Ares suelta un fuerte gruñido y empieza a embestirme con fuerza y rapidez.Hace que pase mis brazos alrededor de su cuello y me levanta de la cama, mis uñas se entierran en su piel con fuerza, por más que trato de ahogar un poco mis gemidos, me es imposible, me toma con fuerza de las caderas y hace que baje mi cuerpo con fuerza, haciendo que llegue a un punto muy placentero de mi cuerpo.—Minte… Minte— Susurra mi nombre cerca de mi oído, provocándome cosquillas.—Ares…ya casi… Ares— Susurro de la misma forma.Al decirle esto, se levanta de la cama conmigo entre sus brazos y me lleva hasta un sillón estilo imperial, en donde no tiene respaldo, sólo descansa brazos. Me acuesta ahí y planta bien sus pies sobre el suelo para empezar a embestirme con aún más fuerza, el mueble se mueve adelante y atrás de forma muy brusca, las patas de madera se arrastran por el suelo, pero el sonido queda bastante opacado por nuestros gritos y gemidos de placer.Puedo sentir como su miembro palpita dentro
—Hades… eres mi perdición, pero al mismo tiempo mi salvación…—Un suspiro de tristeza se me escapa, pongo mis manos sobre mi rostro y trato de tranquilizarme.—Vamos Minte… ya han pasado siete años desde que te dejo, ya debiste de haberlo superado… ya… debiste olvidarlo—Froto con fuerza mi cara y aprieto con fuerza los puños.Sé que estos futuros encuentros no llegaran a nada, se nota que el ADORA a Perséfone y que… se ha olvidado de mí al punto de que no quiere hablar de mi existencia, pero… quiero tener esta tonta fe de que… quizás… algún día él vuelva a amarme… aunque sea un poco.La mitad de mes pasa bastante rápido, pero luego siento como si mis deberes se hubieran vuelto toda una tortura, me cuesta mucho concentrarme a la hora de tocar para los dioses ya que por mi mente pasan las imágenes de Hades durmiendo y mi corazón sólo quiere tocar para él, las clases de Apolo de canto se me hacen muy confusas y las tardes de té con Hera se han vuelto un caos ya que no tengo ánimos de ir
—Ares— Digo en un tono algo molesta.—Tranquila Minte, su madre murió y traje al cachorro para que no muera...—Arqueo una ceja y salgo poco a poco de la habitación, él se acerca a mí, posando sus manos sobre mi cintura y depositando un pequeño beso en mis labios.—Ve afuera a jugar con tu perro Calix... tu madre y yo tenemos que hablar——¿Oh? — Le digo de forma dubitativa. —¿Tenemos que hablar? — Pregunto en un tono que solo él escucha.—Claro que si… tenemos mucho que hablar… bueno… quizás hablar no sería la palabra adecuada—Me sonríe de forma picarona.Escuchamos como Calix se aleja de la cabaña, Ares me levanta haciendo que rodee su cintura con mis piernas y nos metemos al cuarto. Luego de un rato, el niño regresa y él se levanta para atenderlo.—Si quieres yo voy, me imagino que estas muy cansado——Más que tú ahora mismo no— Se acerca a mí y me besa. —Descansa…—Veo como se enrolla una túnica sobre su cintura, la amarra con un cinto negro y sale de la habitación, al otro lado de
—Es verdad… mi hijo es algo rebelde——¿Algo? — Pregunto con sarcasmo. —Tú sabes que cuando estas cerca, es un niño desobediente y le gusta mucho explorar—Se encoje de hombros y se ríe.—¿Qué te puedo decir? Es mi hijo, Minte… tenía que sacar algo de mí—Antes de que caiga la noche, llegamos a un lugar ideal para Ares, nos costó mucho trabajo hacer que el señor por fin se decidiera, ya que los lugares que vimos, no les gustó nada.—Bueno, voy a montar las carpas, ven hijo, ayúdame—Calix emocionado empieza a ayudar a su padre, yo me siento en el suelo y veo como ambos se ponen a montar todo. Ares le explica cómo debe hacerlo y él obedece a su padre y sigue su ejemplo lo mejor que puede.Ya con todo listo, nos acomodamos para dormir, ha sido un viaje bastante agotador.A la mañana siguiente nos levantamos y Ares sale a cazar junto con el niño, mientras ellos se van, yo junto varias ramas y piedras para hacer la fogata.Mientras camino, no puedo evitar pensar que hoy debo ver a Hades, pe
He vivido en el inframundo toda mi existencia, mi padre el Dios Cocito me dijo que mi deber era cuidar del río que dividía el mundo de los mortales con el de los muertos, realmente nunca me negué a dicha tarea, en realidad no es una tarea difícil, solo tengo que encargarme de que las almas no intenten cruzar el río por su cuenta, pero lo que sucede... es que a mí me gusta recoger los óbolos para dárselo a las almas que no tienen para pagar.—Buenos días— Le grito al viejo Caronte desde la distancia, no puedo evitar tener un tono chillón cuando estoy muy alegre.—Minte… por todos los dioses, no asustes a este pobre viejo— Me reprocha con suavidad mientras niega con la cabeza.—Lo lamento— Una pequeña risa se me escapa. —Pero ya deberías saber cómo soy, siempre vengo a darte los buenos días— La sonrisa de mis labios de vuelve más amplia y feliz. —Me sorprende que después de más de 200 siglos te sigas asustando así.—Lo sé, pero a veces vienes más temprano de lo normal o me hablas cuando
—Minte, no— Me reprocha con “severidad”, pero su tono de voz es bastante amable y gentil — Sabes que no puedes hacer pasar a todos, Hades sabe que no todos tienen la merecida sepultura y por ende....— ¿Él sabe que está pasando ahí arriba? — Interrumpí sorprendida ya que nunca me imaginé que el rey del inframundo se entere de todo lo que sucede en su reino. —Pensé que no... teniendo en cuenta que nunca ha venido a decirme algo o a castigarme.— ¡Claro que si mi pequeña ninfa! — Ríe de forma bonachona. —Es el Dios Hades, rey del inframundo, sabe todo lo que sucede en la superficie sin necesidad de estar ahí, es su trabajo— Pone una de sus huesudas manos sobre mi cabeza y me acaricia levemente. —Es por eso que te he dicho miles de veces que no abuses de su caridad, un día de estos vendrá y te va a regañar.Hago un pequeño puchero al oír eso; honestamente dudo mucho que Hades venga en persona o que mande a alguien a regañarme, no siento que esté haciendo algo malo, sólo quiero que todas
Trago saliva con dificultad mientras regreso a mi lugar, resoplo con fuerza enojada por la actitud de este tipo.—Mira, yo no sé si no tienes nada que hacer, pero si no hago mis rondas… mi padre me va a regañar y seguramente me va a castigar…——Yo hablaré con él, tranquila—Miles de voces resuenan por la entrada del inframundo, un ligero suspiro se me escapa y miro al frente, topándome con una enorme cola de almas, un ligero gemido de sorpresa se me escapa al ver tal cantidad de personas, muy raras veces pasa algo como esto.— ¿Qué ha pasado ahí arriba? ——Ares— Contesta con indiferencia sin quitar la vista de enfrente.Al oír su nombre, no puedo evitar sonreír, él viene muy de vez en cuando a coquetear con mis hermanas, mi padre al enterarse de eso decidió mantenerme en la zona principal ya que el viejo Caronte no permite que se acerque a mí.— ¿Lo conoces? ——Lo he visto algunas veces, cuando hemos hablado me ha querido llevar como a muchas de mis hermanas, pero Caronte no se lo per
El tipo abre los ojos de par en par, me mira completamente sorprendido al verme molesta o tal vez que le parece increíble que alguien tan bajita como yo le hable de esa forma. En cualquier caso, está sorprendido, pero esa sorpresa desaparece siendo reemplazada por una enorme sonrisa seguida de una estruendosa carcajada. Estoy tan enfrascada en mi situación con este hombre, que no estoy segura si el viejo barquero ya llegó.Siento un ligero golpe sobre mi cabeza, enseguida volteo a ver de qué se trata y una gran sonrisa se posa sobre mis labios al ver a Caronte parado a mi lado, se nota confundido por la risa del invitado no deseado.— ¡Caronte! — Exclama feliz. — ¿Te lo puedes creer? Me acaban de decir que estoy loco— Unas lágrimas de alegría se le escapan de los ojos y le cuesta mucho hablar, incluso respirar le parece una tarea difícil.Ahora el viejo me mira con los ojos abiertos de par en par, ladeo un poco la cabeza por su reacción; no entiendo porque se sorprende, sabe que soy h