—¡Sí, ya estoy en casa! ¡Por los cielos, casi me matas del susto! —Beltaine se llevó una mano al pecho, su respiración entrecortada por el alivio repentino. Su ceño se frunció en una mezcla de confusión y sospecha—. Pero espera... ¿Cómo has entrado en mi santuario sin invitación?—¿Acaso tu alegría por verme te hizo olvidar tus llaves en el aire?—Kyrios se burló con una sonrisa maliciosa, recogiendo las llaves caídas como si fueran trofeos.—¿Qué tonterías estás diciendo ahora, insensato?—Beltaine agitó la mano, desechando la ocurrencia—. La cuestión de fondo es, ¿cómo sabías que era yo para abrirme justo en el momento preciso?El Alfa se enderezó, su hombro subiendo en un gesto de arrogancia.—La marca que nos une, aquí, en el cuello, me alerta de tu presencia, es como un llamado que resuena en mi ser cuando estás cerca... o en peligro.La incredulidad se pintó en el rostro de Beltaine, y Kyrios giró los ojos, claramente irritado por su escepticismo.—Bien, si eso no te satisface, ad
—Vamos, cabeza de fuego, no te angusties tanto —susurró Kyrios, su voz un ronroneo oscuro mientras acariciaba la oreja de Beltaine, sus dedos deslizándose suavemente por su cabello—. Tu amigo, siendo un mate falso, seguramente está con el lycan que lo marcó.—¿Estás seguro? —preguntó Beltaine, sus ojos chispeando entre la duda y la esperanza, un destello de incertidumbre nublando sus esmeraldas.—Confía en mí —Kyrios sonrió con un destello en los ojos, un destello que prometía tanto seguridad como misterio—. Ese lycan necesita a tu amigo para no quedar atrapado en este mundo. Así que, sin duda, él lo habrá sacado del hospital para rescatarlo. Relájate, Beltaine, todo estará bien…Beltaine dejó escapar un suspiro profundo, sintiendo el peso de las preocupaciones aligerarse apenas un poco bajo el toque reconfortante de su Alfa.—Sí, supongo que tienes razón —murmuró, recostándose más en el toque electrizante de Kyrios—. Pero no puedo evitar preocuparme por Bastian... es mi mejor amigo.
—Cabeza de fuego, escucha...—¡Será difícil si estoy sola! —Beltaine cortó cualquier excusa de Kyrios con un tono decidido—. Ya que estamos aquí, ve a Unirx y vuelve rápido. ¡Y no me digas que es por mi culpa, o que no puedes irte por cuidarme!Kyrios, con una sonrisa suave, tocó la nariz de Beltaine para calmarla y luego besó tiernamente su frente, dejándole claro cuánto la amaba.—De acuerdo, lo haré rápido.El Alfa comenzó a plantar pequeños besos en su cuello, deleitándose con el aroma irresistible de las feromonas de su compañera. Solo para él.—¿Puedes esperarme un poco? —Él quería asegurarse de que su pelirroja se sintiera tranquila antes de partir—. ¿Aguantar un rato?Beltaine suspiró, sintiendo la calidez de los besos de Kyrios en su cuello. Aunque quería mantenerse firme, no pudo evitar relajar un poco la tensión en sus hombros.—Si no puedes contenerte me lo tienes que decir, ¿Vale?Kyrios bajó hasta el estómago de Beltaine y la miró directamente a los ojos.—Voy a empezar
—Kyrios... —jadeó, sus dedos enredándose en el cabello de él—. No pares...Kyrios sonrió contra su piel, disfrutando de la respuesta de Beltaine. Continuó su descenso, sus labios y lengua explorando cada centímetro de su cuerpo. Sus manos se movieron con maestría, despojándola de la ropa que aún llevaba puesta, revelando la piel suave y cálida que tanto adoraba.Beltaine se mordió el labio, tratando de contener los gemidos que amenazaban con escapar. Pero era imposible resistirse a las caricias de Kyrios, a la manera en que él conocía cada rincón de su cuerpo, cada punto que la hacía temblar de placer.Cuando finalmente llegó a su destino, Kyrios tomó un momento para admirar la belleza de su mate. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, ambos supieron que estaban exactamente donde debían estar. Con un suspiro de anticipación, Kyrios comenzó a besar y lamer con una precisión que solo podía venir de años de amor y devoción.Beltaine gritó de placer, sus manos aferrándose a la manta
—¿Qué es eso? —preguntó Kyrios, esbozando una sonrisa mientras volvía a adentrarse en su compañera—. Yo sí escucho los ruidos que haces tú —dijo, fascinado, mientras sus ojos se clavaban en ella, observando cada movimiento—. Parece que tienes todo el tiempo del mundo hoy, ¿no? Incluso los ruidos del exterior te distraen…Kyrios notó cómo Beltaine se tocaba y luego apartaba rápidamente la mano de su clítoris. La miró con curiosidad, arqueando una ceja.—¿Por qué te detienes? —preguntó con un tono que mezclaba confusión y deseo.Beltaine gimió, moviéndose de manera desesperada, su voz temblorosa.—Es que… cada vez que estoy a punto de… tú dejas de tocarme aquí… —susurró, la frustración evidente en sus palabras.Kyrios frunció el ceño, sorprendido por su confesión.—¿Qué estás diciendo? —preguntó, mientras Beltaine luchaba por encontrar las palabras adecuadas—. Quiero decir… hace tanto tiempo que…El hombre lobo se mordió el labio inferior, tratando de no mostrar la ternura que sentía. P
Dentro, la niña se levantó lentamente, caminando de puntillas hacia la puerta. Puso su oreja contra la madera, escuchando el suave susurro de la tela del abrigo de alguien rozando la puerta. Suspiró aliviada al no escuchar ninguna conversación predicadora, pero seguía cautelosa.—¿Quién osa tocar a estas horas?—susurró para sí misma antes de elevar la voz como si hablara con alguien más—. ¡Ya voy, mamá, no te preocupes!—la puerta se abrió lentamente—. ¿Quién anda ahí?Cuando la rendija se amplió un poco, una mano con uñas esculpidas y medianamente largas se aferró a la puerta, impidiendo que se cerrara.—Tú, maldita criatura…—la doctora mostró una sonrisa siniestra mientras empujaba la puerta abierta—. ¿Aún te cuesta asumir tu papel de niña?—se rió con malicia, su voz resonando en el pasillo como un eco macabro.La niña dejó escapar una pequeña "O" con los labios, retrocediendo un paso, sorprendida por la inesperada presencia.—¿Melissa, eres tú?Melissa asintió con una sonrisa más af
—¿Qué onda, Melissa? Ambas sabemos que no apareciste solo para charlar sobre viejos tiempos —Seraphina miró fijamente a su amiga, con una expresión de preocupación.Melissa soltó un suspiro y se dejó caer en el cómodo sofá, su mirada perdida en el techo impoluto de la sala.—¿No ha habido ningún problema por tu lado en estos días? —preguntó con un dejo de curiosidad.—Si me preguntas eso, es porque algo sucedió contigo, ¿verdad? Entonces, ¿qué pasó? —Seraphina se sentó frente a su amiga, lista para abordar cualquier tema serio.Melissa dejó escapar una risa amarga mientras recordaba los eventos recientes.—Ah, ¿de mi lado dices? Bueno, resulta que mi cabeza fue arrancada de mi cuerpo para luego ser usada como adorno de mesa. Solo algunas pequeñas dificultades, ya sabes… —comentó con sarcasmo, su tono lleno de desdén.Seraphina frunció el ceño, sorprendida por la revelación.—¿Tu cabeza como adorno de mesa? ¿Qué demonios significa eso?—Pues resulta que hay un loco que apareció de la n
—Te lo juro por lo más sagrado, mi nombre es el que resuena en las leyendas.Melissa le lanzó una mirada llena de escepticismo, procesando lentamente las palabras de Seraphina.—Siempre supe que andabas en algo gordo en Unirx, pero jamás imaginé la magnitud.—Créeme, pensé que todo se desvanecería si yo me apartaba—Seraphine encogió los hombros con resignación—. Por eso me quedé de piedra al ver esos lazos de mates floreciendo en el mundo humano.—Es de no creer, están tirando tus inventos por doquier—Melissa asintió con una mezcla de admiración y preocupación.—Al ver esas marcas rondando estos rincones, me dije a mí misma...—Seraphina se llevó una mano a la frente en un gesto dramático, apoyando luego la cabeza sobre sus rodillas, sollozando—. Si caigo en sus garras ahora, estoy frita...Melissa entrelazó sus dedos, mirándola fijamente.—Ni más ni menos, ¡tienes toda la razón!Seraphina lanzó una mirada que podría congelar el infierno, mientras Melissa se encogía de hombros con indi