―¡No te preocupes, es muy sencillo, todo! Mira, este es el menú. Sólo tenemos seis variedades diferentes de café pero de muchos sabores. Todos los sabores los tenemos aquí. Este vasito es la medida estándar de cada sabor. La máquina se usa así, se prende aquí, la dejas calentar. Luego pones el café aquí y el agua… Por cierto… hoy luces… no sé… diferente… ¿Te sientes bien? Hace un rato vi que te dolía la cabeza… ¿Estás enferma? —me preguntó Alexa mientras me mostraba el procedimiento del café.
―Sí… un poco… y tengo algo de náuseas también… Nunca me había sentido así… Es la primera vez que paso por estos malestares… Me siento bastante mal… —confesé, esperando que ella se compadeciera de mí y no me presionara mucho en el trabajo.―¿Náuseas? ¿No crees que estés embarazada? ¿O sí? No te culparía, tu novio es muy caliente… —intuyó Alexa, porque evidentemente Ricardo le había llamado mucho la atención el día anterior.―¿Embarazada? Tú crees que… ¡Ay no! ¡Ay no puede ser!... ¿Ca―¡Tranquila! No te culpes… Por lo que me doy cuenta, necesitas un buen café espresso… Acércate, te enseñaré a prepararlo… Y también te enseñaré sobre "los hombres"... Son como robots, ¿sabes?, pueden hacer lo que buscas si encuentras el interruptor correcto… —bromeó Alexa, mientras me enseñaba a preparar el espresso.Para mí, charlar con Alexa me estaba ayudando para darme cuenta de muchos errores que ya había cometido, y que aunque Ricardo era tan culpable como yo, él no era culpable del todo, y tal vez no se merecía que lo tratara como lo estaba haciendo. También debía disculparme con Christopher y con Vanya… Tenía que replantearme las cosas con Ricardo y sentarme a pensar con la cabeza fría ¡pero sin dolor, por favor! :-( Afortunadamente, Alexa tenía mucha experiencia con chicos y tal vez podría orientarme mejor y ayudarme a abrir los ojos. Por su parte, Ricardo miraba al vacío desde su ventana, temiendo que lo mejor era terminar la mágica relación que recién había
—Toma asiento… —ordenó Christopher , señalando una silla vacía que estaba frente a la suya.―¿Qué es esto? ¿Un juicio? —protestó Ricardo, sintiéndose algo intimidado.—¡Que te sientes te digo! Contesta… ¿Qué tanto recuerdas de ayer? —alertó Christopher .―No estoy seguro… No mucho… —titubeó Ricardo. —Recuerdo que bebimos mucho vino para celebrar el nuevo trabajo de Rachel… Estábamos embelesados por nuestro reciente noviazgo, y yo quería que se quedara en mi casa… No recuerdo muy bien cómo llegamos a tu casa ni tampoco por qué terminamos durmiendo en tu cama… Mucho menos recuerdo por qué despertamos casi desnudos y yo abrazado a ella… Lo siento… En verdad me gustaría saber si yo y ella… Si nosotros…—Bueno… Yo también bebí bastante, pero ustedes se excedieron… Pero, no pude detenerlos, porque traté de ahogar mis celos con el vino… ¡Uff! Ella se veía tan feliz a tu lado que no me quise seguir entrometiendo con ustedes, sus decisiones impulsivas o sus deseos… No te dejé llevarte a Rachel
—¡Nada de peros, Rachel! ¡Quédate aquí, y no quiero oír que te levantas de nuevo! —me llamó la atención Christopher , acostándome en mi cama.Dos horas más tarde, cuando Christopher tenía que levantarse y prepararse para ir a su trabajo,fue a mi cuarto y se dio cuenta de que ya no estaba ahí. De inmediato ató cabos y dedujo que me había salido con la mía para ir a quedarme con Ricardo. Pero ni Ricardo ni yo recordábamos nada de esto, y por ende, no supimos qué pasó en ese lapso de tiempo. Christopher terminó de contar los sucesos de los cuales él fue testigo, dando sus propias impresiones de la mañana.—Cuando no encontré a Rachel en su cama, me dio tanto rencor contra ti, que en verdad te odié. No entendía cómo lograste enamorar tanto a Rachel, cuando en este mismo cuarto, la habías ofendido en cuanto la conociste… Y encima, por voluntad propia, o del alcohol, ella en verdad quería pasar la noche contigo… Por eso no te desperté más temprano. Quería que te hicieras ca
Cuando Ricardo abrió la puerta de la oficina de la Dra. Clarisse, no sospechaba lo que vería, ya que ella solía trabajar con las luces encendidas siempre, pero esta vez lo que hacía no era trabajo, precisamente. Ahí estaba recostada en la camilla, con las piernas abiertas y un camillero de nombre Robert, arrodillado ante ella, sirviéndole placenteramente con sus labios y su lengua, bebiendo del elixir del pecado. La Dra. Clarisse temblaba bruscamente en el momento, encorvaba su cuerpo y arañaba las sábanas de la camilla. Incluso estaba roja y sudando. Sin embargo, se notaba que el joven Robert no lo disfrutaba del todo…Incluso, para Ricardo, quien tenía fama de seductor y casanova, ¡eso que veía era demasiado vulgar y bajo!―¡Santo Dios! ¡Clarisse! ¿Qué estás haciendo? ―gritó Ricardo, horrorizado del acto. ―¡Ricardo! ¿Qué haces aquí? No sé de qué te asombras, dudo que no lo hayas hecho nunca… Gracias Robert, por favor, déjanos solos… ―indicó Clarisse, cerrando las pie
—¡Yo no podría hacer lo mismo que Ricardo, jamás! Pero, qué afortunados son los patanes…. Sin embargo, Rachel supo ver en Ricardo, ese lado que muy pocos conocemos de él, ese lado donde es auténtico, donde no usa máscaras… Pero, quizás en lugar de pensar tanto en mis estudios, debí pensar en cómo conquistar a las chicas… Es algo que nunca puse en práctica porque me acostumbré a que desde muy joven, las chicas se acercaran a mí… Me faltó el expertise que a Ricardo le sobra… Bueno, tampoco quiero engañar a Rachel, quiero que me conozca como soy y quiero que así se enamore de mí… Aunque me sentiría mal por Ricardo… Él en verdad está enamorado de ella… Creo que nunca lo vi igual… Con Bella fue diferente, porque cuando andaban, él era muy indiferente con ella, infiel, manipulador… Pero cuando terminaron, Ricardo sufrió mucho, aunque se hiciera “el fuerte”… Así que no sé si estaba enamorado de ella, o no, o si era un sentimiento raro… Lo que tampoco sé es si Rachel lo ama a él, así como d
A pesar de que Ricardo y yo estábamos molestos esa tarde, me sentía de muy buen humor. Christopher aprovechó la oportunidad para convivir conmigo y permitir que estuviera un poco más cerca de él y darme cuenta de que Ricardo no es el único hombre en mi mundo.Primero, manejó hacia el instituto de asistentes ejecutivas. Yo tenía conmigo un documento firmado por el hospital que me había entregado Christopher , que me garantizaba estudiar lo que quisiera sin costo. En el instituto de asistentes ejecutivas aceptaron el documento sin problema y me dieron toda la información sobre sus cursos de formación. Christopher me acompañó durante toda la visita, y cualquier duda que tenía, él me explicaba con mucha paciencia. Me sentí tan a gusto con su compañía. El lugar era muy interesante. No parecían salones de clase como en la escuela común. En ese instituto, las clases se daban en salones enormes y talleres prácticos, que desarrollaban nuestras habilidades. Nos comentaron que se desarrollab
―Yo cubriré hasta las once de la noche de hoy, y mañana entraré de nuevo a las 7 de la mañana. Supongo que te veré en el intercambio de turnos… Oye, como no puedes recoger mañana a Rachel y yo sí… Ehmmm…. —insinuó Ricardo sutilmente.—Ricardo… No lo sé… Tengo que hablar con Rachel primero, para saber si quiere verte mañana o todavía no… —alertó Christopher , siendo precavido.―Dile que si no quiere hablarme, que tan solo la llevaré a tu casa y me iré de inmediato… —propuso Ricardo, comprendiendo la situación entre nosotros.—Escucha… Ella está muy feliz ahora mismo y no quiero lastimarla… Pero en algún momento tendré que decirle que tienes que llevarla al ginecólogo… Ya sabes la razón… Si ella dice que mañana sea ese día, entonces puedes aprovechar para hablar con ella y recogerla… —opinó Christopher . ―¡Uff! ¡Qué duro!... No sé cómo lo vaya a tomar… Es un tema muy delicado… Pero si es la única forma de verla, entonces acepto —asintió Ricardo, suspirando por la preocupación.El enca
Cuando Christopher King y yo estábamos iluminados por la gracia divina de la luz de la luna llena, el tiempo se detuvo y no existía nada alrededor de nosotros. Se trataba de uno de esos momentos en los que quisieras existir eternamente. Pero, la luz dorada pronto se desvaneció y los vientos de la temporada invernal comenzaron a llamar nuestra atención, rozando nuestros brazos desprotegidos.—La vista, es muy hermosa, si estás aquí… Pero, creo que mejor entramos, o vamos a resfriarnos… —sugerí, pues ya comenzaba a temblar de frío, aunque las manos de Michael estuvieran sujetando las mías. ―¿Hmmm?... Ajam… Ok… —respondió Christopher , distraído mirando mis ojos.Tuvimos que despegar nuestra mirada y entrar a la casa que guardaba un poco más de calor. Christopher se preguntaba repetidamente si era un buen momento para hablar conmigo, o si yo aún estaba muy cansada. Así que, mientras limpiaba un poco su sofá para sentarnos y acomodaba las almohadas, me preguntó indirectamente mis plane