Capítulo 282
—Ustedes no pueden irse tan rápido.

Uno de los hombres, con una sonrisa muy maliciosa, miró a Pilar con deseo y dijo: —Tú fuiste la que más gritó hace un momento. Así que, ¿por qué no te quedas y te diviertes con nosotros? Queremos ver si en la cama también gritas igual de fuerte.

—¡Jajajajaja!

Los otros hombres que se encontraban en el lugar se rieron a carcajadas, observando descaradamente el cuerpo de Pilar, examinando cada curva con ojos de lascivia.

—¡Ustedes son unos despreciables—dijo Pilar con rabia.

—Hermanos, les dejo a esta mujer, pero, ¿me dejarían irme a mí? —El joven, Quintín, giró los ojos con gran astucia mientras le hablaba.

—¡Quintín, no puedes hacer eso! —Pilar lo miró con incredulidad.

¿Este era el mismo hombre que antes la perseguía tan insistentemente y prometía hacer cualquier cosa por ella?

—Pilar, lo siento de verdad, pero no quiero morir, así que perdóname. Quintín respondió con frialdad, sin un toque de remordimiento.

—Bien, puedes irte, pero tendrás que irte
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