Han pasado unos días desde que vi las estrellas. Desperté agotada, apenas podía abrir los ojos, estaba a punto de caer, cuando papá me ayudó a levantarme con una mirada melancólica. Él lo sabía y yo también. Mi tiempo había acabado.
Desayunamos juntos como en los tiempos en los que nos veíamos a diario, él tomaba mi mano, haciéndome sentir como la niña de ocho años que le pedía comer helado después de clases.
—Sabes que estoy orgulloso de tí, me alegró de la persona en la que te has convertido —dijo mientras caían algunas lágrimas por parte de los dos.
De pronto sonó el timbre, me dirigí hacía la puerta, y ví a Seth con un pequeño collar con el dije de un libro junto a una luna. Sus ojos estaban rojos e hinchados, una imagen que siempre me lastimaba ver en él.
Al verlo me arrojé a sus brazos, y casi al instante lo colocó en mi cuello mientras yo lo observaba.
Estuvimos hablando, dejando de lado lo que era evidente. Todos sabíamos que no me qu
Después de unos días ya podía comer más que galletas de la alacena, era un avance al menos.Por fin sentí las fuerzas para tomar la carta e ir a la biblioteca, ansiosa por saber que tenía para decirme.Al llegar, recorrí con el tacto los estantes, tratando de evitar ser un mar de llanto de nuevo, como lo había sido todos estos días después de que él se fue.Me senté en una esquina y después de un rato junté el valor para abrir el sobre.Brooks:Esto es una despedida extra, yo me despedí de ti antes de todo, (te dí un beso en la frente cuando estabas dormida). No quiero verte llorar y extrañarme, yo no me fui para eso, quería que fueras feliz, tanto como me hiciste a mí en este año juntos. Recuerda que te quiero, y lamento no cumplir mi promesa. Lamento no quedarme y espero que algún día me puedas perdonar, pero mira el lado bueno, podrás ver mil noches más y espero que en cada una de ellas, el cielo se ilumine con mayor intensidad
Seth Campell: (una semana antes. Ese día).Caitlin se encontraba frente a mí, dormida y con la piel tan blanca como la nieve.Después de hablar mucho con mi madre y con los doctores, aceptaron mi propuesta, era un donante compatible.De todos modos, el resultado sería el mismo. También estaba enfermo, pero no quería que ella lo supieraDesde que supe que ella podía morir, entendí que no había un final feliz para los dos como en los libros que ella leía, aquellos que alguna vez me prometí no leer, pero que hice para tener algún común de que hablar con ella. En un año puso mi mundo de cabeza e hizo latir mi corazón a un ritmo en el que nunca lo había hecho, y ahora sí dejaba de latir, quería que al menos valiera la pena, entregándoselo a la persona que más amaba. Quería que fuera de ella.Me aseguré de dejar todo perfecto para cuando ella leyera mi carta, no tendríamos un final feliz, pero Brooks merecía el suyo, aún si yo no estaba
Se preguntaran que pasó después de muchos días tristes recordándolo. Han pasado tres años desde que él se fue, estudié literatura y no renuncié a mis sueños como él me lo pidió.Sigo sintiendo ese vacío que él dejó el primer día, pero ya no duele tanto, aprendí a vivir con su recuerdo, a estar agradecida del tiempo que pasé con él y a rememorar cada momento sin llorar tanto, aunque a veces fuera inevitable.Faltan algunos meses para esos mil días, no creo estar preparada, pero haré todo lo posible para ser fuerte como él hubiera querido que fuera, como me pidió en su carta.Aprendí a tocar la guitarra, toco las canciones que alguna vez pudimos tocar juntos y a veces trató de recordar su voz.Marcus tiene una relación muy estable con una chica llamada Jessica, y Lauren trata de ser feliz y de no pensar tanto en Seth como un recuerdo triste.Papá me visita seguido y me ayudó mucho los días en los que no salía de mi cuarto, destrozada por el chi
Sé que prometí hace mucho que no volvería a ese lugar, pero la verdad es que no cumplí mi promesa.Por muy raro que pareciera, siempre volvía allí. Ese lugar me centraba, todo lo que me presionaba o molestaba se iba al pararme frente a su lápida.Tomé las flores viejas y acomodé las que había comprado en el camino con delicadeza.Estaba totalmente consiente de que él no podía escucharme, pero me había sentido muy sola últimamente.—Publiqué el libro —comenté al aire, dando un suspiro.La gente solía comentar muchas cosas sobre él, amaban su personalidad, aunque no tanto como yo lo hice. Al final de cuentas siempre tuvo razón, era rara. Después de todo, estaba hablando con un pedazo de losa.Si él viera esto, probablemente diría algo como: "Sabes, siempre creí que estabas loca, pero esto lo confirma, Brooks".A pesar de todo, esta vez era real, después de esto no habría más visitas.Con lágrimas en los ojos, me estaba prom
Todos conocemos a alguien fastidioso, algunas personas más molestas que otras.Bueno, yo conocí a un chico castaño que puso mi mundo de cabeza.No sabía casi nada de él.Solo sé que tiene unos iris azules fuertes.Le gusta leer en el almuerzo.Y tiene como especialidad dar mala cara a todo el mundo.Nuestro comienzo no fue el mejor. Tampoco es la mejor historia, pero lo que puedo dar por seguro, es que esto no es un tonto cliché.¿Cómo es que alguien se puede volver tan importante en tu vida?Sinceramente no lo sabía.Pero cada vez que veía las estrellas, encontraba su cara en ellas. Formando la constelación más grande y hermosa de la galaxia.
Una historia original de Daniela Olivera✨Desde pequeña siempre me gustaron las estrellas, esos pequeños puntitos brillantes que iluminaban el cielo al anochecer, lo cual para mí desdicha era algo que contemplaba cada milenio, ya que vivía en una de las ciudades con mayor luz artificial: Nueva York.La última vez que pude verlas fue antes de mudarme, hace aproximadamente 600 noches, una noche que recuerdo como si hubiera sido ayer, como si hubieran pasado unas horas desde que dejé mi casa y a mi papá para seguir mi sueño y estudiar literatura.Mi nombre es Caitlin Brooks y tengo 17 años. Estudio en The Dalton School, una de las preparatorias más prestigiosas de Nueva York, por lo que trato de tener buenas notas para compensar todo el trabajo que hace mi padre para apoyarme con la renta de mi departamento.Mi vida es normal, tengo pocos amigos y con pocos me refiero a uno, Marcus Campell: el típico deportista por el que todas se mueren y bueno, era u
Llegué al salón de artes, me senté hasta atrás como solía hacerlo y vi que el dark con chaqueta de cuero estaba sentado a un rincón, escribiendo o lo que sea que hiciera en su libreta, porque no estaba prestando atención, de eso podía estar segura.Las clases concluyeron rápido, no era que realmente me interesara la clase de artes, sinceramente prefería hacer algo creativo en mi casa y arriesgarme con colores y texturas, a escuchar como trataban de enseñarlo de un libro. Para mí, el verdadero arte se tenía que vivir y sentir, y todo eso era algo que un libro no te enseñaba. Sabía que no era la mejor artista pero bastaba con que significara algo para mí.Después de clases seguí al gemelo malvado. De alguna forma, una pequeña parte de mí sentía curiosidad por él, aunque al dar con su paradero me dí cuenta de que estaba con Marcus, lo cual fue más fácil.—Hola Marcus —saludé con una sonrisa.—Cait, quería saber si querías salir como lo hacíamos antes —pregun
Miles de juegos, palomitas en el suelo, niños jugando y mucha comida. El parque de diversiones tenía cierta forma especial de recordarme mi niñez.Después de un rato decidimos tomarnos algunas fotos, fuimos al carrusel, y aunque un caracol avanzaba más rápido, todo era divertido con Marcus que me hacía reír todo el tiempo.—Quiero ese peluche —dije apuntando a un osito con una estrella.—Es lindo —dijo acercándose al puesto, y con sus excelentes habilidades atléticas, volvió con el peluche en sus manos.—Gracias —dije sonriendo.—No hay de que, Cait —contestó con una sonrisa grande y sincera, una que demostraba su linda y carismática personalidad.Marcus era un gran chico y aunque a veces discutíamos siempre lográbamos solucionarlo. Me daba lastima el que no supiera sobre mis sentimientos, pero estaba segura de que algún día lograría ser valiente y confesarle todo.Estábamos visitando todos los juegos y comiendo algodón de azúcar, en