Ricardo escuchó a alguien tocar la puerta, y aún estaba muy nervioso, todavía no sabía qué decir, ni cómo actuar. Nunca antes le había pasado algo así, entonces se comportaba como un chiquillo inmaduro y tímido. Estaba desesperado buscando toallas para secarse, mirándose al espejo para ver si estaba menos rojo…
―Ricardo, soy yo Vanya… Escucha, ya no te pudimos decir más, pero Rosa le consiguió un trabajo a Rachel por medio de sus contactos… Por eso está tan arreglada. Ella sólo quería despertarte con un beso para pedirte personalmente que la acompañes. ¿Vendrás? Yo los llevaré, pero debemos irnos de inmediato porque su entrevista es a la una…Ricardo abrió la puerta, y aunque aún estaba nervioso y apenado, su sentido de la responsabilidad conmigo, era primero. Intentó hacerse de nuevo el rudo y afrontar lo que fuese, como fuese…―¡Está bien!... Voy con ustedes. ¡Ya casi es hora! —notó Ricardo.―Y, por cierto, Ricardo… Sólo quería decirte que no debes preocuparte por―¡Glup!... Me… me…¿ama?... ¿Lo… lo crees? —dudó Ricardo, mientras su corazón empezó a excitarse sin control. El oír esas palabras despertó en Ricardo un sentimiento nunca antes conocido por él mismo en su pasado.―¡Claro! Se nota luego luego… ¡Pfff! ¡Esa chica te adora! ¡Solo tiene ojos para ti! ¡Has robado su corazón! ¡Te lo aseguro! ¿No te has dado cuenta de cómo le brillan los ojos cuando te ve? ¿O cómo se sonroja cuando estás cerca? ¡Ella te ama! ¡Te ama con locura! —confirmó Rosa, exagerándolo todo para sus fines.―¿En verdad?... Pe… pero… ¿qué debo hacer? —se preguntó Ricardo, muy tímido, pues jamás había experimentado una situación similar, aunque él ya hubiera salido con muchas otras mujeres…―¡Muy fácil! ¡Confesarle que también la amas! Además, ella ya lo sabe… ¡Yo ya lo sé! ¡Vanya ya lo sabe! ¡Hasta Christopher debe saberlo! Pareciera que el único que no se da cuenta eres tú mismo… Debes armarte de valor y confesarle que la amas… ¿Dónde quedó el Ricardo seguro
Por primera vez, Ricardo creía en el amor sincero. La inocencia que vio en mí, había despertado en él un amor verdadero, y quería experimentarlo. Nunca antes Ricardo había tenido la necesidad de declararse a una chica, y mucho menos de decir "te amo". Por primera vez lo estaba haciendo a pesar de los estereotipos sociales y de su auto impuesta arrogancia. Estaba mostrándose vulnerable conmigo y en su corazón nacía el deseo de vivir un amor mágico que quería tener a mi lado.Yo estaba tan emocionada que podía llorar de alegría, pero aún guardaba en mi ser, sentimientos de confusión y temor, y ese era el momento en que debía expresarlos.―¡Oh Ricardo! ¡No sabes cuánto tiempo deseé que un hombre me dijera algo así! ¡Sé que las estrellas me escucharon! ¡Me haces muy feliz Ricardo!... ¡Quiero llorar de alegría! ¡Quiero gritar! —exclamé, muy emocionada y agradecida.―¿Significa que aceptas? —preguntó Ricardo, muy contento.―Pero… No… No puedo… ¡Sólo es un sueño! ¡Uff!... L
—¡Vaya! Estoy tan sorprendido… ¿No hablamos ya lo suficiente chicos? ¿Ustedes qué prisa tienen? —alertó Christopher , siendo el primer tema que quería tocar con urgencia.―Lo siento hermano… Pero no pudimos resistir más. Hoy nos dimos cuenta de que nos queremos el uno al otro y necesitamos estar juntos… —confesó Ricardo, acariciando mi mejilla suavemente.—No quiero entrometerme como abuelito, pero pueden estar confundiendo las cosas: Ricardo, tú eres muy impulsivo, por eso la fama que tienes… ¿Cómo sabes que no se trata sólo de atracción, ya sabes, sexual? Y, Rachel, tú nunca has tenido un noviazgo, no tienes experiencia… La misma pregunta… —nos regañaba Christopher , como si en verdad fuera nuestro profesor.―¡A ver, amorcito! ¡Tranquilo! No comiences a pelear —intervino Rosa, rápidamente. —Yo soy testigo de que ellos dos en verdad “se aman”, y ya confesaron “su amor” el uno al otro. ¡Qué romántico! Incluso, ya son oficialmente novios formales… ¡Debemos estar muy felic
―¡No es eso!... Lo que me dolió es que en todo lo que dijiste, tienes razón… Un hombre como yo no sabe lo que es amar… Alguna vez me lastimaron, y quizás por eso perdí la fe en el amor… Cada chica, aunque lo intenté, nunca despertó en mí la confianza de volver a amar. Pensé que la había encontrado al fin en una chica pura, libre de maldad… Pero, cuando dijiste que tal vez no buscamos lo mismo y que soy muy impulsivo, diste en el clavo de mi corazón. Quizás mi destino es seguir siendo un cretino con todas las chicas… —reconoció Ricardo, con lágrimas en los ojos, levantándose con debilidad.—¡Espera! ¿Quién te lastimó en el pasado? No me dí cuenta… Siempre luciste inquebrantable en las cosas de las relaciones… Solo te vi sufrir por lo de tus padres… —se cuestionaba Christopher , llevando a su amigo hacia el lavabo. —Y, lo de la confianza en volver a amar… escucha… Entiendo por qué te has enamorado de Rachel, por su pureza. Es verdad, su sencillez, su inocencia y su naturaleza simp
Ricardo y Christopher corrieron hacia la mesa rebasándose el uno al otro, pero a mitad de camino, la gente se les quedaba viendo. Entonces comprendieron que se veían ridículos haciendo eso. Moderaron su andar, pero aún, uno quería estar delante del otro. Cuando llegaron a la mesa, fingieron que nada pasaba, pero los dos se veían retadores a los ojos, con unas fulgorosas llamas en las pupilas, esperando hallar el momento para estar a solas conmigo y convencerme de su amor.―¡Ah ya trajeron la comida! ¡Qué bien! ¡Y el vino, también! ¡Excelente! —comentó Ricardo, de buen ánimo, lo que me puso muy contenta.―¡Sí… mi amor! ¡De hecho, Rosa y yo, ya brindamos con una copa, por nuestro amor, Ricardo! —dije, mientras le guiñaba un ojo a Rosa, para hacerle saber que estaba siguiendo su consejo de luchar por el amor de Ricardo.―¡Oíste! ¡Dijo “nuestro amor”, “suyo y mío”! —resaltó Ricardo, con cierto tono de ironía. —¡Qué pediste, fraile Christopher ! ¿Ostiones? ¿No crees que te pondrán más ama
—No, Rosa… Te equivocas… A veces las personas en nuestro camino pueden llevarnos a un destino o al otro… Si Rachel hubiera decidido su futuro, ahora no estaría viva, y tampoco estaría enamorada de Ricardo, y ella nunca hubiera conocido ninguna clase de amor… —reflexionó Christopher , recordando que me conoció cuando intenté quitarme la vida.Terminamos de bailar y regresamos a la mesa para brindar por nuestro maravilloso amor. Estábamos muy contentos por la decisión que yo había tomado, y teníamos que darles la buena noticia…―¡Brindemos, por nuestra nueva vida juntos, Rachel! —levantó la copa Ricardo.―¡Por nuestra nueva vida juntos, amor mío! —choqué mi copa con la suya y bebí.―¿Por qué no les cuentas a nuestros "amigos" lo que hemos decidido? Mejor dicho, lo que tú has decidido… —sugirió Ricardo, influenciándome, desde luego.―Está bien, amor mío… —acepté dulcemente y luego miré a Rosa y a Christopher . —Chicos, he decidido, que quiero vivir con Ricardo a partir de ahora. ¡Lo amo
Ricardo me levantó con sus brazos y me llevó cargando hasta el cuarto de los padres de Christopher . Apenas podía caminar, pero lo consiguió finalmente. Dejó caer mi cuerpo en la enorme y suave cama y cerró la puerta. Estaba tan borracho que olvidó apagar las luces del cuarto. Se quitó la camisa y se sentó en la cama para quitarse los zapatos y pantalones.―¿Qué haces Ricardo? ¡Hip! ¡No piensas desnudarte! ¿O sí? ¡Hip! —me asusté de inmediato al ver que ya se había quitado la camisa.―¡Ah, lo siento amor! ¡Hip! Es la costumbre… Me dejaré los pantalones… ¡Hip! ¿Tú vas a dormir así, vestida? ¡Hip! Debe ser muy incómodo… —dijo Ricardo, sacándose zapatos, cinturón, calcetines y cartera.―Me quitaré el saco ¡Hip! y los zapatos ¡Hip! Creo que me dejaré el vestido, espero poder dormir con él… ¡Hip! —comenté, pensando que de esa forma no habría nada provocativo entre nosotros.―¿Qué ropa interior traes? ¡Hip! —mencionó rápidamente Ricardo.―¡Ricardo! —le llamé la atención, riéndome un poco, l
(Pum, pum, pum) —¿Rachel? ¿estás ahí? ¿Ricardo? ¡Abre la puerta! ¿Ella está contigo? —gritó Christopher detrás de la puerta de la habitación donde estábamos.Ricardo escuchó que Christopher tocaba a la puerta y apenas despertaba, todavía tenía mucho sueño… Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que él estaba encima abrazando mi cuerpo semidesnudo, durmiendo tan profundamente que incluso roncaba… Ricardo saltó de la cama muy aterrado, pues no recordaba nada de lo que había pasado esa noche, y encima, Christopher se escuchaba muy furioso…―¡Ya voy! Un segundo… —dijo Ricardo y se apresuró a ponerse los pantalones que encontró en el piso ya que no encontraba su camisa.«¡Demonios! ¡Demonios! ¿Qué hice? ¡No recuerdo nada! ¿Por qué Rachel está semidesnuda? ¿Me sobrepasé con ella? ¡Demonios! ¡Se me va a armar con Christopher !» pensó Ricardo y trató de cubrirme con las cobijas.—¡Que abras te digo! ¿Rachel está contigo, verdad? ¿Qué esconden? ¡Abre ya! ¡Rayos! —gritaba Christopher de f