Sara
Nació el pequeño Sebastián. Los abuelos culecos, los papás orgullosos, y los tíos encantados.
-Sara, Franco…-dijo David- deseamos pedirles algo muy especial, nos casaremos en Julio, y deseamos bautizar el mismo día a Sebastián-. Atentos los observamos, Cristina en la cama de hospital y David ligeramente reclinado a su lado…-¿Quieren ser los padrinos de Sebastian?-Interrumpió Cristina.
Emocionados Franco y yo nos miramos a los ojos… Sin duda lo haríamos. -Por supuesto…- respondo decidida-. El pequeño Sebastián será nuestro ahijado.
David, Cristina y Sebastián pasan la noche de Navidad en el hospital. A las 7 de la noche pasamos a verlos y a brindar con ellos y desearles lo mejor. El bebé pasará unos días en la incubadora. Es muy pequeño. Pesó 1.800 kg y midió 45 cm. Pero se encuentra bien. Cristina está un poco delicada, perdió algo de sangre, lo importante es que se encuentra estable y se recuperará. David y Cristina se ven muy enamorados y Franco está tan unido a su hermano como antes. Como buenos tíos alborotados y recién estrenados y además futuros padrinos, decidimos ir a comprarle su primer regalo de navidad, claro que era un niño muy esperado y amado desde que todos supimos del embarazo.
La fiesta de Navidad es agradable. Los padres de Franco llevan regalos para todos, organizan un par de juegos para hacer amena la entrega de los regalos. Después de la oración de media noche, brindamos y cenamos en familia en el gran comedor. Alrededor de la una de la mañana llega la palomilla de Franco. Todos nos saludamos efusivos, cuando de pronto veo llegar a la manzana de la discordia. Inmendiatamente desea llamar la atención. Aunque se me tuerce el estómago de verla finjo que no ocurre nada y me repito: “ Es nochebuena”...
La tía Lupita, hermana de mi suegra le dice:
-Pasa Diana, ¿Ya conoces a Sara? Es la esposa de Franco.
Franco al escuchar su nombre se vuelve hacia mi, percibiendo que la presencia de Diana no puede traer nada bueno. Ella me reta con la mirada. No sé que a hacer. Si la saludo y me aplica la grosería de siempre, no me voy a arriesgar. Desde mi lugar, no me inmuto y le digo:
-Claro, la amiga de Franco que no me saluda…- Inclino la cabeza y le sonrío. Inmediatamente se acerca con toda la intención de saludarme y quedar bien con la familia de Franco. Antes de que lo haga, doy la vuelta y digo en público:
-Estimada familia, deseo decir unas palabras-. Extiendo mi mano para que Franco se acerque a mi. Él me mira nervioso. Sabe que puedo ser explosiva, entonces continuo-. Es muy grato para mí, pasar ésta Navidad con todos ustedes. En verdad me han hecho ser parte de esta familia. No les voy a negar que extraño a mis padres y a mi hermano, pero todo el cariño que me han brindado, han hecho qu esté viviendo una estupenda Navidad. Extrañamos esta noche a Cristina y a David, que ahora son como mis hermanos y mis suegros Aby y Raul me hacen sentir como su hija. Gracias por tanto cariño de verdad...- De pronto se me cierra la garganta y antes de ponerme a llorar les digo, levantando mi copa- ¡Feliz Navidad!
Franco me abraza y me da un beso. Nos integramos de nuevo a la fiesta y veo a Diana con su “mala leche de costumbre”.
-Ignórala…- agrega Franco.
-Lo intentaré…- digo suspirando.
Cerca de las dos de la mañana después de una charla con Chicho y Lobo, Sol se acerca a despedirse. Franco la observa con complicidad y veo como ella asiente disimuladamente. Se que se refieren a algo, por lo que creo se trata de Diana, quien está ligeramente pasada de copas.
Al despedirlos, sigo ignorándola. Si es necesario me tendré que despedir de ella, pero si puedo evitarlo lo haré.
-Déjenmeeee…
Curro la presiona para despedirse y llevársela, sin embargo Diana solo desea llamar nuestra atención con sus gritos.
Me armo de valor y me acerco.
-¿Qué necesitas Diana? ¿Podemos hacer algo por ti?
-¿Cómo te atreves a preguntarme eso?
-Diana, seamos honestas, no nos caemos bien, pero será inevtiable que nos sigamos viendo mientras tengamos amistades en común…
-Tú eres la intrusa… Tú no eres mi amiga… si el baboso de tu marido te escogió a ti me perderá para siempre.
Franco se acerca a ella y le dice:
-Basta Diana, no digas tonterías…
A los pocos minutos llega el padre de Diana. Ella al mirarlo se pone pálida. No entiendo bien la situación familiar, pero tengo muy claro que a su padre le tiene pavor.
De forma educada, el señor saluda, pide disculpas por lo ocurrido, y se la lleva cual quinceañera regañada. Todos permanecemos en silencio. Diana tiene un problema serio, entendí que no está bien, en el fondo sentí pena por ella, pero no sabía qué más podríamos hacerr por su salud.
Al final, nadie sabe quien llamó al padre de Diana. Todos evaden el tema y yo decido mantenerme al margen, decido no darle importancia, aunque me quedo preocupada. Miraba con pánico a su padre.
Después de ayudar un poco a Aby a recoger la mesa y la cocina, salgo al jardín trasero donde aún se encuentran algunos familiares y amigos platicando en la fogata. El clima es sumamente agradable después de tres inviernos en Europa, el cálido clima de la costa del golfo de México es un sueño hecho realidad.
Franco me sonríe y al verme me dice:
-Perdón por el mal rato
-Se que no es tu culpa, no soy tan insensible, es claro que tiene problemas...-dudo en preguntarle por la relación con su padre…
-Dejemos el tema por la paz…-me mira a los ojos y me derrito. Amo a este hombre, su mirada es suficiente para hacerme sentir hormigueo por todo el cuerpo.
-¿Nos vamos a la cama…?
Sara El el día de los santos inocentes volamos a Madrid. Un sin fin de bromas nos jugamos el uno al otro.. Nuestra relación es muy intensa, no podemos pasar mucho tiempo juntos sin besarnos y apapacharnos. Nuestras conversaciones son profundas, y me siento en deuda con Franco en todo momento. No para de complacerme. Da mucho en esta relación y eso me frustra. A veces siento que no doy todo por él. “Una relación de pareja no solo es estar juntos, si realmente desean que funcione deben tener mucha comunicación, no se queden callados… No hagan cosas tontas que luego se conviertan en una montaña de orgullo y rencores absurdos.” Me dijo la abuela el día de mi boda. La abuela Mely era mi consentida, de mis cuatro abuelos, ella y yo teníamos una química
Franco Manuel y Elena, viajan con nosotros a Roma. Pasamos en Florencia el año nuevo, y después pasamos el cumpleaños de Sara en la finca de su amiga Rossana. En ésta ocasión por ser los recién casados, su abuela nos prepara una hermosa habitación. Nada de dormir en la sala, se ha lucido. El día del festejo, con cierta complicidad, Elena, Manuel, Rossana y yo, llevamos serenata a las seís de la mañana, acompañados de los mellizos Pepo y Lolo; los primos hermanos de Rossana. Son músicos. Uno toca la guitarra y el otro la trompeta. Cantamos las mañanitas con una extraña traducción en italiano. Esa fue idea mía. Me acerco a Sara y le doy una rebanada de pastel de chocolate, con una cereza y una vela con el número ventiseis. -¡Dai, esprimere un desiderio!(¡Vamos! Pide un deseo.)- Grita el coro italiano mientr
Sara Al llegar a España de nuevo, compramos una prueba de embarazo. Hice mis cuentas, los cálculos de las pastillas, no hay error… lo unico posible es que el destino me haga una mala jugada, aunque el tema comenzaba a entusiarmarnos… un bebé. Por fin llegamos a casa, seguí las instrucciones e hice la prueba. Salgo con ella en la mano y me siento frente a Franco en la barra de la cocina, donde me espera ansioso. Dejo pasar los tres minutos que indica el empaque del “artefacto” y aparece una raya rosa. La prueba da negativo. Se que en el fondo Franco se tranquiliza y me dice: -Lo siento Mio Cuore… seguiremos intentando. Ofuzcada lo observo y le digo:
Franco Metí la pata. Carmela, la esposa del cónsul de Francia en Madrid, está aquí. La mujer es atractiva y sabe que lo es, le gusta ser el centro de atención y por lo general lo consigue. Es sumamente efusiva, es de origen francés y creció en España. Su marido, es un hombre mucho mayor, sin embargo, llevan varios años de casados. Ella debe tener unos cuarenta años. Confieso que es fascinante conversar con ella aunque suele ser algo empalagosa. Y sin duda, comprendo que su actitud puede hastiar a cualquier mujer, más si Carmela habla con los esposos, novios, prometidos de cualquiera… No medí las consecuencias, nunca me había tocado estar en esa situación, pues los últimos tres años, yo siempre acudía solo a los eventos del gremio. A su marido le encantaba que su mujer fuera así, la observaba con una admiración que
Franco Llegué al hotel a buscar a Sara. Ella estaba muy enojada, y con toda la razón. Carmela también me sorprendió, tal vez fui demasiado ingenuo. No se encontraba en la habitación, pregunté en recepción si la habían visto, pero no tenía mensajes ni nada. La busqué en el lobby, en el restaurante y en la cafetería del hotel. Busqué en los locales cercanos, sin éxito. La llamé varias veces, y le mandé varios mensajes. Deseaba hablar con ella y aclarar las cosas, pero ella deseaba su espacio, eso lo tenía claro. Elena, me prometió enviarme un mensaje por si recibía noticias de Sara, pero ya había pasado una hora y no había novedades. Cerca de las 12 de la noche, recibí un mensaje: "Me fui de marcha con los argentinos, no me esperes" Sara. ¡Dios! Con los argentinos, no solo se fue de fiesta con un grupo de cuatro eruditos en letras, eran cuatro hombres argentinos y la esposa de uno de ellos, que además de ser los más bul
Sara Amanecí con un terrible dolor de cabeza. A mi lado, Franco estaba recostado en la cabecera, se había quedado dormido auxiliándome en mi mala noche. El evento ya había terminado, habíamos acordado en desayunar con quienes quisieran unirse en el restaurante del hotel. Pero honestamente yo no estaba de humor para socializar. Además tendríamos que toparnos de nuevo con Carmela y era lo que menos me interesaba. Tal vez soy muy inmadura, pero prefiero no arriesgarme a cometer una locura. Sono el tintÍn de los mensajes de mi teléfono celular, raro que en domingo me busque alguien tan temprano. Sonó de nuevo. “Enana, urge que te comuniques a casa” Chocho Era mi hermano Alex, sin duda era importante.
Franco Compré un vuelo para el viernes, casi cinco días después de que Sara se había marchado, pero no había encontrado vuelos directos antes de aquel día, por lo que me puse en lista de espera. Por alguna razón sentía que debía estar con ella en estos momentos. No debí haberle hecho caso cuando insistió en que me quedara, pero se salió con la suya. Hablé con ella minutos antes de que su madre entrara a cirugía y la escuché nerviosa. Pensé que era la cirugía lo que la tenía inquieta, cuando recibí un mensaje en mi teléfono celular que decía: "Tú y la estúpida de tú mujer me la van a pagar, sé que ahora está sola". Lo primero que me vino a la mente fue Diana, pero ella estaba internada en un hospital de salud mental, no tenía acceso a la tecnología. Llamé por teléfono a Lobo, mi amigo, quien se encontraba en
Sara Nunca había vivido ningún tipo de acoso. Aquel día, después de recibir varios mensajes y darle varias vueltas, traté de pensar en la gente que está a mi alrededor, solo se me venía a la cabeza el nombre de Carmela, y me parecía poco coherente que fuera ella, en realidad nuestro enojo no era para tanto. Sin embargo, el abogado pensaba que pudiera ser ella. Tenía acceso a mi teléfono, pues ella sabía mi nombre y tenía mis datos por la invitación a la convención, por otro lado, sabía muchos datos de mi vida en México, y me hablaba de mi hermano, ¿de dónde podría tener esa información? Solo que hubiese volado a México al mismo tiempo que yo o tenía un contacto siguiéndome. No me parecía tan importante la situación con Carmela como para que ella llegara a esos extremos. Con esas sospechas, las probabilidades caían sobre la amiga de Franco, Diana... Ella si tenía mucho coraje contra mí, estaba cegada por los celos, pero estaba internada en un hospital