Ginebra Renaux
Las semanas se fueron marchando sin darme tiempo a decidir cómo seguir con mi vida. Estaba en un estado en donde no tomar decisiones, era mi única decisión.
Mi nuevo teléfono parecía muerto. A excepción de Solange que alguna vez se dignaba a enviarme un mensaje, no veía jamás encender la pantalla del dispositivo. Me daba demasiada nostalgia verlo, por lo tanto lo había condenado a una gaveta de mi mesita de noche.
Mis hermanas tenían demasiado trabajo, y me cruzaba con ellas muy poco en casa, Mila regresaba cada noche muerta del sueño producto al embarazo y a penas tenía fuerzas para hablar.
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Ginna Renaux Encontrar un hotel para pasar la noche no fue difícil, la ciudad estaba llena de hoteles. Pague por una semana completa, para no estar presionada a la encontrar un buen piso para ambas.Si ya habíamos tomado esta decisión absolutamente todo tenía que ser Perfecto en todos los sentidos. Sobre todo por los cambios abísmales que ocurrirían en los próximos meses.Me llenaba de emoción al saber que en unos meses más habría otro inquilino o inquilina viviendo con nosotros. Pero ese pequeño integrante de la familia necesitaría una serie de cuidados especiales, muchos cuidados especiales Para ser exactos y ambas debíamos estar preparadas para afrontar esa situaci
Ginna RenauxLa voz no me decepciona. Ansiaba escucharla. Tan pronto habló la reconocí al instante sin necesidad de que se identificara.—Ginna soy Maria Eduarda, ¿Cómo has estado?— Tras unos segundos de silencio me recupero de la impresión que me causa oírla. No es él quien llama, pero él escuchar a su hermana me lleno de una extraña emoción, escucharla a ella es como si fuera una extensión de él. De alguna manera hablar con Duda me hace sentir a Emi más cerca, y sin dudas será la única forma de conseguir de primera mano las noticias que tanto busque en la madrugada en internet y que tanto deseaba oír.
Ginna Renaux Al llegar al hotel subo directamente a la habitación. Mila no está, hacia a penas media hora me había llamado para comentarme que tenía algo que hacer con una amiga, y que llegaría pasadas las ocho de la noche.Entré al baño a refrescarme, son cerca de las cinco de la tarde y decido ponerme cómoda para tomarme una siesta. Gracias a las semanas de reposo médico, me siento exhausta con muy poco que haga.El sonido de una vibración me hace lanzarme a bucear entre el contenido de mi bolso para encontrar el teléfono. Lo localizo, miro la pantalla y se trata de Maria Eduarda nuevamente, pero no es su pr
Ginna Renaux Me depositó despacio en el piso en aquella habitación a oscuras donde solo se podía escuchar el ruido de la lluvia golpeando los ventanales y nuestra agitada respiración. Aunque casi podía sentir mi corazón latir a un ritmo desenfrenado por todas las emociones contenidas durante todo ese tiempo que estuve sin verlo, que luchaban por salir de mi. Quería gritarle que lo amaba, quería demostrarle tanto lo mucho que lo había extrañado que no supe que decir ni que hacer. Nunca me imagine que fuera tan difícil amar de esta manera tan profunda, de una manera casi tóxica. Yo pensaba que el amor no podía vivirse de esta manera y aquí estoy siendo con
Ginna Renaux El viaje de regreso a Paris se me hizo eterno. Tan pronto el avión tocó tierra parisina, me lancé a la carrera, tomé un taxi y pase rápidamente por el hotel para dejar mis cosas.Localicé la dirección de la clínica y tomé las llaves del coche saliendo disparada rumbo al hospital. Al llegar caí en cuenta en la verdadera gravedad del asunto, muchas veces nos negamos a enfrentar la verdad, hasta que la realidad nos golpea con fuerza el rostro. La situación era tal cual como la describió Mila. Los médicos no tenían un buen pro
Ginna RenauxEsta vez fui yo quien palideció . Estaba absolutamente sobrepasada por la situación. La gravedad de la salud de mi hermana. Mis preoblemas sentimentales liados a Emi, la dependencia que había creado hacía a él sin proponérmelo. Todo me estaba explotando junto.La vergüenza me tiñó el rostro de carmín. Él estaba allí como un príncipe encantado, pero me daba terror acercarme.Después de todas nuestras discusiones, de sus reparos hacia mi familia, él estaba allí. Acompañándonos en nuestra pésima circunstancia. ¿Como no amarlo? Simplemente me era imposible.
Ginna RenauxSi Emiliano no terminaba por matarme de amor, me mataría con sus recientes y continuas apariciones sorpresas. Ya se estaban haciendo parte de su costumbre en las últimas horas. Un mes sin aparecer y ahora me toma de sorpresa dos veces en menos de 48 horas.Cómodamente, con la cadera apoyada en el baúl de mi coche, me encontré a Emi Santotini, esperando por mi relajadamente. Con semblante de absoluta calma y una media sonrisa en los labios.Sus piernas cruzadas le daban un aire desenfadado a la escena que conforman aquel monumento de hombre apoyado en mi coche nuevo. Evocaba un comercial, un modelo de televisión, un galán de telenovelas, que sé yo. P
Emiliano Santorini—¿Para qué hablar Ginna?. Para qué hablar si podemos devorarnos a besos—. Fuego líquido inyectaba esa mujer en mi sangre con tan solo besarme. Sin aliento, trate de calmarme o seria capaz de poseerla aquí mismo. Nome importaría hacerle el amor en el asiento trasero de su auto, y no detenerme hasta que los vidrios se empañen con nuestro calor.Más, comprendo que no es el momento, ni el lugar. En este mismo hospital se encuentra una de sus hermanas debatiéndose entre la vida y la muerte.Esta noche no podemos hacer mucho más por estar juntos. Tampoco creo que ella tenga cabeza p