Finalmente, el viernes llegó sin ningún contratiempo especial, y agradecida como nunca antes, salí muy temprano del hospital.Había terminado con éxito mi turno de la semana, así que gran parte de la tarde estuve echada en mi cama durmiendo, hasta que la noche comenzó a caer, indicándome que debía prepararme para la gran fiesta, antes de que llegase Nia. No estaba acostumbrada a ir a esa clase de eventos, siempre ocurría algo trascendental para que no terminara yendo, así que estaba allí, dispuesta a celebrar el inicio de un nuevo año junto a compañeros y superiores del hospital, a menos de que surgiera una emergencia, lo cual creía era poco probable ese día. Acomodé mi elegante vestido, me hice un peinado sencillo, un maquillaje natural y cuando me sentí totalmente preparada, me observé por última vez en el espejo del bañoHabía cambiado tanto desde que Jack había muerto, no era la misma persona ni dentro, ni menos por fuera. Había envejecido un poco, ya no me la pasaba con el ceñ
—Doctora Wolfang, ¿podría volver a su asiento, por favor? —farfulló ese hombre, al ver que yo no daba señales de querer pararme de allí. La mayoría de los que me rodeaban, me lanzaron miradas cargadas de mofa y algunos entre risas se cuchicheaban cosas. Parecía como si él adrede hubiera hecho ese comentario para simplemente dejarme en ridículo, pero ya no había nada que me hiciera más daño que tenerlo delante de mí, guapo y radiante como solía ser, salvo que algo en su expresión me decía que no era el mismo, que había cambiado drásticamente con el pasar de los años.Sentí mis piernas temblar al intentar ponerme en pie, y mi corazón removerse descontrolado en mi interior.Estaba a solo unos pasos de mí, vivo como cualquiera de nosotros, serio y distante, pero igual de guapo como cuando lo conocí por primera vez. Sólo tenía alguna sutil arruga, que se asomaba en sus ojos cuando mantenía esa forzada sonrisa socarrona. ¿Estaba alucinando, cierto? ¿Todos estaban viendo lo mismo que yo?
No pude disfrutar el resto de la fiesta en lo más mínimo, aún cuando Jack se había marchado tras dar su discurso y saludar a uno que otro conocido, en especial a mí; quien era su principal objetivo desde el inicio. Aquella discusión seguía atormentándome en mi cabeza, helándome la sangre. Intenté comer lo que me habían servido, pero apenas daba un bocado, los deseos de salir corriendo al baño a vomitar regresaban.Nia parecía estar aún más angustiada que yo al verme de esa forma, casi como si me fuese a desmayar en cualquier instante. —Vámonos, Lucy —repetía con preocupación—. No te ves nada bien.Pero me quedé, pensando que podía sobreponerme.Justo cuando todos se pusieron en pie para bailar, Nia insistió en que regresáramos a la casa, quise conducir, pero mis manos temblaban y mis pies ni siquiera coordinaban, al igual que mis pensamientos.Entonces ella se tomó la molestia de ser la piloto, mientras yo me quedaba en silencio observando por la ventana, sintiendo el remolino de r
La casa hogar no había cambiado absolutamente nada, incluso los columpios y el patio de juegos seguían en perfecto estado, a pesar de que nunca los usaban.Los chicos los cuidaban en caso de que llegaran nuevos niños, cosa que no había ocurrido desde que yo me había marchado al cumplir la mayoría de edad, quizás porque nuestra madre ya estaba muy mayor como para poder lidiar con niños revoltosos, después de todo, cuidar de nueve adolescentes no era algo tan fácil.Para mi sorpresa aquella villa estaba llena de nieve, hacía un frío espeluznante, tanto, que mi piel se puso de gallina al bajarme del auto.Gracias al cielo se me había ocurrido llevar un poco de ropa gruesa en caso de emergencia. Diminutos copos de nieve cayeron sobre mi cabello, obligándome a sacudirlo para quitármelos de encima.Si allí el clima estaba tan helado, era probable que al regresar a Atalanta, ya hubiera caído la primera nevada del año.Mis hermanos menores, quienes al poner un pie en el interior de la casa sa
Los días siguientes fueron bastante buenos a decir verdad, dado que era un nuevo año, significaba en pocas palabras un cambio renovador en nuestras vidas.Así que tras regresar el domingo de la casa hogar –y jurar solemnemente que regresaría al mes siguiente el último fin de semana–, Nia accedió a volver al apartamento sin ningún problema, después de todo, Cody sabiendo que ahora estaría feliz en una relación con Ryan, que mi madre aprobó sin mucho miramiento, la dejó en paz y volvieron a ser los dos amigos normales de siempre. Todo parecía ir de maravilla, aún cuando podía notar el corazón de mi viejo amigo destrozado en pedazos, pero sabía que pronto se le pasaría, cuando encontrara algo con lo que distraerse o incluso un nuevo amor. Las cosas estaban perfectamente en su lugar, nada trascendental ocurría en mi vida, hasta que llegó el martes.Caminaba en dirección a la cafetería, en la que solía comprar aquellas mañanas en las que sabía necesitaría energía extra.Era un grandioso
Gracias al cielo no tuve que volver a verle la cara por el resto de mi día, ni mucho menos hizo el intento de aparecer frente a mí de nuevo sólo para sacarme de mis casillas.Estaba segura de que sus amenazas no eran más que palabras, dada mi perfecta actuación, podía poner las manos al fuego y jurar que se mantendría alejado quizás por el resto de su vida. Un poco agotada con todo mi ajetreado día, terminé quedándome a dormir en las residencias del hospital, las cuales quedaban en el edificio F, el más alejado de todos.Debido al estado delicado de la niña en la habitación 5004, el cual era inestable, tenía que mantenerme alerta en caso de alguna emergencia, la cual definitivamente no ocurrió.Pude dormir plácidamente en esa reducida habitación, donde la cama era tan pequeña como para caer al suelo en algún giro imprevisto de mi cuerpo soñoliento, sin embargo, descansé como los dioses.A la mañana siguiente, cuando el sol se coló por las ventanas, me dirigí al baño a cepillarme los
Había intentado con todas mis fuerzas no ser una demonio con los internos, sabía cómo era aquello de horrible. Los nervios que se sentían el primer día yo lo había vivido en primera fila, pero lastimosamente, todo la furia que sentía correr por mis venas recayó en el grupo de chicos, que tuvieron que aguantar mis regaños cuando se equivocaban con la más mínima cosa, o incluso con mis cortantes respuestas cuando preguntaban algo. Estaba de malas pulgas y ellos, los pacientes y todos a mi alrededor habían tenido que pagar los platos rotos.Al llegar a casa tras ese intenso día, lo primero que hice fue echarme en mi cama a gritar contra la almohada y golpearla desesperada, hasta que me quedé profundamente dormida, deseando que aquella pesadilla acabara de una buena vez, pero no fue así.Emergencias era un completo caos, no sólo porque tenía que vigilar a los internos como si fuera su mamá y corregir sus errores a la hora de dar el diagnóstico, sino por el montón de personas que llegaba
Había tenido a regañadientes que soportar estar sentada muy quietecita al lado de Jack, quien conducía como un loco por la autopista.Había puesto un poco de música para distraerme de mi mal genio, pero no sucedería por mucho que lo intentara. Me mantenía enfurruñada en mi lugar sin abrir mi boca o siquiera darle una mirada, no estaba muy segura de qué era lo que quería de mí a esas horas de la noche, pero a decir verdad, prefería no preguntarle y simplemente descubrirlo por mi cuenta al llegar a nuestro destino, que para mí era desconocido. Jack, sin perder esa expresión llena de alegría, cantaba las canciones que aparecían en la radio, y sentía que de tanto en tanto me echaba una que otra mirada, asegurándose que no saltaría del auto en cualquier momento.—Lucy…No le contesté.Tras minutos de viaje, se detuvo en seco frente a un hotel que recordaba muy bien, a pesar del paso del tiempo seguía intacto, perfecto en lo alto, sin el más mínimo cambio. Jack se bajó veloz como un rayo