Capitulo 615
Juan ya no sabía en ese momento qué pensar.

¿Cómo es posible que cualquiera saque un arma ahora? ¿Acaso no estaba prohibido portar armas en Luzveria desde hace mucho tiempo?

Parece que ya era hora de hacer algo al respecto.

Aunque para él, las armas eran simples juguetes de niños, la intimidación que causaban en la gente común seguía siendo eficaz.

Efectivamente, en cuanto el hombre corpulento sacó la pistola, la multitud, que ya se había dispersado, comenzó a huir despavorida, con excepción de algunos valientes que se quedaron mirando atónitos desde lejos.

Al ver que la multitud se había dispersado por completo, Juan se dio la vuelta y, con total serenidad, le dijo a Virgilio: —¿Sabes que estás violando la ley en Luzveria al poseer ilegalmente un arma y al mantener un ejército privado? ¿No sabes lo grave que es?

Al escuchar esas firmes palabras, Virgilio soltó una risa exagerada: —¿Modesto, me está amenazando este chico? ¿Crees que va a ir a denunciarme después? ¡Qué miedo, mira como
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