Capítulo 508
Juan levantó la mano y, con un solo movimiento, partió el brazo de su atacante en dos, mientras su voz tenebrosa resonaba en el aire: —Te rompo un brazo como castigo.

Con Elena presente, no quería llevar las cosas a tal extremo.

—Lárgate, no quiero verte nunca más.

Felipito, sujetándose asustado el brazo roto, no dijo una palabra más y salió huyendo apresurado.

Incluso los más ingenuos sabían que Felipito había encontrado a alguien con quien no podía competir.

Nadie, ni siquiera los que antes se habían quedado para ver el conflicto, se atrevió a quedarse más tiempo. Todos agacharon temerosos la cabeza y, rápidamente, se marcharon para evitar problemas.

Tras la comida, Juan pidió a Celeste que llevara a Elena de vuelta. Aunque Celeste estaba preocupada, al ver que Elena seguía presente, no tuvo más opción que acceder.

No pasó mucho tiempo antes de que Felipito, con el brazo inmovilizado en una férula, regresara acompañado de un grupo. Al frente iba un anciano.

—Maestro, ¡es él! — Fe
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