DESPERTARES
Sara
Amanecemos abrazados, toda una experiencia nuestra primera noche juntos como esposos. Al fin de cuentas ha valido la pena la espera. Abro los ojos y Franco me mira, con una hermosa sonrisa me dice:
-Buenos días Mio Cuore...
Me estiro y me acurruco en su pecho y lo abrazo, no me quiero ir, se está tan bien así, desnudos, deseándonos y abrazados, pero ya es hora de levantarnos, Santiago Bécquer el amigo de mi hermano nos llevará al aeropuerto de León, le queda de paso. Por fin me levanto, mientras me lavo los dientes nos coqueteamos y molestamos mirándonos por el espejo. Recuerdo nuestras mágicas noches, dos noches de boda, las dos maravillosas. Aunque deseamos bañarnos juntos y seguir provocándonos debemos apurarnos.
Sara El portero, Jaime, del edificio Palmas, donde tiene Franco su departamento, nos indica que habían llegado varios obsequios en nuestra ausencia. Al abrir su bodeguita lo encontramos lleno de muchas cosas. Ligeramente agotados, Jaime nos ayuda con todo para subir al séptimo piso por el elevador. Entrar a mi nuevo hogar me emociona. Antes de la boda ya habíamos llevado mis cosas y las había organizado. El departamento es muy amplio. Tiene tres recámaras, un estudio, sala comedor, una cocina muy agradable y el área de servicio muy completa. En cuanto nos quedamos solos y cerramos la puerta, Franco comenzó a mirarme con ojos de pasión. Nos besamos y corrimos a la alcoba. Después de hacer el amor por primera vez en nuestra cama nue
Querid@s lectores: Si han llegado hasta aquí, es porque han seguido esta historia. Gracias por ser parte de esta aventura, esta locura de amor de Sara y Franco. Se han arriesgado a tener una vida juntos, como ustedes o como yo tal vez alguna vez lo hemos hecho. Les invito a que sigan leyendo, enamorarsae es fácil, lo complicado es seguir enamorado. Cuento con sus estrellitas, sus comentarios y todo lo que quieran comentarme, estaré feliz de leerlas y aprender de ustedes. Mis historias se alimentan de las vidas de todos ustedes. Gracias por seguirme y esperen más historias de esta escritora que se apasiona escribiendo locas historias de amor para tod@s ustedes! Pat Muñoz
Sara Nació el pequeño Sebastián. Los abuelos culecos, los papás orgullosos, y los tíos encantados. -Sara, Franco…-dijo David- deseamos pedirles algo muy especial, nos casaremos en Julio, y deseamos bautizar el mismo día a Sebastián-. Atentos los observamos, Cristina en la cama de hospital y David ligeramente reclinado a su lado…-¿Quieren ser los padrinos de Sebastian?-Interrumpió Cristina. Emocionados Franco y yo nos miramos a los ojos… Sin duda lo haríamos.-Por supuesto…- respondo decidida-. El pequeño Sebastián será nuestro ahijado. David, Cristina y Sebastián pasan la noche de Navidad en el hospital. A las 7 de la
Sara El el día de los santos inocentes volamos a Madrid. Un sin fin de bromas nos jugamos el uno al otro.. Nuestra relación es muy intensa, no podemos pasar mucho tiempo juntos sin besarnos y apapacharnos. Nuestras conversaciones son profundas, y me siento en deuda con Franco en todo momento. No para de complacerme. Da mucho en esta relación y eso me frustra. A veces siento que no doy todo por él. “Una relación de pareja no solo es estar juntos, si realmente desean que funcione deben tener mucha comunicación, no se queden callados… No hagan cosas tontas que luego se conviertan en una montaña de orgullo y rencores absurdos.” Me dijo la abuela el día de mi boda. La abuela Mely era mi consentida, de mis cuatro abuelos, ella y yo teníamos una química
Franco Manuel y Elena, viajan con nosotros a Roma. Pasamos en Florencia el año nuevo, y después pasamos el cumpleaños de Sara en la finca de su amiga Rossana. En ésta ocasión por ser los recién casados, su abuela nos prepara una hermosa habitación. Nada de dormir en la sala, se ha lucido. El día del festejo, con cierta complicidad, Elena, Manuel, Rossana y yo, llevamos serenata a las seís de la mañana, acompañados de los mellizos Pepo y Lolo; los primos hermanos de Rossana. Son músicos. Uno toca la guitarra y el otro la trompeta. Cantamos las mañanitas con una extraña traducción en italiano. Esa fue idea mía. Me acerco a Sara y le doy una rebanada de pastel de chocolate, con una cereza y una vela con el número ventiseis. -¡Dai, esprimere un desiderio!(¡Vamos! Pide un deseo.)- Grita el coro italiano mientr
Sara Al llegar a España de nuevo, compramos una prueba de embarazo. Hice mis cuentas, los cálculos de las pastillas, no hay error… lo unico posible es que el destino me haga una mala jugada, aunque el tema comenzaba a entusiarmarnos… un bebé. Por fin llegamos a casa, seguí las instrucciones e hice la prueba. Salgo con ella en la mano y me siento frente a Franco en la barra de la cocina, donde me espera ansioso. Dejo pasar los tres minutos que indica el empaque del “artefacto” y aparece una raya rosa. La prueba da negativo. Se que en el fondo Franco se tranquiliza y me dice: -Lo siento Mio Cuore… seguiremos intentando. Ofuzcada lo observo y le digo:
Franco Metí la pata. Carmela, la esposa del cónsul de Francia en Madrid, está aquí. La mujer es atractiva y sabe que lo es, le gusta ser el centro de atención y por lo general lo consigue. Es sumamente efusiva, es de origen francés y creció en España. Su marido, es un hombre mucho mayor, sin embargo, llevan varios años de casados. Ella debe tener unos cuarenta años. Confieso que es fascinante conversar con ella aunque suele ser algo empalagosa. Y sin duda, comprendo que su actitud puede hastiar a cualquier mujer, más si Carmela habla con los esposos, novios, prometidos de cualquiera… No medí las consecuencias, nunca me había tocado estar en esa situación, pues los últimos tres años, yo siempre acudía solo a los eventos del gremio. A su marido le encantaba que su mujer fuera así, la observaba con una admiración que
Franco Llegué al hotel a buscar a Sara. Ella estaba muy enojada, y con toda la razón. Carmela también me sorprendió, tal vez fui demasiado ingenuo. No se encontraba en la habitación, pregunté en recepción si la habían visto, pero no tenía mensajes ni nada. La busqué en el lobby, en el restaurante y en la cafetería del hotel. Busqué en los locales cercanos, sin éxito. La llamé varias veces, y le mandé varios mensajes. Deseaba hablar con ella y aclarar las cosas, pero ella deseaba su espacio, eso lo tenía claro. Elena, me prometió enviarme un mensaje por si recibía noticias de Sara, pero ya había pasado una hora y no había novedades. Cerca de las 12 de la noche, recibí un mensaje: "Me fui de marcha con los argentinos, no me esperes" Sara. ¡Dios! Con los argentinos, no solo se fue de fiesta con un grupo de cuatro eruditos en letras, eran cuatro hombres argentinos y la esposa de uno de ellos, que además de ser los más bul