Ulises miró a Darian y luego miró en dirección a donde Eli se había marchado con indecisión. Suspiró resignado y se volvió a sentar.
—Ulises, te voy a hablar de mi familia —Darian introdujo—. Mis padres y los padres de Dan Eliú, fueron los sobrevivientes de una masacre a los últimos Estrellas Verdes que quedaban en la cuidad Diamante verde, de la región del Fuego. Los Estrellas verdes somos nativos de este mundo que fue conquistado por viajeros. Leonel Sum es un científico poderoso adicto al poder. Conoce nuestras costumbres y creencias y se aprovechó de ello para tomar el control de Lucero Verde, con el apoyo de los Evils y los poderosos del continente. Engaña a los Lucerianos haciéndoles creer que nosotros tenemos pacto con los Evils y que somos rebeldes que quieren tomar el control de nuestro mundo.
—Eso ya Miriam me lo explic&o
—Come esto. —Ulises le pasó un pedazo de fruta a Eli. Ella estaba sentada sobre su regazo mientras desayunaban.—Tengo ganas de vomitar. —Jonah se paró de la mesa con cara de disgusto, mientras que Mariam los miraba llena de rencor y rabia.—¿Te dije que te amo? —Ulises le dijo con dulzura y ella se sonrojó. Ana fue la siguiente en abandonar la mesa.—Yo también te amo —Eli respondió con una sonrisa. Ulises la besó en los labios.—¡Agh! —Reka fue la siguiente en irse.—Son muy lindos. —Darian los observaba con ternura, en cambio Mariam no soportó más los celos y también se marchó.—Creo que solo quedé yo... —Darian comentó mirando a su alrededor. Eli y Ulises estaban en su burbuja
Eli había regresado de espiar la región Nim. Su espionaje duró una semana por lo que estaba ansiosa por ver a Ulises. Corrió por todo el campamento buscando a su amado, mas no lo encontró.La decepción y tristeza se adueñaron de su pecho al saber que él había viajado a Arcoíris y se quedaría allí por varios días, pues estaba creando un nuevo fármaco junto a unos farmacéuticos para un virus que se estaba propagando en toda aquella región.—Oye, solo serán unos días, deja de ser tan obsesiva. —Jonah se burló.—¡Tonto! —Ella bufó.—Chicos, estoy demasiado aburrida —Ana se unió a ellos—. ¿Por qué no hacemos algo divertido? —propuso. Eli suspiró y luego asintió. Necesitaba distraerse para lidiar con
Ulises besó sus labios con fervor mientras Eli se recostaba sobre la cama. Él quedó encima de ella sin dejar de devorar su boca.—Enana, es mejor salir a cenar con los demás o no cumpliré mi promesa de no tocarte hasta que nos casemos —dijo con la respiración echa un caos.—Pero quiero estar contigo a solas un poco más. —Hizo un puchero. Él chupó el labio que le sobresalió provocando que ésta ría a carcajadas, acto seguido volvió a besarla. Sus manos estaban inquietas moviéndose sobre sus hombros, como si temiera que tomen vida propia y toquen zonas prohibidas.—¡Ay no, Eli! ¡Ya no puedo contenerme más! —dijo tembloroso y besó su cuello con pasión, provocando que Eli se estremezca. Sus besos desesperados y sus respiraciones agitadas era el sonido de aquel lugar.
—Me encanta esa casa, Ulises. ¿Cómo la compraste? —Eli preguntó con emoción en su voz. Era de noche y ambos estaban acostados en la cama de la posada.—Pues, en una de mis misiones sin ti, vi este lugar. El dueño, como pudiste apreciar, lo tenía abandonado. Me dio curiosidad porque hay muchas plantas curativas allí y pregunté a uno de los propietarios de los terrenos que están alrededor. Él me puso en contacto con el titular y simplemente la compré.—¿De dónde sacaste el dinero? Lo que nos dan como guerreros, apenas nos alcanza para sobrevivir.—Pues, enana; sabes que tu novio es un genio con las plantas. Simplemente, hice muchos fármacos y lociones y vendí las fórmulas. Me pagaron muy bien, ya que ellos le van a sacar mucho dinero a mis creaciones. —Sonrió airoso. Por supue
—Enana... —Ulises pellizcó su nariz para despertarla.—¿Qué? —se quejó con los ojos aún cerrados.—¿Cómo dormiste? —preguntó sonriente, pero Eli le pegó con la almohada—. Eres una sádica, Enana. Vas a matarme un día de estos.—¡Déjame dormir, tarado! —Tapó su cara con la almohada.—Estoy aburrido. Despierta, por favor —dijo removiendo los hombros de ella.—¡Ay! ¡Qué fastidio! —Se incorporó molesta.—¿Quieres chocolate caliente? —Ulises ofreció sonriente, en cambio Eli quería arrancarle la sonrisita de la cara.—Pero lo harás tú. El tuyo queda mejor que el mío. Yo hago los huevos y cor
—Ulises, ¿qué haces? —Eli rodeó la cintura de su esposo con sus delgados brazos. Él estaba en la cocina preparando un extraño caldo con unas hierbas que recogió del patio.—La cena, Enana de mi corazón —respondió sonriente.—¿Esa cosa es la cena? —Eli miró a la olla con repulsión.—Ya verás, Enana. Eli se recostó del hombro de Ulises satisfecha y él sonrió con suficiencia.—¿Cómo estuvo la cena, cariño? —preguntó con malicia. Eli suspiró.—Debo reconocer que no estuvo mal… —respondió restando importancia, aunque en realidad se la había encontrado deliciosa.—¿Solo eso? —El rizado enarc&oacut
Los días pasaban sin que ella se percatara. ¿Era de día? ¿De tarde? O… ¿De noche? ¿Día laboral o día de descanso? La comida no tenía sabor y su cuerpo siempre estaba cansado y sin energía. Por más que analizaba el asunto, no le encontraba la lógica o la solución. Si su vivencia con Ulises fue parte de un coma, pues prefería volver a caer en él.—Ulises... te extraño tanto. —Las lágrimas salían como torrentes. No entendía cómo podía llorar tanto. Debía estar hecha un desastre, pero eso era lo menos importante en ese momento. Solo quería verlo una vez más. Ni siquiera tuvo chance de despedirse, al igual que cuando murió cuatro años atrás o cuando su tío se lo llevó de la ciudad. Siempre se le era arrebatado. No era justo que no pudieran disfrutar de su a
—Nadie me cree, deben pensar que me volví loca. —Eli se lamentaba. Leela la había llevado a tomar un baño caliente, puesto que duró mucho tiempo dentro del estanque. Ella le estaba cepillando el cabello mientras que la última estaba sentada en la cama, ida en sus más dolorosos pensamientos.—Aunque no lo creas, entiendo esa sensación. Yo estuve en un loquero bajo los efectos de una droga donde todos me miraban con lástima y pesar. Creían que había perdido la razón y hasta Jing me trató como a una loca. —Leela rememoró ese tiempo tan difícil, recordar aquello aún le apretaba el pecho.—¿Tú me crees? —Eli la miró esperanzada y con los ojos cristalizados. Leela tragó pesado, quería creerle y aguardar la esperanza de que Ulises estuviera vivo, sin embargo, no se daría el gust