Capítulo 458
Con solo pensar en la habilidad de Juan, Celeste se tranquilizó y finalmente se sentó de nuevo.

El único que se lamentaba en silencio era el gerente del restaurante.

¡Qué situación tan desafortunada para él!

Diez minutos después, una voz helada resonó desde el piso inferior: —¿Quién se atreve a joderle la vida a mi hermano?

En ese momento, una mujer vestida de negro apareció en escena, acompañada por varios individuos.

—¡Hermana, es ese tipo! —gritó Fabricio, señalando a Juan, que estaba de espaldas y comiendo con tranquilidad.

Celeste, al ver la situación, intentó levantarse para hablar, pero Juan la detuvo con una leve presión en su brazo. —Tu sigue comiendo.

Delfina, enfurecida, observó la espalda de Juan y gritó: —¡Vaya descaro el tuyo, atreverte a atacar a alguien de la familia Ibarra!

Fue entonces cuando Juan giró la cabeza y la miró con una frialdad aterradora.

Con solo esa mirada.

Delfina se estremeció, y la rabia en su rostro se desvaneció al instante, quedando en un estado de
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