Todo permaneció en total calma por días, mi relación con Nia había vuelto a ser casi la misma de siempre, no confiaba en ella tanto, pero tampoco era como para sentir alguna clase de rencor con lo ocurrido. Después de todo, cualquiera se podía equivocar y yo no era nadie para juzgarla por sus decisiones, además, sabía que las cosas se podían solucionar si ponía de mi parte al igual que ella. Mi estado mental, gracias al cielo, había estado bastante estable los últimos días, ya que Jack había optado por dejarme tranquila.No había aparecido ni una sola vez desde el incidente, así que había regresado a la absoluta paz de mi vida, salvo porque aún tenía que hacerme cargo de los internos, pero al menos ya comenzaba a acostumbrarme a ello. Poco a poco la alegría volvió a mi rostro, dado que no le veía la cara a Jack cuando iba a la cafetería, ni mucho menos se dignaba a aparecer en el hospital sólo para cabrearme y tampoco se cruzaba en mi camino al estar desprevenida. En pocas palabra
Al escuchar aquella noticia, toda calentura pasó a un segundo plano.Nos pusimos veloces como un rayo las ropas que nos habíamos logrado quitar, y antes de partir al exterior, aquel estúpido chico me plantó un dulce beso en los labios, sacándome una sonrisa ante sus acciones tiernas. Caminé apresurada con Jack pisándome los talones en dirección a la sala de urgencias, en donde al llegar, me encontré con aquella niña sin color en el rostro.Estaba tendida en una camilla, con Victoria tomándola de la mano de pie a su lado. Aquella mujer seguía siendo igual de hermosa a como la recordaba, llevaba ropas tan extravagantes y brillantes que le sentaban tan bien que parecía una modelo, sacada de una revista de moda. Ella, al verme llegar con Jack, se quedó petrificada, casi sin saber muy bien qué decir, después de todo, no se hubiera imaginado ni en un millón de años que algún día volveríamos a reencontrarnos todos en esta clase de situación.—¿Qué le ha sucedido? —le pregunté a la rubia,
Habíamos terminado yendo todos juntos a comer en un restaurante a varias cuadras del hospital, dado que Lucila no había probado bocado desde Dios sabría cuándo.Cody la llevó entre sus brazos para que no hiciera más esfuerzo del necesario, ambos por todo el trayecto hablaron de lo que les gustaba y lo que no, coincidiendo misteriosamente en algunas cosas.En ocasiones, podía notar que la niña se reía con sus bromas pésimas, encantada quizás con su belleza y su espontánea personalidad.Al llegar al lugar, nos sentamos en una mesa apartada de todo el mundo, donde pedimos platos repletos de comida china. Comí casi sin ganas, al igual que Victoria, quien solo removía el arroz con un tenedor sin molestarse en metérselo a la boca, todo lo contrario a Cody, quien seguía animado parloteando con la pequeña, quien se había sentado en sus piernas para que le diera de comer y este ni corto ni perezoso, siguió sus órdenes.Su madre estaba a mi lado en total silencio, observándolos con timidez, pa
Intenté alejarme de Jack todo lo posible los días siguientes, lo cual a decir verdad, había sido todo un desafío, más por lo perseverante que él era que por mis deseos de seguir a su lado, a pesar de todo el tiempo que habíamos estado separados. En ocasiones, antes de entrar a un lugar, me aseguraba desde el exterior que no se encontrara allí dentro, esperando pacientemente a darme una sorpresa con su presencia. Si lo veía venir hacía mí por los pasillos del hospital, salía corriendo en la dirección contraria o me metía en la primera habitación que encontraba y me escondía ahí, hasta que se dignaba a marcharse.Parecíamos dos niños pequeños jugando a las escondidas y me sentía realmente como una imbécil cobarde, pero lo hacía por una sabia razón.No es que tuviera miedo de Victoria ni mucho menos de Deborah, ni tampoco que no quisiera a Jack con cada fibra de mí ser. No obstante, sabía que meterme con un hombre con familia, no era exactamente lo mejor que podía hacer a mis 29 años.
Acordamos vernos después de que terminara de trabajar, lo cual fue bien entrada la noche ese mismo día. Intenté arreglarme un tanto la ropa y acomodarme acorde a la ocasión con lo que tenía en un casillero guardado en casos de emergencia. Me quedé viéndome un buen rato en el espejo del baño, arreglando mi cabello desordenado, lavé mi rostro por enésima vez con el agua helada, tratando con todas mis fuerzas calmar mis nervios. No era de maquillarme mucho, pero tampoco podía ir pálida como una muerta.Respiré profundamente, convenciéndome a mí misma de que realmente sería la última vez. Salí del edificio con el sudor frío recorriendo mi espalda, en donde frente a las puertas y estacionado con una amplia sonrisa se encontraba Jack, recostado en su Ferrari. Abrió la puerta del copiloto para que pudiera entrar y antes de que me sentara, me dio un delicado beso en la mejilla, ruborizándome instantáneamente.—¿Estás preparada? —preguntó emocionado el momento en que tomó asiento junto a m
Me llevó desenfrenado hasta mi escritorio, tirando varias cosas al suelo cuando me empujó suavemente para que me sentara en este último. Besó desesperado mis labios como si desease con ansias devorarme la boca, enredé mis brazos alrededor de su cuello pegándolo aún más a mí. Entreabrí mis piernas, permitiéndole acomodarse entre ellas con mayor facilidad, sintiendo cómo movía su pelvis descaradamente rozando mi entrepierna, sacándome un gemido de placer. Me quitó suavemente mi blusa, dejándola muy lejos de mi vista, deslicé mis manos por su cuello, acariciando cada centímetro de su piel para al llegar a su camisa; desabotonar cada uno de los botones sin prisas, mientras nuestras lenguas se juntaban en una lucha sensual por invadir la cavidad del otro. En el momento en que se apartó un poco para respirar, aproveché para darle suaves besos en su hombro, haciéndolo suspirar con el rozar de mis dedos en su bien formado torso.Dibujó garabatos en mi espalda produciéndome una corriente el
Nos habíamos quedado en medio de la cama, abrazados y compartiendo el calor corporal en esa helada noche de enero. Me había recostado sobre su pecho, escuchando con atención el latir de su corazón, volviéndose música para mis oídos con cada segundo que transcurría, mientras charlábamos en susurros sobre cosas triviales, sin los más mínimos deseos de dormir aún.—¿Por qué estudiaste medicina? —preguntó curioso, mientras acariciaba mi cabello con sus dedos.—Porque puedo ganar mucho dinero —me reí por lo bajo, con él uniéndose a mí sin un rastro de enfado ante mi respuesta premeditada, ya que aquella decisión no había sido tan al azar después de todo.—Sí, pero esa no es la verdadera razón.—No importa demasiado si te la dijera ahora —susurré, repartiendo dulces besos en su pecho, indicándole sin necesidad de palabras que era otro secreto más que prefería mantener oculto de él por el momento—. Es una tontería que ya no tiene relevancia, Jack.Respiró profundamente conformándose a regañ
Caminé apresurada por los pasillos del hospital universitario Jackson en dirección a la sala de urgencias, donde se suponía estaban todos mis hermanos reunidos a la espera de alguna información sobre el estado de nuestra madre. Sentía mi corazón apretujarse en mi pecho, causándome un intenso dolor a la hora de respirar, aquella llamada imprevista había tirado todos mis planes con Jack a la basura, dándole paso a una inmensa preocupación por mi madre que no se disipaba, por mucho que lo intentara. Al llegar hasta donde ellos se hallaban, Nia corrió a abrazar a Ryan, quien estaba desconsolado paseándose de un lado a otro, este le correspondió el gesto encantando con verla, fundiéndose en uno solo de inmediato. Ahora ella estaba allí para darle la fuerza que necesitaba.Por otro lado, Katia sentada en una de las tantas sillas en la sección de espera, abrazaba con fuerza a Brooke quien lloraba como una niña pequeña, al igual que Blake, en total silencio a su lado. Lauren estaba cabizb