Madison
― ¿Documentos? Giorgia, apenas me han llamado y yo...―el auto se detiene en un semáforo, su rostro gira como la chica esta del exorcista lentamente hacia mí.
―Yo los tengo preparados en una carpeta en el sillón de atrás―sonrío al ver qué es rápida y ella está en todo...
―Gracias―encuentro la carpeta y la bolsa negra, comienzo a hojear los papeles, mientras se parquea en el estacionamiento asignado. Mira el reloj y me hace señas de que baje rápido.
―Tienes cinco minutos para subir por el elevador principal, tienes que bajar en el piso 45, ahí se encuentra Kelly Anderson, debe de estarte esperando en este momento, odia la impuntualidad...
Giorgia está demasiado ansiosa, me acomoda el traje y se humedece el dedo para pasarme un dedo por mi ceja, le hago señas de que no lo haga, es como si me dejara frente a la escuela el primer día, aunque ella fue quién me crió desde que tengo uso de razón, lo dejo pasar. Me acomodo mi melena castaña, intento no perder el equilibrio con sus zapatillas, tiro de la falda tipo lápiz que me llega por encima de mi ombligo ajustándose con descaro a mis caderas y me dirijo por donde me ha señalado antes de que ella tomara el otro elevador de personal. Intento parecer alguien que normalmente se viste así todos los días. Ventaja de tener una hermana con el mismo número de calzado, pero de cuerpo... creo que estoy un poco más pasada de kilos y de curvas.
Entro al elevador e intento tranquilizarme, me miro en el espejo que está detrás de mí, me miro de reojo a ver si no tengo algo fuera de lugar. Bajo la mirada a las zapatillas negras de tacón de aguja, me doy un vistazo a mi parte de atrás, lo que tenía de más y que a Giorgia le hacía falta: Es trasero y pechos, ¿Ahora entienden lo ajustada que me siento en su ropa? Intento pensar en que tengo que sentarme con cuidado o la falda se partirá en dos y no inclinarme mucho o los botones de su preciosa blusa de seda rebotarían y atravesarían un ojo o.…el cerebro a alguien.
El tono de campana del elevador me informa que he llegado al piso 45, esto de subir a elevadores privados tiene su ventaja. ¿Subiré por aquí todos los días?
Las puertas se abren y una mujer algo mayor me espera enfundada en un traje igual de dos piezas que el mío: te amo hermana.
―Buenos días, soy Madison Green―digo en un tono alto y seguro de mí misma, ella sonríe después de inspeccionarme, me extiende su mano en presentación.
―Bienvenida, Madison Green, mi nombre es Kelly Anderson, soy la mano derecha del señor Burj. Pasa, en unos momentos te llamará para la entrevista.
― ¿Usted no me va a entrevistar? ―pregunto confundida. Ella sonríe en modo cómplice, arrugo mi entrecejo e intento no mostrarme inquieta.
―El señor Burj siempre entrevista a sus asistentes personales―abro los ojos como platos.
― ¿Asistente personal? ―ella asiente con la misma sonrisa.
―Así es, es la única vacante que tenemos en estos momentos, pudo notar que eres hermana de Giorgia Green, la jefa de Contabilidad, así que dimos prioridad si tiene ese tipo de referencia, el señor Burj aprecia mucho a su hermana, no tiene quejas, hace su trabajo impecable, por eso le he llamado a usted, señorita Green.
No digo nada, incluso estoy a punto de buscar la ruta de escape más cercana. ¿Asistente personal? No estudié para ser la asistente de un viejo egocéntrico...recuerdo escuchar vagamente acerca de él en sus llamadas cuándo aún vivía en España. Giorgia siempre hablaba de lo exigente e implacable que era, que nunca le duraba su personal, siempre daba gracias por no estar en el piso de presidencia, Giorgia y su cotilleo que a veces ni prestaba atención, ¿Y ahora? Necesitaba todo eso.
―Gracias―le digo con una sonrisa. Ella se retira, sus tacones se escuchan contra el mármol pulido como un espejo. Miro alrededor, paredes oscuras, muebles minimalistas, cuadros de saber quién los pintó, incluso hay una estatua de un caballo de cerámica, estoy a punto de tocarlo cuándo la voz de la señora Anderson me llama.
―Puede pasar, señorita Green, toque la puerta dos veces solamente―Apenas pongo una sonrisa por cortesía, me señala el largo pasillo y al final lo único que se mira son las puertas, agarro aire y me dispongo a caminar. Los tacones que llevo ahora son los que hacen ruido.
Al llegar finalmente, toco la puerta con mis nudillos, dos veces.
―Adelante―se escucha una voz masculina a lo lejos, empujo la puerta con cuidado, al entrar y cerrar la puerta detrás de mí, para mi sorpresa el lugar está oscuro, solo está encendida la luz de una lámpara sobre el escritorio, la silla se gira lentamente mostrando solo el cuello para abajo. ¿Qué es un vampiro? ¿Por qué tanta oscuridad? ¿Cómo puede trabajar así?
―Buenas no...―me corrijo de inmediato―Buenos días, señor Burj.
Fijo mi mirada con la barbilla en alto, en dirección al escritorio, baja una mano cerca de la lámpara y me hace señas de que me acerque.
― ¿Tu nombre? ―su voz fría e intimidante me hace tensarme de pies a cabeza.
―Madison―Arquea su ceja y tuerce los labios.
―Te llamaré Lily...―estoy a punto de protestar y él lo sabe, detengo mis palabras que tengo en la punta de la lengua. Estoy a punto de decirle que se quede con su puesto de m****a. ¿Por qué m****as no lo dices, Madison?
―Me llamo Madison Green, señor Burj, lamento si no es de su gusto, vengo por la vacante de asistente personal, pero creo que es mejor que "Otra Lily" ocupe el puesto―se levanta lentamente de su lugar de una manera lenta y decisiva. Levanto mi barbilla y no bajo la mirada por nada del mundo. Sus manos están dentro de sus bolsillos, rodea el escritorio hasta quedar frente a mí.
―Bienvenida, a Empresas Burj...señorita Green. ―Oh, M****a. ¿Decías, Madison? Aplaude dos veces y las luces iluminan toda la gran oficina, miro alrededor y casi me da un infarto de poca madre, es lujo, lujo, ¡Lujo!, trago saliva y cuándo dirijo mi mirada hacia enfrente, me encuentro con un tipo alto, hombros anchos, quijada perfilada, tez morena, pelo oscuro y barba formada a la perfección, tiene un aire a los tipos del occidente. Se cruza de brazos y puedo ver que el cabrón realmente ha de vivir en el gimnasio, le resaltan los músculos de sus brazos. Se recarga en la orilla del escritorio y extiende su mano. Le entrego automáticamente la carpeta con mi documentación. Él se concentra en los papeles, me humedezco mis labios al sentirlos resecos. Así que no era un viejo, el tipo debe de tener unos más de treinta y cinco o cuarenta años, no se le nota alguna arruga, pero se le puede notar ojeras discretas, debe de ser otro adicto al trabajo, El tipo tiene atractivo…y es un arrogante cabrón. ¿Cómo que me va a llamar Lily? ¿Extrañará a su asistente anterior o qué? Si me sale de nuevo con eso, juro qué...
―Tienes un mes de prueba, pasa con Kelly Anderson para que te dé toda la información que necesitas para poder cumplir con las obligaciones del puesto y…―levanta su mirada oscura dando un repaso, luego se cruza con la mía, entrecierra los ojos. ―Vista algo apropiado a su puesto.
― ¿Qué? ―digo a la defensiva, pone los labios en una sola línea, se parece el modo cuándo lo hace Giorgia al intentar advertirme que no me salga con la mía. ―Perdón, Gracias ¿Algo más, señor Burj? ―el cabrón asiente satisfecho por qué he entendido a la primera. ¿Es en serio?
―Retírate―aplaude dos veces y las luces se apagan, él se levanta de dónde estaba recargando y regresa a su lugar.
Salgo de la oficina... o la cueva, me dirijo por dónde he llegado, la señora Anderson está colgando el teléfono y me entrega una carpeta gruesa y a simple vista, pesada.
―Bienvenida a tu mes de prueba señorita Green, aquí tiene la carpeta de sus obligaciones y como su asistente personal, tiene que estar en todo, tiene el resto del día libre para memorizarlo, empieza mañana a las seis de la mañana―abro los ojos como platos.
Agarro la carpeta como puedo, está realmente pesada. Miro a la mujer quien sonríe divertida a mi reacción.
―Gracias, buen día―no quiero decir nada más, no quiero que siga con esa sonrisa expandiéndose aún más por ese rostro satisfecho y arrugado, pensando que no pasaré la prueba del mes, las puertas del elevador se abren, entro y antes de cerrarse las puertas, ella aparece:
―Buena suerte, señorita Green―y agita su mano en despedida.
― ¿Suerte? ―digo en un tono irritado cuándo el elevador empieza a moverse―Debería de desearle suerte a su jefe...
Madison Levanto mis manos para agarrar por completo mi cabello y atarlo en lo alto de mi cabeza, mis ojos leen detenidamente la carpeta que tengo sobre mi regazo. ¡Madre mía! ¡Con razón nadie le dura en el puesto de asistente! Son exigencias ridículas, pero...el sueldo es bastante bueno, un sueldo demasiado más que bueno, podría decir que están al nivel. ¿Y tú lo estarás Madison? Termino de colocar mi cabello castaño en un moño desbaratado en lo alto, levanto la carpeta, levanto mis piernas y hago un hueco con ellas, en medio meto la gruesa carpeta y comienzo a hojear, estoy que me parto de risa: "No discutir con el señor Burj."― ¡Por favor!―alzo mis manos al cielo― ¡Es lo que se me da mejor!―regreso la mirada a la carpeta, puedo entender varias, pero otras...son estúpidas. "Estar a las 6 am, puntual en la silla frent
MadisonCuatro de la mañana, había terminado de aprenderme todo. Cabeceaba de un lado a otro frente al reloj, tenía media hora para dormir. La alarma me hace brincar de mi lugar, me limpio la baba que ha caído sin darme cuenta, miro alrededor, no hay luz aún, me levanto, comienzo alistarme, doy un gran sorbo a mi café bien cargado, luego empiezo a maquillarme, miro de reojo la hora, tengo exactamente quince minutos para pedir un taxi y llegar a tiempo a la empresa. Me visto, estoy en shock:― ¿Es una broma?―el traje ejecutivo es algo largo y una talla extra de la normal. Comienzo a mirarme de pies a cabeza. El traje es azul oscuro, blusa blanca de botones hasta el cuello, es manga larga, falda tipo lápiz hasta la mitad de mi abdomen, y el largo...―Me quiero morir...―está debajo de la rodilla. Los zapatos son los únicos que me gustan. Tacón de aguja y el color es
Madison―Puedes tomar tu hora de desayuno a las ocho, tienes quince minutos, después de terminar, necesito que organices una junta con todos los jefes de los departamentos a las tres de la tarde.Estoy a punto de contestar, pero solo hago un movimiento de cabeza. Me ordena que me retire. Al salir, juro que puedo respirar, suelto el aire bruscamente, después me encamino hasta mi nuevo escritorio, veo que nadie ha llegado aún. Las puertas del elevador se abren y es la señora Anderson. Al verme se sorprende. ¿Qué? ¿Pensó que no vendría por la carpeta que me entregó ayer? ¿Cree que huiré asustada por la carga de trabajo? No conoce aún a Madison Green.―Buenos días, señorita Green. ¿Tiene todo en... orden?―dice este último mirando hacia el pasillo que lleva a la presidencia.―Buenos días, señora And
Madison―Gracias―respondo con una sonrisa normal, las puertas de elevador se abren y me dispongo a entrar, cuándo me giro para cerrar, me detengo al ver al señor Burj terminando de ponerse la americana y se dirige a mí, la señora Anderson dice algo pero el señor Burj la ignora, entra, me hago a un lado luego hacia atrás cuándo se acerca al tablero, presiona el botón del lobby y se cierran las puertas.El aroma de él se mete a mis fosas nasales, hasta puedo escuchar su respiración inestable. Bajo la mirada a mis zapatillas e intento pensar en otra cosa que no sea qué mi jefe está en el mismo espacio reducido que yo.Maldice en silencio, presiona otro botón, el 30.―Es la cafetería ―no digo nada, creo que no es necesario, llegamos al lobby, se abren las puertas, sale y antes de que las puertas vuelvan a cerrarse para llevarme al p
MadisonEstoy sin habla, la mujer que está frente a mí me ofrece una pluma para poder firmar el contrato para ser la asistente oficial del señor Burj. ¿Es una broma? Miro de reojo en las esquinas por si hay una cámara grabando.― ¿Está hablando en serio? ―la mujer me sonríe ampliamente, se recarga en el respaldo de su silla y me mira detenidamente.―Es una sorpresa para ti, así como para mí. Karim ha llevado mucho tiempo buscando una asistente personal, creo que lleva más de tres meses, han desfilado no te imaginas cuantas, creo que algo debió de ver en ti como para terminar el mes de prueba el primer día y darte el contrato definitivo.― ¿Ha dicho...Karim? ―ella abre sus ojos de forma que muestra que ha sido pillada.―Bueno, es su primer nombre, Karim…―ahora lo entiendo, ese aire de hombre de occidente.― &
MadisonMe mira detenidamente y luego entrecierra sus ojos, es como si buscara algo para decir que no soy apta para el trabajo o yo diré: “Ay, no, señor Burj, renuncio” Pero para mí esto es un desafío, la paga no está nada mal, incluso si ahorro un mes, podría encontrar mi propio espacio, en unos seis meses podría comprar un auto…―Estoy en esto, señor Burj.― ¿Segura? ―retira su pierna encima de la otra, se retira del respaldo del sillón, luego se inclina en mi dirección. Trago saliva, no suena tan mal, es como…no, olvídalo Green. Levanto la barbilla y asiento.―Sí, señor Burj.Sonríe débilmente, se vuelve a recargar en el respaldo y sigue mirándome detenidamente.―Otra regla importante: “No divulgar información privilegiada” Es importante señ
MadisonEstoy sentada en la sala de juntas, he puesto los reportes de cada departamento como me ha ordenado el señor Burj, no Karim, solo señor Burj. Comienzo a darle vuelta a eso de comer con él, creo que no es apropiado, ¿Realmente tengo que hacerlo? Tendré que fingir que he comido y así declinar si vuelve a decirme que coma con él. Dios, solo recordar la comida, me da un escalofrío.―Empieza―ordena el señor Burj al primero que está a su derecha, yo estoy sentada a un lado y a cierta distancia de él, más específico, fuera de la gran mesa de cristal. La pantalla comienza a mostrar las gráficas de exportaciones del último mes, anoto cada dato que me señala discretamente el señor Burj.Antes de terminar la junta, me presenta ante todos, mi hermana sonríe discretamente –Sé con seguridad que se est
MadisonLa alarma suena, me levanto como un resorte en medio de mi cama y con los ojos cerrados, no recuerdo en qué momento me he quedado dormida. Me paso ambas manos para masajear mi rostro, tallar mis ojos y despertar. Abro un ojo y lanzo una mirada adormilada a mi reloj de la mesa de noche: 3:45 am.―Vamos, sal de la cama, Madison. Tienes una hora y quince minutos para alistarte.Tiro de las cobijas para ir directo a la ducha, al terminar entro a mi armario ya ordenado, tomo el gancho del conjunto del día de hoy, todo en azul marino y blusa blanca. Busco las zapatillas y las medias, lo lanzo sobre la cama, me siento en el sillón que hace juego con mi tocador, comienzo a maquillarme, puedo notar un poco más mis ojeras, lanzo una plasta delgada para cubrirlas. Al terminar me alisto, pero lo extraño es que la falda no es la talla que usé el día de ayer. ―Mierda. Es mi talla…―c