Lylo, con su mirada fija en el vacío que dejó el Lord de los licántropos, sintió cómo el aire de la biblioteca se cargaba de una electricidad palpable. Las sombras parecían susurrar, llenando el espacio con un coro de secretos antiguos.—Si Lord Death hubiera sido mi verdugo... —la voz de Lylo era un hilo de seda que se deslizaba por la piel, provocando escalofríos—. No habría habido palabras, solo la fría finalidad de su toque... él habría desgarrado mi existencia sin un segundo pensamiento. Pero usted, mi señor, no es más que un eco de poder, algo tan débil... —la lucha interna entre su naturaleza vampírica y su espíritu lobo creaba una tormenta bajo su piel, una danza macabra de espasmos y distorsiones que deformaban su belleza en algo casi irreconocible—. ¡Es por eso que rechazo su corona, porque no necesito un monarca inútil y absoluto como usted!El rugido de Lylo se elevó, una sinfonía de ira y desafío que resonó en los confines de la biblioteca, haciendo temblar los cimientos
Bastian aún no había terminado su monólogo, ni remotamente. Apretó los cachetes de Lylo con una mano, deformando su rostro de una manera cómica y cruel.—¡Vi que cuando la lycan de un mate muere, el lazo de mates desaparece! —su voz era un susurro cargado de veneno—. ¡Por eso quise matarte!Lylo se estremeció bajo el firme agarre de Bastian, el miedo y la curiosidad bailando en sus ojos. La realidad parecía desvanecerse a su alrededor, los bordes de la habitación desdibujándose.—¿Quisiste matarme? —preguntó, su voz un hilo tembloroso en el aire cargado de tensión.Bastian movió la cabeza de Lylo de un lado a otro, sus ojos buscando respuestas en las profundidades de su alma.—Sí, quise matarte. Pero ni siquiera pude intentarlo correctamente. ¡Siempre te transformabas en Beltaine! —su tono se volvió casi melancólico—. ¡Así como lo estás haciendo ahora mismo!Lylo gruñó, la rabia burbujeando en su pecho. Ese humano, siempre obsesionado con esa pelirroja, ¡siempre ella!—¿Por qué, Basti
Los sentimientos son una maldita debilidad. Lylo lo sabía mientras observaba al humano frente a ella, su presencia una mezcla de fascinación y peligro palpable.Bastian agarró a Lylo del cuello, elevándola con firmeza hasta su altura, su mano apretando con una presión amenazante mientras sus ojos ardían con una intensidad salvaje.—Tú... eres peor que un animal. Una perra en celo—gruñó, su voz un rugido profundo que resonaba en la habitación como un trueno.Lylo respondió con una sonrisa desafiante, su cuerpo tenso pero su mirada desafiante, como si estuviera desafiando a la misma muerte.—¿Peor que un animal? Oh, cariño, eso es solo porque aún no has visto mi lado más salvaje —replicó con una risa juguetona, su voz llena de una promesa oscura y tentadora.Bastian apretó su agarre, sus dedos entrelazándose en el cuello de Lylo con una fuerza implacable.—¿Crees que esto es un juego? —susurró, su aliento caliente chocando contra la piel de Lylo, enviando escalofríos por su espalda—. No
—¡Atención todos! Este es un nuevo amanecer para la unidad; yo soy el alba de su nueva era—proclamó el hombre más alto, su voz retumbando con una mezcla de mando y misterio.—A partir de ahora, cada tic-tac de su reloj en estas instalaciones será registrado. Cada llegada, cada partida, cada ausencia... todo quedará plasmado en el papel—dijo, sus ojos escudriñando la sala como si pudieran leer las almas de los presentes.Beltaine sintió cómo la indignación se enroscaba en su pecho, una serpiente lista para atacar.—Espero que no haya disidentes entre ustedes. La colaboración no es opcional, es esencial—sentenció, asumiendo que su voluntad sería ley.Sin darle tiempo a más palabrería burocrática, Beltaine se deslizó entre la multitud hasta un rincón donde sus colegas formaban un remolino de cuchicheos y teorías. La indignación aún bullía en su interior, buscando una salida entre sus iguales.—¡Se ha esfumado del hospital como un fantasma en la niebla!—la exclamación de uno de sus colega
—¡Sí, ya estoy en casa! ¡Por los cielos, casi me matas del susto! —Beltaine se llevó una mano al pecho, su respiración entrecortada por el alivio repentino. Su ceño se frunció en una mezcla de confusión y sospecha—. Pero espera... ¿Cómo has entrado en mi santuario sin invitación?—¿Acaso tu alegría por verme te hizo olvidar tus llaves en el aire?—Kyrios se burló con una sonrisa maliciosa, recogiendo las llaves caídas como si fueran trofeos.—¿Qué tonterías estás diciendo ahora, insensato?—Beltaine agitó la mano, desechando la ocurrencia—. La cuestión de fondo es, ¿cómo sabías que era yo para abrirme justo en el momento preciso?El Alfa se enderezó, su hombro subiendo en un gesto de arrogancia.—La marca que nos une, aquí, en el cuello, me alerta de tu presencia, es como un llamado que resuena en mi ser cuando estás cerca... o en peligro.La incredulidad se pintó en el rostro de Beltaine, y Kyrios giró los ojos, claramente irritado por su escepticismo.—Bien, si eso no te satisface, ad
—Vamos, cabeza de fuego, no te angusties tanto —susurró Kyrios, su voz un ronroneo oscuro mientras acariciaba la oreja de Beltaine, sus dedos deslizándose suavemente por su cabello—. Tu amigo, siendo un mate falso, seguramente está con el lycan que lo marcó.—¿Estás seguro? —preguntó Beltaine, sus ojos chispeando entre la duda y la esperanza, un destello de incertidumbre nublando sus esmeraldas.—Confía en mí —Kyrios sonrió con un destello en los ojos, un destello que prometía tanto seguridad como misterio—. Ese lycan necesita a tu amigo para no quedar atrapado en este mundo. Así que, sin duda, él lo habrá sacado del hospital para rescatarlo. Relájate, Beltaine, todo estará bien…Beltaine dejó escapar un suspiro profundo, sintiendo el peso de las preocupaciones aligerarse apenas un poco bajo el toque reconfortante de su Alfa.—Sí, supongo que tienes razón —murmuró, recostándose más en el toque electrizante de Kyrios—. Pero no puedo evitar preocuparme por Bastian... es mi mejor amigo.
—Cabeza de fuego, escucha...—¡Será difícil si estoy sola! —Beltaine cortó cualquier excusa de Kyrios con un tono decidido—. Ya que estamos aquí, ve a Unirx y vuelve rápido. ¡Y no me digas que es por mi culpa, o que no puedes irte por cuidarme!Kyrios, con una sonrisa suave, tocó la nariz de Beltaine para calmarla y luego besó tiernamente su frente, dejándole claro cuánto la amaba.—De acuerdo, lo haré rápido.El Alfa comenzó a plantar pequeños besos en su cuello, deleitándose con el aroma irresistible de las feromonas de su compañera. Solo para él.—¿Puedes esperarme un poco? —Él quería asegurarse de que su pelirroja se sintiera tranquila antes de partir—. ¿Aguantar un rato?Beltaine suspiró, sintiendo la calidez de los besos de Kyrios en su cuello. Aunque quería mantenerse firme, no pudo evitar relajar un poco la tensión en sus hombros.—Si no puedes contenerte me lo tienes que decir, ¿Vale?Kyrios bajó hasta el estómago de Beltaine y la miró directamente a los ojos.—Voy a empezar
—Kyrios... —jadeó, sus dedos enredándose en el cabello de él—. No pares...Kyrios sonrió contra su piel, disfrutando de la respuesta de Beltaine. Continuó su descenso, sus labios y lengua explorando cada centímetro de su cuerpo. Sus manos se movieron con maestría, despojándola de la ropa que aún llevaba puesta, revelando la piel suave y cálida que tanto adoraba.Beltaine se mordió el labio, tratando de contener los gemidos que amenazaban con escapar. Pero era imposible resistirse a las caricias de Kyrios, a la manera en que él conocía cada rincón de su cuerpo, cada punto que la hacía temblar de placer.Cuando finalmente llegó a su destino, Kyrios tomó un momento para admirar la belleza de su mate. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, ambos supieron que estaban exactamente donde debían estar. Con un suspiro de anticipación, Kyrios comenzó a besar y lamer con una precisión que solo podía venir de años de amor y devoción.Beltaine gritó de placer, sus manos aferrándose a la manta