El descanso merecido.
Capitulo LVI

Él chico que servía de chofer asintió, extrañado del poco tiempo que le llevo la conversación. Arrancaron en la moto y nadie hablo en todo el regreso.

Llegaron al pueblo y fue directo a su habitación empaco lo poco que tenia desempacado y fue hasta el terminal para regresar a su casita. Al llegar a ella ya muy entrada la noche encontró la paz y el amor que necesitaba para fortalecerse y procesar lo que descubrió.

Se metió en la ducha y estuvo alrededor de dos horas en la tina. El agua estaba tibia sirviéndole para relajar su cuerpo. No lloro ni quiso analizar los hechos en su encuentro con Diego, no tenía estomago ni quería pensar en ello.

Salió con su piel arrugada por el tiempo en el agua, sonrió pensando cuando ella y sus dos hermanos lo hacían de pequeños en la ponchera de su casa materna.

Esos recuerdos la llenaron de nostalgia, respiro profundamente y se acostó en la cama en forma transversal, con sus ojos bien abiertos y la mirada fija en el techo de su habitación
Abeporlo

La amistad es apreciada en esos momentos de intranquilidad y desconsuelo.

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