El experto y conferencista, Ismael Sosa, hizo de aquella primera clase, una experiencia muy motivadora. Su historia personal fue enganchante, y fue mostrando cómo su vida cambió cuando puso en marcha su primer proyecto, con sólo unos pocos billetes y mucha motivación. Actualmente, es una celebridad reconocida en el medio, su físico se ha vuelto más saludable y su billetera se mantiene siempre llena. Es invitado a muchos reality shows y concursos de belleza en todo el mundo para entrenar a las chicas. No solo se volvió millonario creando e invirtiendo en “la belleza”, también había encontrado su propósito en la vida, el mismo propósito que satisfacía su alma. Quedé impactada con aquél experto, pero solo era el comienzo. Tomaba notas de todo, y me preguntaba a mí misma, cuál sería el propósito de mi vida. Sabía bien que mi propósito no era precisamente “la belleza” como con Ismael, y tampoco entendía porque debería haber un experto en reinas de belleza en ese curso, pero estaba segura
―¡Estuvo tan cerca! Casi se desnuda frente a mí… ¡Ya te imaginarás! Y yo sin poder escapar… Afortunadamente, mi alumno Robert fue a tocar la puerta, se dio cuenta y me ayudó a salir de ahí… Pero Ricardo se puso tan furioso que nos amenazó a los dos… ¡Ya te imaginarás! —contó Clarisse, supuestamente al horrorizarse por los recuerdos.―¡Sí lo creo! ¡Con el carácter que tiene! ¡Debe haberte amenazado con algo serio! ¡Ugh! ¡Ese lujurioso! ¿Qué no tiene llenadera? ¡Parece que no tiene límites! —señaló Jazmin con desprecio, mostrando su empatía por lo que Clarisse le hacía creer.―¡Lo sé! Es un muchacho muy difícil… Lo quiero mucho, pero no puedo permitirle esa clase de comportamientos… Es un peligro para mí y otras mujeres… Lo malo es que es el mejor amigo de Christopher y ahijado del director… No sé si deba… —expresó “su preocupación” la doctora Clarisse, para que Jazmin sintiera lástima por ella.―¡No! ¡No lo despidas! ¡Ni lo acuses con el director! ¡Por favor!... Seguramente él confun
EL AMOR DE SU VIDA.La noche estaba avanzada cuando Ricardo finalmente pudo salir de su trabajo. La doctora Clarisse estaba empeñada en hacerlo perder el control y hacerlo renunciar, o bien, hacerlo caer en su sucio juego. Pero Ricardo tenía nervios de acero y no le tenía miedo. Podía resistir si él se lo proponía. Esa noche, Ricardo necesitaba tanto mis brazos reconfortantes como yo los de él, y a pesar de lo cansado que se encontraba, manejó hasta el departamento de Christopher para verme un poco. —Ricardo, te hubieras ido a descansar, mañana ambos entramos a las siete de la mañana… Bueno, pasa, pasa hombre… Así descansarás lo antes posible… Mañana te llevaré para evitar que manejes estando tan cansado… —propuso Christopher , abriendo la puerta para que su amigo entrara.―¡Gracias, hermano! Eres un excelente amigo… Me ayuda saber que cuento contigo… ¿Y Rachel? —preguntó de inmediato Ricardo, buscándome con sus cansados ojos.—Está en su habitación, estaba leyendo para esperarte y
―Menos mal… Uno menos de qué preocuparme… —bromeó Ricardo.―En general, no deberías preocuparte por nadie… —respondí de forma asertiva. —¿Qué no te das cuenta que nadie se fijaría en mí? Solo tú lo hiciste, yo creo porque estás loco o mal de los ojos, pero ninguna persona me encontraría atractiva… ―¿Qué te he dicho de cómo te expresas sobre ti misma? Tienes qué hacerme sentir que tengo un “brillante premio” y no una “servilleta sucia…” Desde mañana, quiero que pongas tu mejor cara al mundo… Por cierto. A las cinco tenemos que ir a tu terapia con Bella, no lo olvides… —recordó Ricardo, pues ya había pasado una semana tan rápido.―No lo he olvidado. Y sí, tienes toda la razón… Debo verme a mí misma con los mejores ojos. Lo dice Bella en su libro y nos lo dijo hoy Ismael… Además, nadie tiene mayor razón que tú, amor mío, que eres quien me ve de esa manera… ¡Gracias por mirarme, Ricardo! Después de besarme un poco y regalarme algunos abrazos, Ricardo empezaba a suspirar de cansancio y d
A TUS ESPALDAS…―Es que… Verás… Tengo que ir a ver a la doctora… Ehmmm… para… —titubeé, buscando qué excusa dar.No podía decirle la verdad de mis planes a Jerry, ya que si le decía que quería ir sola a buscar y hablar con la doctora Clarisse, para sorprender a Ricardo , probablemente no me dejaría salir temprano, por lo que tuve que inventar otra cosa.―Lo que pasa es que… mi doctora… gine… gine… —tartamudeé, poniéndome nerviosa.―¿Tu ginecóloga? —dedujo Gerald, poniendo cara de preocupación.―¡SÍ! Ella me hizo una cita hoy a esa hora y como no tengo quién me acompañe, tendré que intentar ir sola, esperando no perderme… Por cierto, Gerald, ¿puedes decirme cómo puedo llegar al área de ginecología desde aquí? —confirmé, esperando que no se haya dado cuenta de mi pequeña mentira.―Bueno, mientras sea por tu salud, no hay problema… Solo trata que tus siguientes consultas no sean en tu horario de trabajo, ¿de acuerdo?... ¿No quieres que te acompañe? No me cuesta nada ir a dejarte y mostr
―Quiero decir que encontré a Ricardo con las manos en la masa, “infraganti…” Estaba teniendo intimidad con Jazmin, la recepcionista, en pleno laboratorio, de hecho… Ya conseguí el video de seguridad, y esa clase de comportamiento no está permitida en este hospital… ¿Comprendes? He tenido que mantener a “tu novio” bien ocupado para que deje las manos y “otras cosas” en su sitio… Una actitud de pésimo gusto que obviamente no le va a gustar a mis superiores… No, no, no… Una pena —explicó la doctora Clarisse, cínicamente, pues por dentro disfrutaba de mi sufrimiento.El corazón puro en mi pecho se estaba volviendo en una roca seca, destrozando todas mis ilusiones de un solo tajo… Simplemente, no podía creer que la Dra. Clarisse estuviera diciendo la verdad. Acaso, ¿Ricardo ya me había traicionado? Si apenas esa mañana, Ricardo era el más dulce y amoroso de todos los novios… ¡No podía ser cierto!―¿Con quién? ¿Jazmin?... No… no puede ser… Debe ser un error… —me negué a creerlo, perdiendo mi
Mientras Christopher trataba de tranquilizarme, permitiendo que me desahogara en sus brazos y buscando explicarme que no debería confiar tanto en las palabras de la Dra. Clarisse, ya que ella también tiene cola que le pisen, Ricardo intentaba aclarar cuentas con la susodicha y malévola jefa.―Clarisse, ¿Qué diablos pasa contigo? ¿Qué le has dicho a Rachel para que esté llorando desconsoladamente? ¡Tú no tienes límites! —gritó Ricardo, entrando a su oficina y azotando la puerta con violencia.―¡Fíjate cómo me hablas! ¡Que sigo siendo tu jefa! ¡Solo le dije que tengo evidencia suficiente para despedirte…! Eso es todo… —aseguró la Dra. Clarisse, poniéndose nerviosa por la violenta entrada de Ricardo.―¡No trates de engañarme! Ella ni siquiera quiere hablar conmigo... Debes haberle dicho otra cosa... —sospechó Ricardo, poniendo ambas manos en su escritorio, buscando intimidarla.―¿Y qué? ¿Voy a arreglar yo tus problemas maritales? Ya madura. ¡Así es el mundo! —alardeó Clarisse de forma cín
―¡Auch! ¡Golpe bajo! ¡Eso fue diferente! ¡No hay necesidad para levantar muertos de las tumbas! Lo de Bella era… Emmm… Otra cosa… No sé cómo explicarlo… Pero nada de esto que está pasando ha sido mi culpa... Todo es intriga de la obsesiva de Clarisse... Escucha... Acabo de discutir con ella por esta razón... Quiere que tú y yo la complazcamos como lo hace Robert... Así, entraríamos en su sucio juego y no podremos denunciar nada… Y como me he negado, ahora quiere chantajearme amenazándome con dañar a la pobre de Rachel, quién, nada de culpa, tiene de esto… —comentó Ricardo, buscando salirse por la tangente.—¿Tú y yo? ¡Jamás! No hay forma… ¡Aunque me pusiera una pistola en la cabeza! ¡Hasta calosfríos me da de imaginarlo! ¡No hay forma de que me convenza! Pero… Hablando de Robert… Creo que a ti te corresponde decirle la verdad a Rachel... Sé que es un tema muy sucio y delicado, pero debes decirle toda la verdad, si no, ella no entenderá nada de lo que está sucediendo y creerá todo lo q