Capítulo 29

Estando en las puertas del Inframundo, no puedo evitar sentirme nerviosa y ansiosa por volver a mi hogar, después de muchos años. Me froto los brazos para darme ánimos y entro, apretando con fuerza el pergamino que me dio Zeus, en donde explica el motivo de mi estancia.

Recorro la entrada del Inframundo y cuando estoy por llegar a la puerta que resguarda Cerbero, tomo una gran bocanada de aire, rogando porque el enorme can me recuerde.

Cruzo el portal, encontrándome en la guarida de Cerbero, miro con atención mi alrededor y busco al guardián, pero no lo veo por ningún lado.

Dejo de buscar cuando siento una pesada respiración a mis espaldas, me giro sobre mis talones y veo con horror al enorme perro.

— ¡Cerbero! ¿¡Pero que te han hecho?! —

Al oír mi voz, el perro se tira al suelo, chillando y gimoteando, me quito la capucha y me acerco al pobre angustiada, para luego quitarle los ridículos moños rosados que tiene sobre las orejas y cola.

—Menuda tortura te ha hecho pasar— Rasco con car
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