Pasaron algunos días desde que el castaño de acercó a mí en el parque, desde eso, evitaba a todos en la escuela, de alguna manera su propuesta me dejó pensando. Ya ni siquiera pasaba tanto tiempo con Marcus, pero ahora lo hacía gratis, sin duda me arrepentía de no haber aceptado esos 10 dólares, pero esa ya estaba en el pasado.
Apenas terminó matemáticas vi como el chico salía del salón molesto, o al menos más de lo normal, a lo que yo y mi cerebro entrometido fueron detrás de él. Pude notar como se dirigía con prisa a la parte de atrás de los salones, a lo que me oculté dónde él no pudiera verme, y al hacerlo, vi a Marcus detrás de él, mientras Seth se acercaba molesto.
—¿Es en serio Marcus? —dijo este último con rabia.
—¿A qué te refieres? —preguntó Marcus.
—Sé que invitarás a Caitlin hoy —dijo aún más enojado, aunque eso me sorprendió, no sabía a dónde iba su plática.
—¿Y eso qué? —cuestionó con una mirada fastidiada.
—Ella está loca por ti, y tú ni siquiera te molestas en dejarle en claro que no la quieres —acusó Seth con la mandíbula tensa.
—Eso no te importa, yo no le pedí que se fijará en mí, además ella es igual a todas —dijo con desprecio mientras sentía que unas lágrimas corrían por mis mejillas que estaban rojas de la ira que me invadía. No quise escuchar más, por lo que decidí irme corriendo al baño para así aclarar mi mente con agua helada en mi rostro.
Y es que es cierto, fui una tonta al creer que Marcus era una buena persona, por lo que ahora tenía que dejar de serlo y no llorar por alguien que no valía la pena, el verdadero cretino no era Seth era él, y esa era nada más y nada menos que la triste verdad.
Entré al salón simulando que nada había pasado, aunque ellos me vieron antes de irme, y lo sé al ver cómo Marcus se acercó de forma nerviosa hacía mí, a lo que yo decidí irme corriendo, en realidad le debía a alguien una disculpa y también las gracias.
Y allí estaba él, sentado en las gradas con un libro entre sus manos. Se me hacía extraño y divertido que alguien con una imagen ruda como la de él, disfrutara de leer en los descansos.
—Gracias —confesé dejando de lado mi orgullo, algo que fue un poco difícil.
—¿Por qué? —preguntó alzando una ceja.
—Por ayudarme a saber quién era Marcus —dije fingiendo una sonrisa, ya que después de todo dolía, Marcus había sido mi amigo por dos años, y ahora, solo era alguien a quien nunca más dirigiría la palabra.
—No te creas especial Brooks, no lo hice por ti, lo hice por todas las chicas a las que Marcus les ha hecho lo mismo —explicó en tono molesto.
—Claro, lamento haberte molestado —dije para después retirarme.
—Brooks —exclamó logrando que volteara.
—Te espero en el parque a las 4:00 —dijo sin desviar la vista del libro que yacía en su mano.
—¿Acaso me estás invitando a salir? —cuestioné elevando una ceja con mofa.
—Esto no es un cliché Brooks —dijo como siempre lo hacía, al parecer Seth Campell era más que malos gestos y ropa negra, ahora era un misterio que me interesaba resolver.
Me parecía curioso que siempre me citara en el parque sin siquiera preguntar, solo decía "Te veo en el parque" suponiendo que aceptaría, y en realidad estaba en lo correcto ya que no tenía nada mejor que hacer, era entrometida y él era un completo misterio con su ropa negra y su cabello castaño despeinado.
Llegué a la hora acordada por él, ya que nunca me consultó. Hablar con Seth era como hablar con la pared, solo que con una grosera y pesimista.
Justo las 4:00 en punto, vi al chico sentado con sus audífonos puestos.
—Brooks —llamó al verme.
—Campell —contesté imitándolo.
—Oye, llamarte por tu apellido es lo mío —gruño quejándose, lo que me hizo reír un poco.
—Y... me trajiste al parque —dije rompiendo el silencio.
—¿Quién crees que soy, Marcus? —preguntó frunciendo el ceño.
—Entonces, ¿para qué me citaste en el parque? —pregunté devolviendo su mala respuesta.
—Porque no sabrías dónde esta el lugar a juzgar por lo que lees —dijo ignorando lo que estudiaba a lo que yo solo rodé los ojos, él me jalo del brazo como ya se estaba volviendo costumbre, hasta llegar a la biblioteca.
—¿Me mostrarás a Edgar Allan Poe? —pregunté riendo.
—¡En serio sigues con eso, que no soy uno de tus personajes literarios! —repitió con enojo, a lo que sonreí, al parecer lo desesperaba tanto como él a mi.
En realidad de alguna forma parecía conocerme porque esto es a lo que yo consideraría una cita perfecta, aunque esto no fuera una cita, me parecía tierno ver como él hablaba de libros emocionado ignorando que también los amaba, aunque preferí no decírselo.
—Nos llevamos: Las aventuras de Sherlock Holmes, El signo de las cuatro, Un escándalo en bohemia, Los miserables, La odisea y Moby dick —repasó mirándolos con emoción.
—¿Cuál es tu caso favorito? —indagué tratando de descubrir algo más de él, ya que lo único que sabía es que era fan de el misterio y admirador de Arthur Conan Doyle tanto como yo.
—El de la liga de los pelirrojos —contestó —. Fue demasiado tonto como para creer que existía tal cosa —añadió riendo mientras yo me unía, y es que tardé unos minutos en darme cuenta de que tenía a Seth Campell junto a mí, riendo, algo que veía menos que las estrellas.
—El mío es el de Irene Adler —confesé emocionada, a la vez que él arrugaba el entrecejo.
—¿Conoces los libros? —preguntó alzando ambas cejas.
—Ammm, hago más que leer clichés —contesté volteándome.
Lo que no tenía previsto es que las estanterías estaban muy juntas, por lo que quedé muy cerca de él, sin importar que fuera más alto que yo por unos 5 o 6 centímetros, aún así, sentía su respiración y él la mía, por lo que una risa nerviosa salió de mi, mientras en mi cabeza se proyectaban las palabras que tantas veces había oído de su boca «No somos un tonto cliché» por lo cual, decidí alejarme sin perder el contacto visual de sus ojos azules con mis ojos grises.
—No eres tan inculta como creí —dijo riendo. Y después de horas leyendo libros y hablando de nuestros favoritos, pagamos, quedándonos con un ejemplar cada uno.
Y sin dudas descubrí más de Seth, el chico no era solo mal humor, era más mucho más, podía llegar a ser una de las personas más entretenidas y amables si te dabas la oportunidad de conocerlo, puede que antes no hubiera soportado pasar 30 minutos con él, pero hoy, sin duda disfrute cada segundo de esas dos horas en la biblioteca.
¿Se esperaban eso?
Me encontraba ocupada viendo memes en mi celular cuando recibí un mensaje del castaño, a veces resultaba muy comunicativo y otras una piedra."Brooks mándame tu dirección". Era todo lo que había escrito. No Caitlin ¿puedo ir a tu casa?. No Caitlin ¿estás en tu casa?. "Brooks mándame tu dirección".Y sin embargo se la mandé, realmente no tenía nada más que hacer, «y quién mejor que Seth, el chico más simpático del mundo para alegrarme» pensé haciendo que riera, a veces mi mente era tan genial contando chistes que me sentía inteligente.A los pocos minutos tocaron mi puerta y pude notar como detrás de él estaba una moto negra lo que me hizo sonreír con triunfo.—Una moto, eso es muy chico malo literario de tu parte —dije mirándolo mientras el daba un suspiro cansado y rodaba los ojos, al mismo tiempo que me empujaba con su brazo para entrar.—Sabes Brooks, no estoy de humor para tus malos chistes —dijo una vez adentro.—Pues eso no parece, si
Estaba en la casa de Seth, después un siglo me había invitado a conocerla, aunque en realidad ya sabía cómo y dónde era, pues Marcus me había invitado algunas veces.Al llegar vi a la señora rubia que era su madre, a la que él saludo con un beso en la mejilla, algo que me pareció muy tierno.Me jaló del brazo como tenía por costumbre, para subir las escaleras y llegar a su habitación, lo bueno es que Marcus no se encontraba allí, al parecer iba a salir con sus amigos.—¿Qué hacemos aquí chico malo? —pregunté mirándolo confundida, y el apodo ya se había quedado, al igual que el que él me llamara Brooks.—Bueno quería enseñarte algo —contestó con obviedad, esta era una de las veces recordaba lo molesto que podía llegar a ser con sus comentarios, él saco una guitarra de su estuche, y la conecto a un tipo de amplificador o como se llamara esa cosa.—Una guitarra eléctrica es muy Rockstar, y pensar que negaste tener una banda —dije molestándolo.
Me desperté temprano por primera vez en mi vida, era un gran logro para mí y mi flojera, pero para mí desdicha me pase una hora desayunando mientras veía mi celular, y de nada sirvió mi logro, pues tuve que llegar corriendo a la escuela.Empecé a meter la mayoría de mis libros en mi casillero, cuando de pronto por las bocinas de toda la escuela se escuchaba una voz familiar.—Caitlin Bianca Brooks, fui un tonto y me arrepiento de todo lo que te hice, eres mi mejor amiga y... También me gustas, ¿te gustaría salir conmigo? —dijo Marcus desde el micrófono de la oficina de la directora, no sé como se metió ahí, pero mientras estaba en completo shock él ya estaba frente a mí.—Entonces, ¿te gustaría salir conmigo? —preguntó ya estando en el pasillo.—Sí —contesté con una sonrisa, no lo sé, pero ahora veía sinceridad en él, y parecía arrepentido de lo que dijo, pues ya se había tratado de comunicar conmigo pero lo había ignorado, él me abrazó fuertemente eleván
—Sube Brooks —dijo desde el techo. Y por muy tonto que pareciera logré subir con su ayuda.—¿Para qué hacemos esto? —pregunté confundida.—Porque no quiero morir sin decir que no subí al techo de una biblioteca —respondió con una sonrisa ególatra, como si nada le importara.—Pues yo no quiero hacer eso para vivir más tiempo —señalé mirando sus lindos ojos azules.—Nunca dejaría que caigas —contestó mirándome.—¿Soy importante para ti? Marcus dijo que solo le prestabas tu guitarra a personas que te importaban —pregunté tratando de obtener una repuesta, y es que en realidad no tenía claro nada respecto a él.—No, solo lo hice para que dejaras de fastidiar —contestó en tono indiferente.—Entonces, ¿por qué me besaste? —solté repentinamente, con las mejillas tan rojas, como en ese momento.—Wow, ¿en serio preguntas eso después de una semana, Brooks? —dijo rodando los ojos, así es, su actitud era la misma, aunque tenía ratos dulces,
Ayer hablé con papá, él siempre estuvo para mí, apoyándome y fingiendo ser fuerte cuando mamá nos dejó. En cada una de nuestras platicas una pregunta hacía lugar, el temido «¿Cómo estás?»."Estoy bien" era mi respuesta siempre. Esas palabras no solo eran mentira, también eran una salida rápida de mi realidad, de una en la que estaba destruida desde que Seth se fue de mi vida. ¿Cómo es que una persona que conocías en 4 meses se volvía tan importante en tu vida? Probablemente no había respuesta a mi pregunta.Necesitaba saber si se encontraba mejor, si se sentía tan mal como yo, o si siquiera le importaba. Y me quemaba el hecho de no verlo todas las mañanas a una esquina del salón dibujando cosas que nunca me dejó ver en su libreta, porque desde ese día, dejó de asistir a la escuela.Decir que estaba bien y fingir sonrisas, se había vuelto mi más grande pasatiempo, era muy fácil fingir que todo estaba bien y aún más fácil que me creyeran, mientras me engañab
Seth Campell:Se lo dije, le dije la verdad y la lastimé, pero prefería eso a ser un hipócrita como Marcus, por qué ella se merecía la verdad y no mentiras como las que siempre había recibido.Todo era verdad en la parte en la que le confesé que me gusta, se supone que la ayudaría en el parque para que terminaran siendo nada ella y Marcus, pero mi inútil conciencia me hizo arrepentirme. Le ofrecí 10 dólares, los rechazó y traté de evitar que pasará lo inevitable, descubrió la verdad.Traté de animarla, pero el plan se salió de control, termine besándola y sonriendo como un tonto solo de pensar en su nombre y sus bonitos ojos grises, caí en lo que siempre evité, un tonto cliché, una hermosa chica castaña que me hizo olvidar lo horrible que era esa empalagosa palabra llamada "amor".Curioso, la chica "buena" y rara que me golpeó con un libro, y yo el chico "rudo" que era como ella solía llamarme, pasando tiempo juntos, y yo perdí porque me gustó primero, tr
Al abrir los ojos me encontré con un montón de luces cegadoras.—Brooks —exclamó Seth al verme, abrazándome y acariciando mi cabello, a lo que yo le devolví el abrazo con lágrimas en los ojos, al parecer todo había sido un sueño. Él era real, él me quería y se preocupaba por mí.—Perdóname y-yo no quería lastimarte —dijo mientras una dichosa lágrima rodaba por su mejilla, a lo que yo lo acerqué más a mí dándole un tímido beso, uno con el que muchas veces había soñado desde el día en que decidí dejar de hablar con Marcus.—También me gustas —confesé nerviosa, mientras una gran sonrisa se tallaba en su cara.—Bueno Caitlin, ya estás estable, puedes irte en un rato —dijo la doctora sonriéndome.—Gracias —dije levantándome un poco de la camilla. Ahora estaba en un hospital con una bata, y de pronto un recuerdo llegó a mi mente, exaltándome por completo.—Mi padre, él debe estar preocupado —recordé con los ojos bien abiertos.—Ya le av
—Apúrate, chico rudo —exclamé con emoción. Por primera vez, yo lo jalaba del brazo guiándolo.—¿A dónde vamos Brooks? —preguntó tratando de seguir mi paso. Tenía pensando llevarlo al museo metropolitano de arte de Nueva York, y lo solté hasta llegar hasta la entrada.—Brooks, ¿esto es por llevarte a la biblioteca? Parecemos guía turística —chistó con ironía. Allí estaba esa actitud que lo caracterizaba.—Shut up —contesté en un tono serio, que cambie drásticamente cuando me miró con los ojos entrecerrados.—Consíguete tus frases —reprendió con una pequeña sonrisa.—Y, ¿vamos a entrar o te vas a quedar viéndome embobada? —dijo rompiendo el silencio, y sí, estaba viendo sus lindos y ridículos ojos azules.—Ya quisieras que te viera embobada —ataqué rodando los ojos. No estaba dispuesta a admitirlo para alimentar más su gran ego.—Díselo a tu baba —contestó, alzando las dos cejas.—¿Siempre eres tan molesto, o solo yo soy víctima