―¡No es eso!... Lo que me dolió es que en todo lo que dijiste, tienes razón… Un hombre como yo no sabe lo que es amar… Alguna vez me lastimaron, y quizás por eso perdí la fe en el amor… Cada chica, aunque lo intenté, nunca despertó en mí la confianza de volver a amar. Pensé que la había encontrado al fin en una chica pura, libre de maldad… Pero, cuando dijiste que tal vez no buscamos lo mismo y que soy muy impulsivo, diste en el clavo de mi corazón. Quizás mi destino es seguir siendo un cretino con todas las chicas… —reconoció Ricardo, con lágrimas en los ojos, levantándose con debilidad.
—¡Espera! ¿Quién te lastimó en el pasado? No me dí cuenta… Siempre luciste inquebrantable en las cosas de las relaciones… Solo te vi sufrir por lo de tus padres… —se cuestionaba Christopher , llevando a su amigo hacia el lavabo. —Y, lo de la confianza en volver a amar… escucha… Entiendo por qué te has enamorado de Rachel, por su pureza. Es verdad, su sencillez, su inocencia y su naturaleza simpRicardo y Christopher corrieron hacia la mesa rebasándose el uno al otro, pero a mitad de camino, la gente se les quedaba viendo. Entonces comprendieron que se veían ridículos haciendo eso. Moderaron su andar, pero aún, uno quería estar delante del otro. Cuando llegaron a la mesa, fingieron que nada pasaba, pero los dos se veían retadores a los ojos, con unas fulgorosas llamas en las pupilas, esperando hallar el momento para estar a solas conmigo y convencerme de su amor.―¡Ah ya trajeron la comida! ¡Qué bien! ¡Y el vino, también! ¡Excelente! —comentó Ricardo, de buen ánimo, lo que me puso muy contenta.―¡Sí… mi amor! ¡De hecho, Rosa y yo, ya brindamos con una copa, por nuestro amor, Ricardo! —dije, mientras le guiñaba un ojo a Rosa, para hacerle saber que estaba siguiendo su consejo de luchar por el amor de Ricardo.―¡Oíste! ¡Dijo “nuestro amor”, “suyo y mío”! —resaltó Ricardo, con cierto tono de ironía. —¡Qué pediste, fraile Christopher ! ¿Ostiones? ¿No crees que te pondrán más ama
—No, Rosa… Te equivocas… A veces las personas en nuestro camino pueden llevarnos a un destino o al otro… Si Rachel hubiera decidido su futuro, ahora no estaría viva, y tampoco estaría enamorada de Ricardo, y ella nunca hubiera conocido ninguna clase de amor… —reflexionó Christopher , recordando que me conoció cuando intenté quitarme la vida.Terminamos de bailar y regresamos a la mesa para brindar por nuestro maravilloso amor. Estábamos muy contentos por la decisión que yo había tomado, y teníamos que darles la buena noticia…―¡Brindemos, por nuestra nueva vida juntos, Rachel! —levantó la copa Ricardo.―¡Por nuestra nueva vida juntos, amor mío! —choqué mi copa con la suya y bebí.―¿Por qué no les cuentas a nuestros "amigos" lo que hemos decidido? Mejor dicho, lo que tú has decidido… —sugirió Ricardo, influenciándome, desde luego.―Está bien, amor mío… —acepté dulcemente y luego miré a Rosa y a Christopher . —Chicos, he decidido, que quiero vivir con Ricardo a partir de ahora. ¡Lo amo
Ricardo me levantó con sus brazos y me llevó cargando hasta el cuarto de los padres de Christopher . Apenas podía caminar, pero lo consiguió finalmente. Dejó caer mi cuerpo en la enorme y suave cama y cerró la puerta. Estaba tan borracho que olvidó apagar las luces del cuarto. Se quitó la camisa y se sentó en la cama para quitarse los zapatos y pantalones.―¿Qué haces Ricardo? ¡Hip! ¡No piensas desnudarte! ¿O sí? ¡Hip! —me asusté de inmediato al ver que ya se había quitado la camisa.―¡Ah, lo siento amor! ¡Hip! Es la costumbre… Me dejaré los pantalones… ¡Hip! ¿Tú vas a dormir así, vestida? ¡Hip! Debe ser muy incómodo… —dijo Ricardo, sacándose zapatos, cinturón, calcetines y cartera.―Me quitaré el saco ¡Hip! y los zapatos ¡Hip! Creo que me dejaré el vestido, espero poder dormir con él… ¡Hip! —comenté, pensando que de esa forma no habría nada provocativo entre nosotros.―¿Qué ropa interior traes? ¡Hip! —mencionó rápidamente Ricardo.―¡Ricardo! —le llamé la atención, riéndome un poco, l
(Pum, pum, pum) —¿Rachel? ¿estás ahí? ¿Ricardo? ¡Abre la puerta! ¿Ella está contigo? —gritó Christopher detrás de la puerta de la habitación donde estábamos.Ricardo escuchó que Christopher tocaba a la puerta y apenas despertaba, todavía tenía mucho sueño… Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que él estaba encima abrazando mi cuerpo semidesnudo, durmiendo tan profundamente que incluso roncaba… Ricardo saltó de la cama muy aterrado, pues no recordaba nada de lo que había pasado esa noche, y encima, Christopher se escuchaba muy furioso…―¡Ya voy! Un segundo… —dijo Ricardo y se apresuró a ponerse los pantalones que encontró en el piso ya que no encontraba su camisa.«¡Demonios! ¡Demonios! ¿Qué hice? ¡No recuerdo nada! ¿Por qué Rachel está semidesnuda? ¿Me sobrepasé con ella? ¡Demonios! ¡Se me va a armar con Christopher !» pensó Ricardo y trató de cubrirme con las cobijas.—¡Que abras te digo! ¿Rachel está contigo, verdad? ¿Qué esconden? ¡Abre ya! ¡Rayos! —gritaba Christopher de f
Ricardo se puso su camisa y se tumbó en la cama para pensar. ―¡Demonios! ¡Qué tonto soy! ¡Rachel no se merece un monstruo como yo! ¡Quizás Christopher tiene razón otra vez! Me doy cuenta de que no merezco una mujer que me ame sinceramente, porque al final, le terminaré haciendo daño… Aunque no quiera… Estoy condenado a vivir sin amor… —reflexionaba Ricardo.Después de tomar una ducha, me puse el vestido y salí del baño. Mi rostro reflejaba una evidente desilusión y rencor contra Ricardo. Él se sentía terriblemente culpable, al verme tan molesta y sin dirigirle casi la palabra, sabía que lo que había hecho estaba mal. A A mí me importaba, aún más de lo que él se imaginaba, pero, como Ricardo estaba acostumbrado a una vida de libertinaje, tomar el camino correcto conmigo le costaría demasiado, sobre todo porque a él, yo le gustaba demasiado y la atracción entre nosotros era tan fuerte, que ninguno podía esconderlo.Me fui del cuarto para ir a la habitación donde tenía to
―¡No te preocupes, es muy sencillo, todo! Mira, este es el menú. Sólo tenemos seis variedades diferentes de café pero de muchos sabores. Todos los sabores los tenemos aquí. Este vasito es la medida estándar de cada sabor. La máquina se usa así, se prende aquí, la dejas calentar. Luego pones el café aquí y el agua… Por cierto… hoy luces… no sé… diferente… ¿Te sientes bien? Hace un rato vi que te dolía la cabeza… ¿Estás enferma? —me preguntó Alexa mientras me mostraba el procedimiento del café.―Sí… un poco… y tengo algo de náuseas también… Nunca me había sentido así… Es la primera vez que paso por estos malestares… Me siento bastante mal… —confesé, esperando que ella se compadeciera de mí y no me presionara mucho en el trabajo.―¿Náuseas? ¿No crees que estés embarazada? ¿O sí? No te culparía, tu novio es muy caliente… —intuyó Alexa, porque evidentemente Ricardo le había llamado mucho la atención el día anterior.―¿Embarazada? Tú crees que… ¡Ay no! ¡Ay no puede ser!... ¿Ca
―¡Tranquila! No te culpes… Por lo que me doy cuenta, necesitas un buen café espresso… Acércate, te enseñaré a prepararlo… Y también te enseñaré sobre "los hombres"... Son como robots, ¿sabes?, pueden hacer lo que buscas si encuentras el interruptor correcto… —bromeó Alexa, mientras me enseñaba a preparar el espresso.Para mí, charlar con Alexa me estaba ayudando para darme cuenta de muchos errores que ya había cometido, y que aunque Ricardo era tan culpable como yo, él no era culpable del todo, y tal vez no se merecía que lo tratara como lo estaba haciendo. También debía disculparme con Christopher y con Vanya… Tenía que replantearme las cosas con Ricardo y sentarme a pensar con la cabeza fría ¡pero sin dolor, por favor! :-( Afortunadamente, Alexa tenía mucha experiencia con chicos y tal vez podría orientarme mejor y ayudarme a abrir los ojos. Por su parte, Ricardo miraba al vacío desde su ventana, temiendo que lo mejor era terminar la mágica relación que recién había
—Toma asiento… —ordenó Christopher , señalando una silla vacía que estaba frente a la suya.―¿Qué es esto? ¿Un juicio? —protestó Ricardo, sintiéndose algo intimidado.—¡Que te sientes te digo! Contesta… ¿Qué tanto recuerdas de ayer? —alertó Christopher .―No estoy seguro… No mucho… —titubeó Ricardo. —Recuerdo que bebimos mucho vino para celebrar el nuevo trabajo de Rachel… Estábamos embelesados por nuestro reciente noviazgo, y yo quería que se quedara en mi casa… No recuerdo muy bien cómo llegamos a tu casa ni tampoco por qué terminamos durmiendo en tu cama… Mucho menos recuerdo por qué despertamos casi desnudos y yo abrazado a ella… Lo siento… En verdad me gustaría saber si yo y ella… Si nosotros…—Bueno… Yo también bebí bastante, pero ustedes se excedieron… Pero, no pude detenerlos, porque traté de ahogar mis celos con el vino… ¡Uff! Ella se veía tan feliz a tu lado que no me quise seguir entrometiendo con ustedes, sus decisiones impulsivas o sus deseos… No te dejé llevarte a Rachel