destello—Nada. —Odiel negó con pesar y Leela se sentó de golpe. Ya había perdido a un hijo y no estaba dispuesta a perder otro.Odiel había convocado una reunión con la familia de guardianes para buscar con sus joyas e intentar una vez más rastrear la cadena.—Lían, mi bebé. —Leela tapó su rostro con sus dos manos liberando esas lágrimas que no pudo retener más—. No puedo perder a mi hijo, Jing, nuestro niño.—Tigresa —besó su cabeza—, debemos ser fuertes, amor. —Trataba de tranquilizarla, pero él se estaba derrumbando por dentro.—Yo sentí un estruendo, por eso los reuní. —Odiel los miró a los cuatro—. No entiendo nada, esto no tiene sentido. Percibí que la joya se dividió y que hu
Lían observaba a Diana con una sonrisa en el rostro mientras ella dormía. Cada vez que recordaba lo que hicieron la noche anterior, sus vellos se erizaban y su corazón latía con agitación. Una felicidad extraña llenaba su ser, sin embargo, la preocupación de la consecuencia de su desliz lo estaba atormentando. ¿Qué pasará cuando llegue a Destello? ¿Qué le dirá a Odiel y a su familia? ¿Sería aquella noche considerada no real y se borraría lo que ellos compartieron, una vez regresaran? No, él no quería aquello. La amaba y anhelaba convertirla en su esposa. Pero se acostó con ella fuera de las reglas de los guardianes e incluso le había regalado su joya. Suspiró con profundidad y decidió darse un baño para relajarse.Diana se despertó con el cuerpo adolorido, pero muy relajada. Una sonrisa iluminaba
DianaCepillo mi cabello lentamente con la angustia helando mis huesos. Los recuerdos vienen a mí tan claros, ahora. Lágrimas de impotencia nublan mi vista y el miedo se apodera de mí.Esa noche Lían me invitó a cenar y yo estaba muy feliz. Me gustaba tanto, pero él no sentía lo mismo por mí, o al menos eso pensaba. Yo no podía olvidar aquel beso delicioso que nos dimos, nunca nadie me había besado con tanta delicadeza y deseo al mismo tiempo, definitivamente, Lían es un buen besador. ¡Vaya! Mis mejillas arden al recordar que no es lo único que sabe hacer bien.La amargura cubre mi pecho acabando con mi pequeña felicidad al recordar todo lo que Lían y yo hicimos anoche. Ambos tememos, no sabemos qué va a pasar con nosotros cuando logremos hacer una conexión con Destello, es por esto que anoche lo hicimos con mucha intensida
El frío traspasaba su piel como agujas y lasensación de estar en ningún lado era inquietante. Abrió los ojos cuando sintió tierra firme y miró desorbitada aquel lugar que le daba la impresión de haber visto antes. Se levantó examinando todo a su alrededor con lágrimas acumuladas en sus cuencas. Traspasó el portón blanco y trataba de poner a un lado las hebras que se movían con la fuerte brisa. El cielo teñido de gris anunciaba lluvias y las hojas de los árboles eran movidas por el viento junto al polvo del suelo. Caminó por el solitario lugar que tenía una hilera de árboles, tanto a su derecha como a su izquierda; ella transitaba la calle de concreto sin rumbo fijo. Dejó de ver árboles; verde grama, tumbas blancas con flores, algunas frescas y otras secas, se presentaron en su campo de visión. Una señora vestida de negro llora
Lían se levantó del polvoriento suelo con desesperación y miró a su alrededor alterado.—¿Dónde está Diana? —preguntaba angustiado por lo que sus hermanos lo miraron con sorpresa—. ¡¡Diana!! —Corrió nervioso buscando a su chica, pero no había rastro de ella.—¡¿Qué rayos haces, mocoso?! —Odiel lo envolvió con un rayo y lo acercó a él.—No lo entiendes, ella estaba conmigo...—¡Debes regresar a la mansión! Me imagino que tus padres deben haber llegado. —Odiel respondió ignorando la preocupación del rizado.—¡¡Qué no me estás escuchando!! —Lían gritó alterado—. ¡Necesito encon...! —No terminó de hablar porque Odiel lo puso a dormir.&mdash
—¡Ya basta, Odiel! —Jing espetó ofendido por las palabras del mestizo—. ¿Cómo te atreves a venir a ofender a mi hijo en mi propia casa?—Como guardián, debiste criar mejor a tus hijos. —Odiel atacó con una sonrisa irónica—. Se supone que ustedes dos le explicarían el uso de las joyas y las responsabilidades que tienen como familia de guardianes.—Hemos hecho todo lo que tú y el maestro Chan nos han pedido; hemos organizado las enseñanzas para los futuros guardianes y criado a nuestros hijos bajo los principios que ustedes nos inculcaron. —Leela lo confrontó tratando de no perder la compostura—. No entiendo a qué se debe todo esto, Odiel. ¿Podrías explicarnos?—Quien debe explicarles lo que hizo en la Tierra, es su querido hijo. Vamos, Lían —se dirigió al chic