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Capítulo 6. Trabas

Madison

―Gracias―respondo con una sonrisa normal, las puertas de elevador se abren y me dispongo a entrar, cuándo me giro para cerrar, me detengo al ver al señor Burj terminando de ponerse la americana y se dirige a mí, la señora Anderson dice algo pero el señor Burj la ignora, entra, me hago a un lado luego hacia atrás cuándo se acerca al tablero, presiona el botón del lobby y se cierran las puertas.

El aroma de él se mete a mis fosas nasales, hasta puedo escuchar su respiración inestable. Bajo la mirada a mis zapatillas e intento pensar en otra cosa que no sea qué mi jefe está en el mismo espacio reducido que yo.

Maldice en silencio, presiona otro botón, el 30.

―Es la cafetería ―no digo nada, creo que no es necesario, llegamos al lobby, se abren las puertas, sale y antes de que las puertas vuelvan a cerrarse para llevarme al piso de la cafetería, el señor Burj me mira y luego arruga su entrecejo, sigue su camino y yo ya lo pierdo de vista.

― ¿Qué fue eso? ―miro los números del elevador privado, llego a la cafetería y ya el lugar está lleno, busco un lugar dónde sentarme, pero primero pienso en que desayunar, no quiero tener que sentirme llena y que mi energía baje. Visualizo el mueble de las frutas, agarro un plato y luego me sirvo un poco de fruta, el barullo de los empleados es lo que se escucha de fondo. Encuentro una mesa sola, entonces me siento y comienzo a desayunar fruta y un poco de yogurt con granola.

Los quince minutos terminan y yo ya estoy en mi escritorio, comienzo a llamar a cada jefe de departamento para informarles de la junta de las tres de la tarde, descubro que es la junta de cada primero del mes, -Mi hermana tiene la delicadeza de informarme- después de terminar, sigo revisando los pendientes, noto que algo me falta en el escritorio, ¿Qué es? Había algo en este lado, pero no recuerdo…entonces doy con eso: La carpeta con las reglas.

Sin esa carpeta estoy jodida.

Miro hacia el escritorio de la señora Anderson pero no está, me levanto y comienzo a revisar en mi área, puede que lo haya cambiado de lugar, pero no encuentro la carpeta.

― ¿Buscas algo? ―pregunta la señora Anderson al verme moviendo carpetas de mi escritorio, levanto la mirada y entrecierro mis ojos.

― ¿Usted ha tomado la carpeta qué me ha entregado ayer? ―ella niega fingiendo un puchero.

―No, deberías de cuidar lo que dejas en el escritorio, las cosas se pierden, aparte, tiene cosas confidenciales del señor Burj, eso no le va a gustar para nada cuando se entere ―rodeo mi escritorio para quedar frente a ella, siento que la ira corre por mis venas, no soy de problemas, pero si me buscan…me encuentran.

―Es raro, ya que los únicos que pueden subir por el elevador privado, es usted, el señor Burj y yo, lo dice en el reglamento. Nadie más está en el piso más que nosotros, ¿El señor Burj se ha llevado la carpeta? ―digo este último cruzándome de brazos, ella arquea una ceja desafiante a mi pregunta.

― ¿Estás diciendo que yo fui? ―dice copiando mi postura.

―Solo le diré que quiero este puesto, quiero hacer las cosas bien, pero si está poniendo trabas en mi camino para evitar que haga mi trabajo, créame, tendremos problemas usted y yo…

Ella palidece cuando mira detrás de mí, me tenso cuando el aroma del señor Burj llega hasta mí.

― ¿Qué está pasando aquí? ―me giro y lo enfrento.

―Ahora entiendo por qué sus asistentes personales anteriores no le duran, si le ponen trabas para que hagan bien su trabajo, nunca podrá tener una. Ha desaparecido mi carpeta que se me fue entregada el día de ayer, solo he estado ausente quince minutos…

Entonces, dejo de hablar. El señor Burj me mira con el cejo arrugado y una línea recta en sus labios, sé que he roto la mayoría de las reglas, pero esta mujer…

―La señorita Green ha extraviado su carpeta personal, estoy preocupada que se divulgue información privada, señor Burj.

―Esa carpeta la he dejado en su lugar. ―digo en dirección a la señora Anderson, luego enfrento al señor Burj―Si va a despedirme que sea por qué no he hecho mi trabajo.

El señor Burj me mira con frialdad, se acerca a mí, alcanzo a ver que la señora Anderson baja la mirada y retrocede. Cuando regreso la mirada al hombre que está frente a mí, puedo notar algo extraño en su mirada.

―Pase a recursos humanos a firmar el fin de su mes de prueba ―dice en un tono intimidante, no bajo la mirada, el nudo en mi estómago crece por la decepción, ¿Así nada más? Bueno, creo que romperé el record, la asistente personal que solo duró dos horas y veinte minutos en su mes de prueba. Asiento sin dejar de mirarlo, sé cuál es el piso de recursos humanos, él camina en dirección a su oficina sin decir nada más. Rodeo el escritorio y agarro mi bolsa, levanto la mirada y puedo ver triunfo en el rostro de la señora Anderson, si qué es una…

No termino mi pensamiento, llego al elevador y escucho que la señora Anderson dice algo acerca de que nadie se mete con ella, estoy a punto de regresarme y decirle unas cuantas cosas pero por su edad y por la educación que se me ha dado, no pienso rebajarme a su nivel, con la mirada en alto, me marcho del piso de presidencia. Estoy a punto de llorar del coraje, no puedo creerlo, dos horas y tantos minutos en el puesto, ya ni la quemada de pestañas y el desvelo aprendiendo cada regla e indicaciones, la agenda de la semana y el resto de las exigencias.

Llego a recursos humanos, abre la puerta una mujer alta, de cabello negro y maquillaje discreto.

―Hola, debes de ser Madison Green ―asiento en silencio, ella tiene una sonrisa de oreja a oreja, al ver que estoy en ese pose, su sonrisa se desvanece cuando cierra la puerta de su oficina. Me hace señas de que tome asiento, lo hago y espero a que me dé la documentación para firmar mí tiempo de prueba. ¿Y si regreso y le digo sus cosas a la señora Anderson antes de irme? No, sería mostrar mala educación y lo peor…mi hermana se entera y me cuelga del poste más alto que hay en la ciudad. ― ¿Estás bien? ―levanto la mirada a la mujer.

―Sí, solo dígame donde firmar para irme, por favor―el nudo crece en el centro de mi estómago. No decaigas, Green.

―Sí, está bien, aquí tienes el contrato…―me señala dónde debo de firmar―y luego pones aquí tus dos huellas del dedo índice, al terminar, tienes que subir a presidencia para qué el señor Burj te dé las siguientes indicaciones, aquí está escrito el nuevo sueldo que ofrece en el puesto…

Levanto la mirada hacia la mujer. Ella ve mi cara de confusión.

―No entiendo, el señor Burj me ha mandado para que firme mi fin de mes de prueba como su asistente personal. ―ella sonríe.

―Es eso, el señor Burj ha finalizado el mes de prueba, lo que tienes aquí…―señala las hojas que me ha entregado―…es el contrato oficial para ser la asistente del señor Burj. Felicidades, señorita Green.

¿Qué?

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