Época actual, ocho años después.Llegué al majestuoso hospital universitario Jackson, tras andar unas cuantas cuadras. Aquel lugar era el más importante de todo el imperio Jackson, el cual abarcaba desde centros comerciales, restaurantes, hoteles y obviamente, la universidad donde yo había pasado casi seis años enteros de mi vida.Sin embargo, el hospital era uno de los más viejos e importantes negocios de esa familia, ya que este era todo un paraíso con solo verlo por fuera, estaba construido con majestuosos edificios — que parecían más rascacielos que otra cosa —, los cuales se conectaban por puentes.Pero no solo era maravillosa su arquitectura, sino también sus especialistas y su tecnología, sumado a esto todos los méritos, premios y galardones que se habían llevado durante décadas, lastimosamente, casi nadie podía adquirir sus servicios, excepto obviamente la elite, los cuales eran prácticamente sus VIPS.Para mi sorpresa, en la entrada, recostado contra un pilar cruzado de bra
Caminé sin mucho apuro en dirección al edificio B, subí en el ascensor hasta el cuarto piso, y anduve unos cuantos pasos más, hasta detenerme en la última puerta del pasillo derecho donde se encontraba el consultorio de Nia. Entré, encontrándome en el interior; con la recepción totalmente vacía, en las sillas de la sala de espera no había ni un alma, ni siquiera donde su secretaria se suponía debía estar atendiendo, había alguien, después de todo, eran las doce del mediodía y era el único momento de descanso que a la pobre señora se le permitía.Me dirigí hacia la puerta que tenía el letrero con el nombre de mi amiga y antes de entrar, le di unos pequeños toquecitos a la madera como aviso de que ya me encontraba allí. Al adentrarme en la acogedora estancia, me encontré con todas las ventanas abiertas, dejando pasar la intensa luz del día, que a decir verdad era muy poca dado que estábamos en invierno, pero al menos aún no había caído la primera nevada en Atlanta y eso que el año esta
Finalmente, el viernes llegó sin ningún contratiempo especial, y agradecida como nunca antes, salí muy temprano del hospital.Había terminado con éxito mi turno de la semana, así que gran parte de la tarde estuve echada en mi cama durmiendo, hasta que la noche comenzó a caer, indicándome que debía prepararme para la gran fiesta, antes de que llegase Nia. No estaba acostumbrada a ir a esa clase de eventos, siempre ocurría algo trascendental para que no terminara yendo, así que estaba allí, dispuesta a celebrar el inicio de un nuevo año junto a compañeros y superiores del hospital, a menos de que surgiera una emergencia, lo cual creía era poco probable ese día. Acomodé mi elegante vestido, me hice un peinado sencillo, un maquillaje natural y cuando me sentí totalmente preparada, me observé por última vez en el espejo del bañoHabía cambiado tanto desde que Jack había muerto, no era la misma persona ni dentro, ni menos por fuera. Había envejecido un poco, ya no me la pasaba con el ceñ
—Doctora Wolfang, ¿podría volver a su asiento, por favor? —farfulló ese hombre, al ver que yo no daba señales de querer pararme de allí. La mayoría de los que me rodeaban, me lanzaron miradas cargadas de mofa y algunos entre risas se cuchicheaban cosas. Parecía como si él adrede hubiera hecho ese comentario para simplemente dejarme en ridículo, pero ya no había nada que me hiciera más daño que tenerlo delante de mí, guapo y radiante como solía ser, salvo que algo en su expresión me decía que no era el mismo, que había cambiado drásticamente con el pasar de los años.Sentí mis piernas temblar al intentar ponerme en pie, y mi corazón removerse descontrolado en mi interior.Estaba a solo unos pasos de mí, vivo como cualquiera de nosotros, serio y distante, pero igual de guapo como cuando lo conocí por primera vez. Sólo tenía alguna sutil arruga, que se asomaba en sus ojos cuando mantenía esa forzada sonrisa socarrona. ¿Estaba alucinando, cierto? ¿Todos estaban viendo lo mismo que yo?
No pude disfrutar el resto de la fiesta en lo más mínimo, aún cuando Jack se había marchado tras dar su discurso y saludar a uno que otro conocido, en especial a mí; quien era su principal objetivo desde el inicio. Aquella discusión seguía atormentándome en mi cabeza, helándome la sangre. Intenté comer lo que me habían servido, pero apenas daba un bocado, los deseos de salir corriendo al baño a vomitar regresaban.Nia parecía estar aún más angustiada que yo al verme de esa forma, casi como si me fuese a desmayar en cualquier instante. —Vámonos, Lucy —repetía con preocupación—. No te ves nada bien.Pero me quedé, pensando que podía sobreponerme.Justo cuando todos se pusieron en pie para bailar, Nia insistió en que regresáramos a la casa, quise conducir, pero mis manos temblaban y mis pies ni siquiera coordinaban, al igual que mis pensamientos.Entonces ella se tomó la molestia de ser la piloto, mientras yo me quedaba en silencio observando por la ventana, sintiendo el remolino de r
La casa hogar no había cambiado absolutamente nada, incluso los columpios y el patio de juegos seguían en perfecto estado, a pesar de que nunca los usaban.Los chicos los cuidaban en caso de que llegaran nuevos niños, cosa que no había ocurrido desde que yo me había marchado al cumplir la mayoría de edad, quizás porque nuestra madre ya estaba muy mayor como para poder lidiar con niños revoltosos, después de todo, cuidar de nueve adolescentes no era algo tan fácil.Para mi sorpresa aquella villa estaba llena de nieve, hacía un frío espeluznante, tanto, que mi piel se puso de gallina al bajarme del auto.Gracias al cielo se me había ocurrido llevar un poco de ropa gruesa en caso de emergencia. Diminutos copos de nieve cayeron sobre mi cabello, obligándome a sacudirlo para quitármelos de encima.Si allí el clima estaba tan helado, era probable que al regresar a Atalanta, ya hubiera caído la primera nevada del año.Mis hermanos menores, quienes al poner un pie en el interior de la casa sa
Los días siguientes fueron bastante buenos a decir verdad, dado que era un nuevo año, significaba en pocas palabras un cambio renovador en nuestras vidas.Así que tras regresar el domingo de la casa hogar –y jurar solemnemente que regresaría al mes siguiente el último fin de semana–, Nia accedió a volver al apartamento sin ningún problema, después de todo, Cody sabiendo que ahora estaría feliz en una relación con Ryan, que mi madre aprobó sin mucho miramiento, la dejó en paz y volvieron a ser los dos amigos normales de siempre. Todo parecía ir de maravilla, aún cuando podía notar el corazón de mi viejo amigo destrozado en pedazos, pero sabía que pronto se le pasaría, cuando encontrara algo con lo que distraerse o incluso un nuevo amor. Las cosas estaban perfectamente en su lugar, nada trascendental ocurría en mi vida, hasta que llegó el martes.Caminaba en dirección a la cafetería, en la que solía comprar aquellas mañanas en las que sabía necesitaría energía extra.Era un grandioso
Gracias al cielo no tuve que volver a verle la cara por el resto de mi día, ni mucho menos hizo el intento de aparecer frente a mí de nuevo sólo para sacarme de mis casillas.Estaba segura de que sus amenazas no eran más que palabras, dada mi perfecta actuación, podía poner las manos al fuego y jurar que se mantendría alejado quizás por el resto de su vida. Un poco agotada con todo mi ajetreado día, terminé quedándome a dormir en las residencias del hospital, las cuales quedaban en el edificio F, el más alejado de todos.Debido al estado delicado de la niña en la habitación 5004, el cual era inestable, tenía que mantenerme alerta en caso de alguna emergencia, la cual definitivamente no ocurrió.Pude dormir plácidamente en esa reducida habitación, donde la cama era tan pequeña como para caer al suelo en algún giro imprevisto de mi cuerpo soñoliento, sin embargo, descansé como los dioses.A la mañana siguiente, cuando el sol se coló por las ventanas, me dirigí al baño a cepillarme los