Jack se mordió los labios, parecía nervioso, se pasó una de sus manos por su cabello y tragó saliva.Finalmente, tras debatirse unos segundos, se despojó de sus ropas con sus manos temblorosas, me tomó con firmeza de los tobillos para obligarme a abrir las piernas en todo su esplendor, dejándole ver partes de mí que probablemente se sabía de memoria.Se acomodó muy cerca de mi intimidad, rozando la punta de su pene contra ella, estremeciéndome por lo que estaba a punto de hacer.Tragué saliva y me mojé lo suficiente para permitirle paso a su virilidad, así que mi vagina le dio la bienvenida a pesar de que me había parecido descabellada su idea inicial, gimiendo sonoramente ante su contacto.Sin embargo, recordé que estaba casado y con una hija, lo que me hizo revolverme desesperada debajo de él, esperanzada de que se detuviera si se lo pedía.—¡No quiero! ¡No! —chillé, sintiendo cómo de a poco iba abriéndose paso más y más en mi interior—. ¡Deja de hacer esto, Jack! ¡Aléjate de mí!—¡
Me hallaba sumergida en la absoluta negrura.Era como una especie de mar, en el cual mientras más intentaba nadar a la superficie, más me hundía, quedándome poco a poco sin oxígeno.Trataba de alcanzar la luz sobre las aguas, pero no sucedía, entonces lentamente fui cayendo en la profundidad, ahogándome por completo en el mismo instante en que abrí mis ojos de sopetón, encontrándome con una habitación que definitivamente, no era la mía. Todo era blanco, invadido por el olor a medicamentos, observé en todas las direcciones encontrándome con que era de día. La ventana entreabierta me permitía ver la ciudad desde lo alto, al parecer estaba en el hospital universitario Jackson.Me incorporé lentamente liberándome del agarre de Nia, quien se había quedado dormida con nuestras manos entrelazadas, incómoda sobre el borde de mi cama. Al hacer mi movimiento brusco, se fue despertando perezosa.La observe de forma despectiva mientras me sonreía alegre de tenerme de regreso, me explicó que hab
Tras escuchar mi petición, se marchó dejándome completamente sola, mirando cómo las estrellas salían de entre las espesas nubes y la luna llena se alzaba en lo alto, brillando como siempre. Respiré profundamente, intentando controlar mis ganas de hacerme una bola en medio del suelo para llorar desconsolada, ante todo lo que estaba ocurriendo en mi vida. Sin embargo, cuando las lágrimas comenzaron a desbordarse de las comisuras de mis ojos, la enfermera llegó, indicándome que debería comer un poco, me limité a asentir y ella dejó la bandeja de comida sobre la mesa junto a la cama. —Tiene que alimentarse, doctora Wolfang, usted lo sabe bien —habló severa.Regresé a postrarme en esta última, dándole la espalda a la pila de papeles en mis pies, e incluso ignorando la comida con ese olor exquisito que invadió mis fosas nasales..Sin poder continuar con mi amargura y matándome de hambre con esa huelga absurda que sólo me afectaba a mí, me senté en medio de la cama a revisar lo que Nia m
Todo permaneció en total calma por días, mi relación con Nia había vuelto a ser casi la misma de siempre, no confiaba en ella tanto, pero tampoco era como para sentir alguna clase de rencor con lo ocurrido. Después de todo, cualquiera se podía equivocar y yo no era nadie para juzgarla por sus decisiones, además, sabía que las cosas se podían solucionar si ponía de mi parte al igual que ella. Mi estado mental, gracias al cielo, había estado bastante estable los últimos días, ya que Jack había optado por dejarme tranquila.No había aparecido ni una sola vez desde el incidente, así que había regresado a la absoluta paz de mi vida, salvo porque aún tenía que hacerme cargo de los internos, pero al menos ya comenzaba a acostumbrarme a ello. Poco a poco la alegría volvió a mi rostro, dado que no le veía la cara a Jack cuando iba a la cafetería, ni mucho menos se dignaba a aparecer en el hospital sólo para cabrearme y tampoco se cruzaba en mi camino al estar desprevenida. En pocas palabra
Al escuchar aquella noticia, toda calentura pasó a un segundo plano.Nos pusimos veloces como un rayo las ropas que nos habíamos logrado quitar, y antes de partir al exterior, aquel estúpido chico me plantó un dulce beso en los labios, sacándome una sonrisa ante sus acciones tiernas. Caminé apresurada con Jack pisándome los talones en dirección a la sala de urgencias, en donde al llegar, me encontré con aquella niña sin color en el rostro.Estaba tendida en una camilla, con Victoria tomándola de la mano de pie a su lado. Aquella mujer seguía siendo igual de hermosa a como la recordaba, llevaba ropas tan extravagantes y brillantes que le sentaban tan bien que parecía una modelo, sacada de una revista de moda. Ella, al verme llegar con Jack, se quedó petrificada, casi sin saber muy bien qué decir, después de todo, no se hubiera imaginado ni en un millón de años que algún día volveríamos a reencontrarnos todos en esta clase de situación.—¿Qué le ha sucedido? —le pregunté a la rubia,
Habíamos terminado yendo todos juntos a comer en un restaurante a varias cuadras del hospital, dado que Lucila no había probado bocado desde Dios sabría cuándo.Cody la llevó entre sus brazos para que no hiciera más esfuerzo del necesario, ambos por todo el trayecto hablaron de lo que les gustaba y lo que no, coincidiendo misteriosamente en algunas cosas.En ocasiones, podía notar que la niña se reía con sus bromas pésimas, encantada quizás con su belleza y su espontánea personalidad.Al llegar al lugar, nos sentamos en una mesa apartada de todo el mundo, donde pedimos platos repletos de comida china. Comí casi sin ganas, al igual que Victoria, quien solo removía el arroz con un tenedor sin molestarse en metérselo a la boca, todo lo contrario a Cody, quien seguía animado parloteando con la pequeña, quien se había sentado en sus piernas para que le diera de comer y este ni corto ni perezoso, siguió sus órdenes.Su madre estaba a mi lado en total silencio, observándolos con timidez, pa
Intenté alejarme de Jack todo lo posible los días siguientes, lo cual a decir verdad, había sido todo un desafío, más por lo perseverante que él era que por mis deseos de seguir a su lado, a pesar de todo el tiempo que habíamos estado separados. En ocasiones, antes de entrar a un lugar, me aseguraba desde el exterior que no se encontrara allí dentro, esperando pacientemente a darme una sorpresa con su presencia. Si lo veía venir hacía mí por los pasillos del hospital, salía corriendo en la dirección contraria o me metía en la primera habitación que encontraba y me escondía ahí, hasta que se dignaba a marcharse.Parecíamos dos niños pequeños jugando a las escondidas y me sentía realmente como una imbécil cobarde, pero lo hacía por una sabia razón.No es que tuviera miedo de Victoria ni mucho menos de Deborah, ni tampoco que no quisiera a Jack con cada fibra de mí ser. No obstante, sabía que meterme con un hombre con familia, no era exactamente lo mejor que podía hacer a mis 29 años.
Acordamos vernos después de que terminara de trabajar, lo cual fue bien entrada la noche ese mismo día. Intenté arreglarme un tanto la ropa y acomodarme acorde a la ocasión con lo que tenía en un casillero guardado en casos de emergencia. Me quedé viéndome un buen rato en el espejo del baño, arreglando mi cabello desordenado, lavé mi rostro por enésima vez con el agua helada, tratando con todas mis fuerzas calmar mis nervios. No era de maquillarme mucho, pero tampoco podía ir pálida como una muerta.Respiré profundamente, convenciéndome a mí misma de que realmente sería la última vez. Salí del edificio con el sudor frío recorriendo mi espalda, en donde frente a las puertas y estacionado con una amplia sonrisa se encontraba Jack, recostado en su Ferrari. Abrió la puerta del copiloto para que pudiera entrar y antes de que me sentara, me dio un delicado beso en la mejilla, ruborizándome instantáneamente.—¿Estás preparada? —preguntó emocionado el momento en que tomó asiento junto a m