— Thiago, estás seguro de las cosas que dices, hay tantas mujeres que podrías tener a tus pies y justo vienes aquí a buscar a una pobre mujer embarazada — afirmé sintiéndome insegura, pues no estaba muy a gusto con mi apariencia física y sé que Thiago solo se había metido con mujeres bellas y esbeltas — Pues yo solo quiero a esa pobre mujer embarazada, solo necesito sus ojos y su sinceridad, por favor Lisa, quédate conmigo, di que me amas como escribiste en ese mensaje, dímelo al oído y acéptame en tu vida, que siento que tú eres la única que puede dirigirla, anda abrázame — Contestó mientras se levantaba, sus palabras resonaron melódicas en mi oído, todo lo dijo entre susurros y suspiros, como una súplica a la que era difícil negarse No pude resistirme a sus peticiones, saber que Esmeralda estaba con alguien más me afirmaba que ya no me odiaría si me quedaba con Thiago, además si lo del divorcio era verdadero eso me quitaba un gran peso de encima, podía aventurarme a lo que fue
— Y qué hay de la sociedad — Pregunté irónica, sabiendo que en un mundo como el suyo yo no cabía, y luego de pensar en lo que podría pasar y decir la gente distinguida que lo conocía No me importa la sociedad, después de divorciarme no habrá nada que temer — Explicó finalmente pronunciando la palabra divorcio, con dificultad, escuchar eso me dio un poco de alivio, pero seguía sintiendo miedo, sobre todo porque sé que ahora no solo era yo quien importaba; llevaba un niño en mi vientre y necesitaba responsabilizarme de él también. — ¿Y cuánto tiempo estaremos aquí? Deseo tener mi hijo en México — Aclaré temerosa, pues ya tenía seis meses, y tres que faltaban se iban en un suspiro — Ya lo arreglaremos, por ahora debes terminar el curso, necesito que seas siempre la fotógrafa de la agencia — contestó alegre— Cuenta con eso — Dije a media voz— ¿Lisa, no estás feliz? — Preguntó quizá porque la tensión no se me quitaba y eso era completamente notorio a su vista — Sí lo estoy, es solo
Hacer el amor y hablar nos estaba haciendo mucho bien, pero había otras cosas que desconocíamos uno del otro, pues para nosotros enamorarnos había sido un juego de casualidades, y de situaciones complicadas que lograron que nuestros caminos se juntaran. — ¿Y tu postre favorito? — Pregunté al darme cuenta de que no sabía muchas cosas de él y que tendría que hacer algo para su cumpleaños — Cualquiera que sea de chocolate ¿Y el tuyo? — Dijo tocándome el cabello — chiscake de maracuyá — Respondí mientras me vestía la ropa apenas y me quedaba, había estado sobreviviendo con algunas camisas flojas y licras que había traído desde México. — A mí el maracuyá me enferma, me provoca un bajón de presión que podría matarme — Contó, yo sonreí al descubrir cosas tan insignificantes y a la vez importantes, sobre él. — Bueno, al menos no tendré que compartir contigo — Dije irónica mientras me reía y buscaba un lugar para sentarme, pues lo suave de la cama me provocaba dolor en la espalda y resul
Era como si de pronto Thiago me demostrara que me estaba ocultando algo, y la felicidad entonces se me convertía en amargura, en dudas, en culpas.— Quédate aquí, si no regreso a la media noche, por favor no me esperes, mañana vendrá el mismo conductor para llevarte a la universidad, comida hay en suficiente en la cocina, he dejado todo preparado para ti, no te hará falta nada, no te preocupes, no me llames, no podré atenderte — Orientó con su voz cansada por la agitación que había provocado vestirse así de rápido, sin siquiera darme un beso o un abrazo de despedida — Pero Thiago... — Logré decir mientras lo miré atravesar la puerta de la habitación, no tuve fuerzas para perseguirlo y caminar tras él, sentí un dolor en el pecho, como si las cosas con él fueran demasiado efímeras para comprenderlas. — Solo por favor no abras la puerta a nadie que no sea mi chofer, observa a través de las ventanas antes de abrir — Advirtió sin voltear a mirarme como si lo que pasaba era demasiado urge
— Pues mira, querida, que yo a ti no puedo mentirte por más que quiera e intente, de verdad que no, tú eres muy lista — Afirmó mientras me halaba del brazo en busca de un lugar más seguro, Clara Lucía temblaba de miedo, observando atrás de ella como si supiera que alguien podría perseguirla. — Dime ya que sucede — Dije frustrada mientras la dirigía nuevamente a la habitación, había podido conocer a Clara Lucía, y sabía bien que cualquier cosa que diría era real, que no mentía, pero lo que más necesitaba era calma, pues no podía permitirme un problema emocional mayor que afectara el bienestar de mi hijo, respiré profundo, dispuesta a escucharla, sabía que nada bueno iba a decirme. — Es que según he averiguado con Diego, después de tu llamada, que...Logró decir Clara Lucía mientras nos interrumpió un sonido, tocaban la puerta con fuerza, como si algo malo estuviera sucediendo afuera. — !Clara, abre la puerta, rápido! — !Amor, por favor abran ya rápido! — Gritó Diego desde afuera,
La angustia me sobrepasaba la consciencia, por un lado pensar todo lo malo respecto a Thiago me dolía, pero verme en esa habitación, después de huir me hacía retroceder y de nuevo pensar en lo que le estaba sucediendo. Posiblemente, me dormí hasta ya entrada la madrugada, no porque dejara de pensar, sino por el cansancio, la cama era demasiado suave y mi espalda dolía horriblemente, Diego y Clara, en cambio durmieron felices, y sentí dolor, por no estar en las mismas condiciones que ellos, una envidia que me carcomía el alma. Tras que entró un rayito de sol a la habitación me levanté, ellos permanecían dormidos, abrazados, los observé y solo pude tocar mi vientre que era la única compañía que me quedaba, el hotel proporcionó desayuno, me comí todo, la ansiedad me consumía, quizá por el ruido que emití logré despertar a Clara Lucía quien a lo inmediato se vistió y se acercó a mí, con sutileza, con pena por no decirme la verdad, por ser cómplice de Diego y tenerme ahí en plena zozobra.
Sentí que mi boca se puso seca, pero no comprendía bien, si Esmeralda estaba en México no podía hacerme daño, así que, qué sentido tenía estar escapando en un país tan lejano al mío. — ¿Y Thiago dónde está? — Pregunté absorta como si lo que acababan de decir no era algo grave — ¿Qué tiene que ver esto con la llamada? Acaso Thiago lo sabía y por eso vino a verme, no entiendo — Dije levantándome nuevamente del pequeño asiento y empecé a caminar como idiota por toda la habitación, esta vez era yo quien se comía las uñas por la ansiedad — En México, nena — Me respondió Clara Lucía y Diego la interrumpió para responder mi otra pregunta — Lisa, Esmeralda sabe bien que estás aquí, y ayer al darse cuenta que Thiago había viajado no soportó más la rabia, Thiago sabía que si su abogado lo llamaba es porque algo malo ocurría, pues él le indicó que se comunicaran únicamente por mensajes para no levantar sospechas, tú sabes, que siempre la gente escucha todo — Explicó Diego — ¿ Y tras salir de
Sin embargo continué preguntando — ¿Y tú cómo puedes saber eso? Si Thiago es más misterio que hombre — Inquirí curiosa por saber qué tipo de relación tenían ellos para que Thiago le confiara mi seguridad — Mi madre era la empleada de la suya, y ella nos ayudó económicamente para que yo pudiera recibir una buena educación, viví en esa casa desde que era un niño, por lo cual nos hicimos buenos amigos, ahora ya adultos, él me buscó para que le ayudara en este caso, pues sabe que jamás voy a fallarle, así que estoy al tanto de toda la situación no solo como detective sino por la confianza que ambos tenemos — Explicó Diego, sin mostrar su papel de detective, sino como el buen amigo universitario que había fingido ser cuando nos conocimos Su historia me pareció conmovedora, al parecer después de todo, las familias millonarias no eran tan malas como uno podía suponer — ¿Y tú estuviste cuando se casó con Esmeralda? Según afirma Thiago, era muy joven, quizá todavía vivías ahí — Indagué más