Seth Campell:
Se lo dije, le dije la verdad y la lastimé, pero prefería eso a ser un hipócrita como Marcus, por qué ella se merecía la verdad y no mentiras como las que siempre había recibido.
Todo era verdad en la parte en la que le confesé que me gusta, se supone que la ayudaría en el parque para que terminaran siendo nada ella y Marcus, pero mi inútil conciencia me hizo arrepentirme. Le ofrecí 10 dólares, los rechazó y traté de evitar que pasará lo inevitable, descubrió la verdad.
Traté de animarla, pero el plan se salió de control, termine besándola y sonriendo como un tonto solo de pensar en su nombre y sus bonitos ojos grises, caí en lo que siempre evité, un tonto cliché, una hermosa chica castaña que me hizo olvidar lo horrible que era esa empalagosa palabra llamada "amor".
Curioso, la chica "buena" y rara que me golpeó con un libro, y yo el chico "rudo" que era como ella solía llamarme, pasando tiempo juntos, y yo perdí porque me gustó primero, tr
Al abrir los ojos me encontré con un montón de luces cegadoras.—Brooks —exclamó Seth al verme, abrazándome y acariciando mi cabello, a lo que yo le devolví el abrazo con lágrimas en los ojos, al parecer todo había sido un sueño. Él era real, él me quería y se preocupaba por mí.—Perdóname y-yo no quería lastimarte —dijo mientras una dichosa lágrima rodaba por su mejilla, a lo que yo lo acerqué más a mí dándole un tímido beso, uno con el que muchas veces había soñado desde el día en que decidí dejar de hablar con Marcus.—También me gustas —confesé nerviosa, mientras una gran sonrisa se tallaba en su cara.—Bueno Caitlin, ya estás estable, puedes irte en un rato —dijo la doctora sonriéndome.—Gracias —dije levantándome un poco de la camilla. Ahora estaba en un hospital con una bata, y de pronto un recuerdo llegó a mi mente, exaltándome por completo.—Mi padre, él debe estar preocupado —recordé con los ojos bien abiertos.—Ya le av
—Apúrate, chico rudo —exclamé con emoción. Por primera vez, yo lo jalaba del brazo guiándolo.—¿A dónde vamos Brooks? —preguntó tratando de seguir mi paso. Tenía pensando llevarlo al museo metropolitano de arte de Nueva York, y lo solté hasta llegar hasta la entrada.—Brooks, ¿esto es por llevarte a la biblioteca? Parecemos guía turística —chistó con ironía. Allí estaba esa actitud que lo caracterizaba.—Shut up —contesté en un tono serio, que cambie drásticamente cuando me miró con los ojos entrecerrados.—Consíguete tus frases —reprendió con una pequeña sonrisa.—Y, ¿vamos a entrar o te vas a quedar viéndome embobada? —dijo rompiendo el silencio, y sí, estaba viendo sus lindos y ridículos ojos azules.—Ya quisieras que te viera embobada —ataqué rodando los ojos. No estaba dispuesta a admitirlo para alimentar más su gran ego.—Díselo a tu baba —contestó, alzando las dos cejas.—¿Siempre eres tan molesto, o solo yo soy víctima
—Creo que reprobaré matemáticas —bufé sin darle importancia.—¿Qué piensas hacer Brooks?, ¿no se supone que eras la nerd? —dijo mirándome con mofa, mientras yo entrecerraba los ojos.—Me resignaré a reprobar, creo que espero un ocho, al menos estoy entregando algo —respondí encogiendo los hombros.—Bueno, al menos hoy no tienes porque preocuparte, es inhábil —recodó tratando de animarme. Cuando de pronto sonó el timbre de mi departamento.—¿Podrías ver quién es? —le pedí mientras escribía "repuestas" en mi libreta. En realidad solo escribía lo primero que se me viniera a la mente para no dejar espacios vacíos, trataba de investigar en mis supuestas notas que eran dibujitos y algunas cosas que le había escrito a Seth cuando lo detestaba, irónico, ahora él estaba ayudándome a no reprobar.—Ammm Brooks, quieren verte —dijo Seth desde la puerta.—¿Quién es, chico malo? —pregunté. Ese era su apodo, así lo llamaba casi siempre, y aunque antes le m
Estaba a punto de salir del hospital sin ser vista. Tenía mis papeles y todo lo necesario para así poder irme, y probablemente está sería mi última visita.—Caitlin —dijo una voz detrás de mí, y aunque tuvieran la misma cara, la voz de Marcus era más ronca que la de Seth. Volteé de manera rápida, y me encontré con su mirada azul.—¿Qué haces aquí? —se apresuró a preguntar.—¿Qué haces tú aquí? —cuestioné evitando responder su pregunta.—Vine por algunos papeles, Seth y yo necesitamos renovar algunas cosas. Somos voluntarios —explicó el castaño, a lo que mi cerebro tardó en procesar el porque Seth nunca me había dicho sobre su voluntariado.—Vine por algunas cosas —dije en un balbuceo.—Bueno, entonces, ¿no te molestará que Seth sepa que estuviste aquí, verdad? —preguntó con una sonrisa algo arrogante, algo que él y Seth tenían en común.—Por favor no le digas —supliqué.—Bien, pero me debes un favor —dijo con una mirada que me
—Muero de hambre, y no progresas en matemáticas Brooks —se quejó el castaño.—Bueno, tengo sopa en la alacena —dije recordando la despensa que había hecho hace unos días.—Supongo que sabes cocinar —alegó él.—En realidad no, siempre encargo comida —confesé con una sonrisa traviesa.—Vamos Brooks, es solo sopa —dijo con mofa.—Si sé como se hace, pero no te aseguro que sabrá bien —contesté frunciendo el ceño ante su burla. Así que, como ya tenía por costumbre, me jaló del brazo hasta la cocina.Empezamos a hacer la sopa instantánea, mientras ambos nos dábamos leves empujones de vez en cuando.—¿Tienes harina? —preguntó alzando una ceja.—¿Para qué necesitas harina? —cuestioné extrañada.—Para esto —contestó tirando un poco en mi cara.A lo que también le lancé un poco, manchando su cabello color chocolate y sus mejillas.Y mientras estábamos en nuestra guerra, la sopa se terminó.—No huele tan mal —d
—Vamos no está tan alto —lo animé tomando su mano.—Brooks, por favor —se quejó alentando el paso.—Ven aquí. Tú me obligaste a subir el techo de una biblioteca, sentarte en una ventana no es la gran cosa —dije jalándolo dale brazo, provocando que ambos termináramos en el piso mientras reíamos.—Vamos es algo que siempre quise hacer —pedí mirándolo con ternura para que aceptara.—Bien —accedió él, a lo que nos sentamos juntos mirando los edificios de la gran ciudad de Nueva York.—¿Qué piensas hacer en el futuro? —pregunté ladeando la cabeza.—No lo sé —dijo mirando las millones de luces y edificios que se encontraban frente a nosotros.—Amo literatura, me gustaría escribir un libro algún día —revelé sonriendo al pensarlo.—¿Un libro de la gran Caitlin Brooks? Necesito vivir para ver eso —dijo con un poco de ironía.—Me gustaría leer todos los clichés que existan —confesé esperando una reacción molesta de su parte.
—Mami ya llegamos —dijo Mack entusiasmada.—Va a venir el tío Marcus —informó la pequeña mirándome con emoción, a lo que no pude evitar sonreír. Podía deducir que Mack tenía unos 5 años.Al parecer, habían pasado 7 desde que estábamos en último año de la universidad, planeando que hacer con nuestras vidas como si tuviéramos idea de ello.La llegada de Marcus sería algo que me ayudaría. De cierto modo sería más fácil preguntar que había sido de mi vida además de que estaba casada con su gemelo, sin tener que responder un montón de preguntas, él nunca fue tan inteligente.Después de estar preparando comida para todos, bajé y me cambié.Seth parecía algo ocupado, y realmente era demasiado raro verlo como mi esposo.De pronto tocaron la puerta, estaba segura de quién era, hasta en la cocina se sentía el perfume. Siete años y no era capaz de comprar de una marca diferente.—Hola Marcus —saludé sin tanto entusiasmo al abrir la p
Me desperté temprano. Tenía que llevar a Mack al día de las carreras, a lo que me puse a peinar su largo cabello castaño, que al igual que el de su padre, siempre estaba despeinado.—Mami, ¿hablarás de tus libros, cierto? —preguntó, causándome gran ternura.—Sí princesa —respondí en tono bajo. No tenía ni la menor idea de que libros había publicado, siempre escribí, solo que no los creía demasiado buenos.Traté de buscar en mi habitación alguno de mis libros, y me encontré con varios, la mayoría los había comenzado 10 años atrás.Mientras revisaba mi biblioteca me di cuenta de que en el cuarto de Mack había un montón de libros, me parecía tierno que también aprendiera de grandes autores.—Princesa, es hora de irnos —avisé tomando su pequeña manita para dirigirnos a su escuela.Después de muchos padres hablando sobre sus trabajos y profesiones, llegó mi turno.Hablé de como había empezado a escribir y llegó la parte de las pregun