—¡Maldición! —exclamó Beltaine, su voz un susurro que se deslizaba por las paredes como una sombra. Se dejó caer sobre la cama, su cuerpo un peso muerto, abrumado por la preocupación que la asfixiaba. La ausencia de Kyrios era una cadena fría y pesada alrededor de su corazón—. Ese condenado lobo... sin un maldito teléfono. ¿Cómo se supone que lo encuentre en esta inmensidad?Sus ojos, dos brasas en la oscuridad, se fijaron en la pared frente a ella, mientras su mente se perdía en un laberinto de pensamientos oscuros y temores. Cada recuerdo de Kyrios era una estaca que se clavaba en su alma, cada momento compartido un suspiro que se convertía en un grito en su interior.—Kyrios, Bastian... ambos me tienen al borde del abismo —susurró, sintiendo cómo una presión invisible le aplastaba el pecho, una mano espectral que estrangulaba su corazón con dedos gélidos. El día había sido una sombra que se cernía sobre ella, y la marca en su muslo, un recordatorio de promesas y pactos, ardía como
—Desoíste mis ruegos y te desvaneciste en su sombra, junto con aquel—la voz del lycan era un eco de desolación, tan palpable como la sangre que se extendía como un manto carmesí bajo los pies de la pelirroja.—¡Por los cielos! ¡Sosiégate! ¡Mil disculpas, está bien? —Beltaine irrumpió con una vehemencia que destilaba una mezcla de exasperación y ansiedad—. Antes que nada, vamos a sanar esas heridas que te afligen, después, si el destino lo permite, resolveremos tus penas, ¿me oyes? Tu aspecto me atormenta, pareces un alma en pena.Kyrios, sumido en su abismo de dolor, se tambaleaba al borde de la oscuridad. Con un arrebato repentino, recorrió con su lengua el cuello de Beltaine y le asestó una mordida despiadada, sellándola con el lazo de mates, un pacto de sangre y eternidad. Uno sagrado, ancestral e irrompible.Beltaine experimentó la invasión de los colmillos del Alfa, un tormento que se transformó en un éxtasis arrollador que surgió de las profundidades de su ser. Un calor que le e
El agua golpeó su rostro, arrancando a Kyrios de las garras del desmayo. Parpadeó, desorientado, mientras el líquido elemento se deslizaba por su piel, devolviéndole poco a poco al mundo consciente.Levantó la vista, sintiendo el chorro persistente de la ducha. Frunció el ceño, una pregunta retumbando en su mente. ¿Acaso se había desplomado? Vaya papelón. Había exterminado sin descanso a cada uno de esos licántropos rebeldes y despiadados que se cruzaban en su camino. Pero, ¿qué era ese hormigueo que le recorría el cuerpo?Un temblor le sacudió de la cabeza a los pies, y bajó la mirada, buscando la fuente de su inquietud.¿Qué demonios estaba sucediendo?La vista tan erótica que encontró, lo dejó completamente sin aliento. Era Beltaine, que estaba subida a él, con la camisa mojada y pegada al cuerpo intentando empalarse a sí misma. Su cuello aún sangraba por la mordida que él mismo le dió.El rostro y el cuello del lycan se enrojecieron. Los gemidos de la pelirroja llenaban el baño co
—Imagina si te hubieras ido... ¿Qué habría sido de mí?—Beltaine dejó caer la mirada, su voz temblaba como una llama en el viento, mientras el Alfa aún sostenía sus manos con firmeza. Sus ojos destellaban con una intensidad desgarradora, como si contuvieran un océano de emociones punto de desbordarse—. Me habría sumidoen la oscuridad más profunda, arrastradapor las olas de la soledad hasta ahogarme en el abismo del vacío…—¿Cabeza de fuego?—La confusión sereflejaba en los ojos de Kyrios, quienobservaba a la pelirroja con una mezcla de preocupación y desesperación.—Este dolor... esta angustia que meconsume desde adentro…—Beltaine seestremeció, aferrándose a su cabeza como si intentara contener una tormenta en su interior. Su voz resonaba con un eco de desesperación y lucha interna—. He luchado con todas mis fuerzas por mantenerlo enterrado, pero ahora…—¡Cabeza de fuego!—Kyrios envolvió aBeltaine en un abrazo firme, marcando su cuello con una mordida que transmitía unmensaje de
—¡Libérame ahora mismo! —gritó Beltaine, su voz temblorosa y su rostro escondido bajo las sábanas, ocultando el rubor que aún teñía sus mejillas por las palabras apresuradas que había soltado antes del amanecer.Kyrios, sin poder contener un torrente de risas, observaba la fortaleza de tela que ella había construido a su alrededor.—Si insistes en este juego, no me dejas otra opción... —declaró con un tono juguetón, y con un gesto teatral, levantó las sábanas de un tirón, capturando en sus brazos a su evasiva compañera—. ¡Atrévete a acercarte más, oh feroz llama de cabellos ardientes!—¡Kyrios, detente! Esto no es un juego —exclamó Beltaine, flotando en el aire por un instante antes de aterrizar contra el firme pecho del hombre lobo.—Capturada y sin salida, querida —dijo él, su sonrisa amplia, desplegando una arrogancia juguetona que iluminaba su rostro—. Parece que los hilos del destino han decidido unirnos irrevocablemente, y no hay laberinto que pueda ofrecerte escapatoria.Enreda
—Para tirar de esa movida, necesitas devorar licántropos que estén a la altura, ¡pero agárrate que ahí viene el twist! No hay ni un puto licántropo en este mundo que me llene el plato.Beltaine asintió con intensidad, sus ojos prendidos a las palabras de Kyrios como si fueran la última pista para resolver un misterio.—Al principio, eran escasos como pepitas de oro en la arena, y la situación sigue igual, con nosotros haciendo guardia en la puerta de Unirx. Y ahí va la cereza en el pastel—el lobo levantó un dedo—. Si me equivoco de licántropo y me encuentro con uno más duro que las piedras, me como mis propias palabras, literalmente. —La pelirroja arqueó ambas cejas, sorprendida—. Así que ya ves, ¡es un riesgo que no estoy dispuesto a correr!Kyrios soltó un gruñido profundo, como si el simple recuerdo le causara una jaqueca monumental.—Solo de pensar en eso, me empieza a martillar el cerebro.—Hmm... —la pelirroja dejó escapar un suspiro musical antes de dejarse caer en el regazo de
Beltaine quedó momentáneamente en blanco, sumida en un torbellino de pensamientos sobre cómo rescatar a su Alfa de la situación crítica en la que se encontraba. ¿Cómo diablos podría sacar esa hoja de espada vampírica que se había clavado tan profundamente en el cuello de Kyrios?Tan absorta estaba en sus cavilaciones que ni siquiera oyó el llamado del hombre lobo.—¿Cabeza de fuego?Silencio.—¿Beltaine?Nada.—¡Beltaine!Parecía que la pelirroja se había adentrado en un universo paralelo.Entonces, con la velocidad de un rayo, Kyrios le arrebató la copa de vino añejo de las manos y, con una determinación feroz, se abalanzó sobre ella, decidido a captar su atención de una manera más... física.Beltaine soltó un chillido, tratando de defenderse, pero era como luchar contra una tormenta contra el asalto de cosquillas de Kyrios.—Oye, llama de fuego...—Kyrios no iba a darse por vencido hasta asegurarse de que Beltaine lo escuchara claramente—. ¿Estás ahí?—Te... estoy escuchando...—Belta
Beltaine mascullaba entre dientes, cada palabra salía como un gruñido mientras intentaba encontrar una posición cómoda en su asiento.—¡Ese Alfa desgraciado!—exclamó con una mezcla de dolor y burla, ajustándose en el asiento como si pudiera escapar de su propia piel.Los costados le ardían y el vientre le palpitaba, recuerdos risueños de las cosquillas salvajes del licántropo. Marcas moradas decoraban su piel, testimonio de un agarre tan firme como inesperado.—Por su culpa, estoy hecha un mapa de dolores. ¡Maldito sea!Con meticulosidad, continuó abrillantando sus botas de agente especial, cada movimiento calculado para evitar un nuevo estallido de dolor.—Por momentos, es un caballero conmigo... ¡y al siguiente, se convierte en el mismísimo demonio encarnado!—Se llevó una mano a la frente, buscando alivio en el gesto—. Me tiene al borde del colapso...Un suspiro se le escapó, pesado como el plomo.—Decídete, ¿eres el malo o el bueno? No puedes jugar a ser ambos, ¡ya no estás en la p