Una historia original de Daniela Olivera✨
Desde pequeña siempre me gustaron las estrellas, esos pequeños puntitos brillantes que iluminaban el cielo al anochecer, lo cual para mí desdicha era algo que contemplaba cada milenio, ya que vivía en una de las ciudades con mayor luz artificial: Nueva York.
La última vez que pude verlas fue antes de mudarme, hace aproximadamente 600 noches, una noche que recuerdo como si hubiera sido ayer, como si hubieran pasado unas horas desde que dejé mi casa y a mi papá para seguir mi sueño y estudiar literatura.
Mi nombre es Caitlin Brooks y tengo 17 años. Estudio en The Dalton School, una de las preparatorias más prestigiosas de Nueva York, por lo que trato de tener buenas notas para compensar todo el trabajo que hace mi padre para apoyarme con la renta de mi departamento.
Mi vida es normal, tengo pocos amigos y con pocos me refiero a uno, Marcus Campell: el típico deportista por el que todas se mueren y bueno, era una de ellas.
Él y yo somos mejores amigos desde primer año, pero cuando entró al equipo de fútbol dejo de prestarme tanta atención, ya saben, yo solo era la chica invisible, ya que ni siquiera tenía las calificaciones para ser la nerd, así que solo era el ratón de biblioteca que leía sobre estrellas y romances.
Hoy era un día como cualquiera o al menos eso creía yo. Acomodé todos mis libros en mi casillero y me dirigí al salón de clases.
Al entrar noté como todos se encontraban hablando entre ellos antes de que la señorita Evans entrara al salón, cuando de pronto, a un lado del aula ví a Marcus sentando, lo cual me pareció particular, pues ni siquiera pertenecía a esa clase y aunque estaba vestido algo diferente a lo habitual no le tomé importancia y me acerqué a saludarlo.
Pude notar que llevaba ropa oscura, como si fuera a asaltar un banco después de clases y su cabello castaño despeinado, a diferencia de la típica chaqueta del equipo que usaba como si fuera una fotografía y del gel que se ponía para que su cabello quedara hasta atrás.
—Marcus —dije abrazándolo, debido a la confianza que teníamos, pero grande fue mi sorpresa al ver cómo me alejó, y es que sí, a veces era distante, pero siempre tenía un tono amable y tierno.
—Aléjate rara —exclamó en un tono despectivo mirándome de pies a cabeza sin disimulo alguno, mientras todos observaban riéndose de mí.
—¿Qué? —pregunté ante su extraña actitud.
—Mira niña, no sé quien eres y tampoco quiero saberlo, así que vuelve por donde viniste —dijo con una mirada fastidiada, sin demostrar ni una emoción.
Ni siquiera sé en que momento pasó, pero cuando pude volver a la realidad, el libro ya estaba dando impacto contra su cara. Él no dijo nada, simplemente me miraba con sorpresa y enojo, algo que me hacía sentir mejor.
Volví a mi asiento sintiendo la mirada de todos. Estaba totalmente consiente de que murmuraban cosas de mí, pero realmente me daba igual lo que dijeran un montón de personas que no me conocían en absoluto y que no tenían nada más interesante que hacer que hablar de otros.
La clase transcurrió rápido, en realidad amaba historia, no entendía como las personas despreciaban saber acerca de relatos que, dejando de lado si habían sido buenos o malos tenían algo que enseñarnos. No era la fastidiosa que recordaba que había tarea, pero tampoco era quien no la hacía, existía un perfecto balance entre mi yo perfeccionista y la otra parte de mí que quería faltar y ver Enola Holmes todo el día mientras entraba en la crisis existencial del porque ella y Tewkesbury no terminaron juntos.
Al salir de clases, ví a Marcus en el pasillo, al parecer se había cambiado de ropa y peinado, la verdad no me importó mucho y decidí enfrentarlo una vez que no estaba con sus amigos que actuaban como tontos todo el tiempo.
—¿Qué rayos fue lo de hace rato? —pregunté enojada.
—¿A qué te refieres? —cuestionó enarcando una ceja, aunque con esa mirada amable presente en sus ojos azules claros.
—En la clase de historia me empujaste y llamaste rara —exclamé obvia, "refrescando su memoria".
—Yo tengo matemáticas Cait, ¿qué sucede? —preguntó conteniendo una risa.
—Pues una versión dark de ti, me hizo perder la paciencia al grado de golpearlo con un libro —dije confundida al ver que en su rostro se denotaba que lo que decía era cierto.
—Genial, Seth esta aquí —dijo con ironía, mientras caminaba y yo iba detrás de el.
De pronto ví a dos castaños exactamente iguales frente a mí, lo que me dejó totalmente desconcertada.
—Otra vez tú —dijo el castaño rodando los ojos.
—Tienes un gemelo y no me dijiste —reclamé dirigiéndome a mi mejor amigo, aunque aún seguía algo sorprendida ante el gran parecido, de hecho solo por la ropa podía diferenciarlos. Claro, de manera física, por qué uno era agua de coco y el otro limonada sin azúcar.
—Cierto, él es Seth, aunque creo que ya se conocen, por cierto, mamá preguntará por ese ojo morado y le tendrás que decir que Cait te lo hizo con su libro —dijo eso último dirigido a su hermano, mientras se burlaba de él.
—Lo lamento —expuse apenada. Como alguien que no me conocía tenía razón para alejarme, pero también se lo merecía por llamarme de esa manera.
—Bien, rara —dijo alzando las cejas de forma sarcástica. Realmente era molesto.
¿Cómo es que dos personas absolutamente iguales podían ser tan distintas?
¿Cómo es que mi mejor amigo nunca me menciono que tenía un gemelo?
No tenía ni la menor idea.
—Cretino —murmuré hacia el chico por como me había llamado.
—Te escuché —dijo volteando a verme.
—Ese era el plan —grité haciendo un megáfono con mis manos mientras le sacaba la lengua, demasiado infantil, lo sé, pero cuando trataba de ser ruda eso era lo mejor que salía, mi versión más ridícula.
Y después de ese largo día de clase y de comer lo primero que encontré, decidí ponerme cómoda en mi cama mientras leía "Las aventuras de Sherlock Holmes". Sin duda una gran joya literaria, sinceramente me gustaban más los romances, pero esas historias llenas de misterio se habían vuelto unas de mis favoritas.
Llegué al salón de artes, me senté hasta atrás como solía hacerlo y vi que el dark con chaqueta de cuero estaba sentado a un rincón, escribiendo o lo que sea que hiciera en su libreta, porque no estaba prestando atención, de eso podía estar segura.Las clases concluyeron rápido, no era que realmente me interesara la clase de artes, sinceramente prefería hacer algo creativo en mi casa y arriesgarme con colores y texturas, a escuchar como trataban de enseñarlo de un libro. Para mí, el verdadero arte se tenía que vivir y sentir, y todo eso era algo que un libro no te enseñaba. Sabía que no era la mejor artista pero bastaba con que significara algo para mí.Después de clases seguí al gemelo malvado. De alguna forma, una pequeña parte de mí sentía curiosidad por él, aunque al dar con su paradero me dí cuenta de que estaba con Marcus, lo cual fue más fácil.—Hola Marcus —saludé con una sonrisa.—Cait, quería saber si querías salir como lo hacíamos antes —pregun
Miles de juegos, palomitas en el suelo, niños jugando y mucha comida. El parque de diversiones tenía cierta forma especial de recordarme mi niñez.Después de un rato decidimos tomarnos algunas fotos, fuimos al carrusel, y aunque un caracol avanzaba más rápido, todo era divertido con Marcus que me hacía reír todo el tiempo.—Quiero ese peluche —dije apuntando a un osito con una estrella.—Es lindo —dijo acercándose al puesto, y con sus excelentes habilidades atléticas, volvió con el peluche en sus manos.—Gracias —dije sonriendo.—No hay de que, Cait —contestó con una sonrisa grande y sincera, una que demostraba su linda y carismática personalidad.Marcus era un gran chico y aunque a veces discutíamos siempre lográbamos solucionarlo. Me daba lastima el que no supiera sobre mis sentimientos, pero estaba segura de que algún día lograría ser valiente y confesarle todo.Estábamos visitando todos los juegos y comiendo algodón de azúcar, en
Pasaron algunos días desde que el castaño de acercó a mí en el parque, desde eso, evitaba a todos en la escuela, de alguna manera su propuesta me dejó pensando. Ya ni siquiera pasaba tanto tiempo con Marcus, pero ahora lo hacía gratis, sin duda me arrepentía de no haber aceptado esos 10 dólares, pero esa ya estaba en el pasado.Apenas terminó matemáticas vi como el chico salía del salón molesto, o al menos más de lo normal, a lo que yo y mi cerebro entrometido fueron detrás de él. Pude notar como se dirigía con prisa a la parte de atrás de los salones, a lo que me oculté dónde él no pudiera verme, y al hacerlo, vi a Marcus detrás de él, mientras Seth se acercaba molesto.—¿Es en serio Marcus? —dijo este último con rabia.—¿A qué te refieres? —preguntó Marcus.—Sé que invitarás a Caitlin hoy —dijo aún más enojado, aunque eso me sorprendió, no sabía a dónde iba su plática.—¿Y eso qué? —cuestionó con una mirada fastidiada.—Ella está loca por
Me encontraba ocupada viendo memes en mi celular cuando recibí un mensaje del castaño, a veces resultaba muy comunicativo y otras una piedra."Brooks mándame tu dirección". Era todo lo que había escrito. No Caitlin ¿puedo ir a tu casa?. No Caitlin ¿estás en tu casa?. "Brooks mándame tu dirección".Y sin embargo se la mandé, realmente no tenía nada más que hacer, «y quién mejor que Seth, el chico más simpático del mundo para alegrarme» pensé haciendo que riera, a veces mi mente era tan genial contando chistes que me sentía inteligente.A los pocos minutos tocaron mi puerta y pude notar como detrás de él estaba una moto negra lo que me hizo sonreír con triunfo.—Una moto, eso es muy chico malo literario de tu parte —dije mirándolo mientras el daba un suspiro cansado y rodaba los ojos, al mismo tiempo que me empujaba con su brazo para entrar.—Sabes Brooks, no estoy de humor para tus malos chistes —dijo una vez adentro.—Pues eso no parece, si
Estaba en la casa de Seth, después un siglo me había invitado a conocerla, aunque en realidad ya sabía cómo y dónde era, pues Marcus me había invitado algunas veces.Al llegar vi a la señora rubia que era su madre, a la que él saludo con un beso en la mejilla, algo que me pareció muy tierno.Me jaló del brazo como tenía por costumbre, para subir las escaleras y llegar a su habitación, lo bueno es que Marcus no se encontraba allí, al parecer iba a salir con sus amigos.—¿Qué hacemos aquí chico malo? —pregunté mirándolo confundida, y el apodo ya se había quedado, al igual que el que él me llamara Brooks.—Bueno quería enseñarte algo —contestó con obviedad, esta era una de las veces recordaba lo molesto que podía llegar a ser con sus comentarios, él saco una guitarra de su estuche, y la conecto a un tipo de amplificador o como se llamara esa cosa.—Una guitarra eléctrica es muy Rockstar, y pensar que negaste tener una banda —dije molestándolo.
Me desperté temprano por primera vez en mi vida, era un gran logro para mí y mi flojera, pero para mí desdicha me pase una hora desayunando mientras veía mi celular, y de nada sirvió mi logro, pues tuve que llegar corriendo a la escuela.Empecé a meter la mayoría de mis libros en mi casillero, cuando de pronto por las bocinas de toda la escuela se escuchaba una voz familiar.—Caitlin Bianca Brooks, fui un tonto y me arrepiento de todo lo que te hice, eres mi mejor amiga y... También me gustas, ¿te gustaría salir conmigo? —dijo Marcus desde el micrófono de la oficina de la directora, no sé como se metió ahí, pero mientras estaba en completo shock él ya estaba frente a mí.—Entonces, ¿te gustaría salir conmigo? —preguntó ya estando en el pasillo.—Sí —contesté con una sonrisa, no lo sé, pero ahora veía sinceridad en él, y parecía arrepentido de lo que dijo, pues ya se había tratado de comunicar conmigo pero lo había ignorado, él me abrazó fuertemente eleván
—Sube Brooks —dijo desde el techo. Y por muy tonto que pareciera logré subir con su ayuda.—¿Para qué hacemos esto? —pregunté confundida.—Porque no quiero morir sin decir que no subí al techo de una biblioteca —respondió con una sonrisa ególatra, como si nada le importara.—Pues yo no quiero hacer eso para vivir más tiempo —señalé mirando sus lindos ojos azules.—Nunca dejaría que caigas —contestó mirándome.—¿Soy importante para ti? Marcus dijo que solo le prestabas tu guitarra a personas que te importaban —pregunté tratando de obtener una repuesta, y es que en realidad no tenía claro nada respecto a él.—No, solo lo hice para que dejaras de fastidiar —contestó en tono indiferente.—Entonces, ¿por qué me besaste? —solté repentinamente, con las mejillas tan rojas, como en ese momento.—Wow, ¿en serio preguntas eso después de una semana, Brooks? —dijo rodando los ojos, así es, su actitud era la misma, aunque tenía ratos dulces,
Ayer hablé con papá, él siempre estuvo para mí, apoyándome y fingiendo ser fuerte cuando mamá nos dejó. En cada una de nuestras platicas una pregunta hacía lugar, el temido «¿Cómo estás?»."Estoy bien" era mi respuesta siempre. Esas palabras no solo eran mentira, también eran una salida rápida de mi realidad, de una en la que estaba destruida desde que Seth se fue de mi vida. ¿Cómo es que una persona que conocías en 4 meses se volvía tan importante en tu vida? Probablemente no había respuesta a mi pregunta.Necesitaba saber si se encontraba mejor, si se sentía tan mal como yo, o si siquiera le importaba. Y me quemaba el hecho de no verlo todas las mañanas a una esquina del salón dibujando cosas que nunca me dejó ver en su libreta, porque desde ese día, dejó de asistir a la escuela.Decir que estaba bien y fingir sonrisas, se había vuelto mi más grande pasatiempo, era muy fácil fingir que todo estaba bien y aún más fácil que me creyeran, mientras me engañab