—Escucha, me voy a sumergir en el reino de Morfeo, así que no me rompas las esferas celestes, ¿me sigues? —La pelirroja lanzó esta advertencia al hombre lobo con una voz que no admitía réplica, mientras se dirigía con paso decidido hacia su santuario nocturno.A punto de cruzar el umbral sagrado de su dormitorio, Kyrios se materializó ante ella como un espectro, bloqueando su paso con una mano que parecía tallada en mármol.—Entonces, mi querida dama, yo también me rendiré a los brazos de Hypnos.Beltaine retrocedió, sus ojos abiertos como platos en una mezcla de sorpresa y consternación.—¿Qué diantres...? —giró sobre sus talones, enfrentándose al Lord de los lycans con una mirada que lanzaba dardos envenenados—. ¿Qué mosca te ha picado para seguirme?Con una sonrisa traviesa, Kyrios sacó la lengua, un gesto tan inesperado como desarmante—. Dime, preciosa, ¿dónde pretendes que me acomode para soñar con las estrellas? Porque en este cuarto, solo veo una cama digna de los dioses.La pe
Con una carcajada que resonó en las paredes de la habitación, Kyrios lanzó a Beltaine sobre la cama, su gesto teatral añadiendo un aire de dramatismo. Mientras ella aterrizaba entre los almohadones, él le guiñó un ojo, una sonrisa traviesa adornando su rostro. —Relájate, mi querida Beltaine, esto no es más que un juego entre nosotros, un pequeño teatro de las pasiones.Beltaine, con los cabellos esparcidos como llamas sobre la almohada, miraba a Kyrios mientras este se inclinaba hacia ella. La atmósfera se cargaba de una tensión palpable, la electricidad del momento zumbando en el aire.—Ah, pero qué delicioso dilema—Kyrios murmuró, su voz un ronroneo suave que vibraba con promesas no dichas—. Parece que la evidencia de mi deseo por ti es más que obvia, ¿no te parece?—Su tono era juguetón, pero sus ojos ardían con una intensidad feroz.El corazón de Beltaine latió con fuerza. —¿Cómo es posible esto, Kyrios?—preguntó, su voz un susurro de fascinación y duda—. Hace un momento estábamo
Beltaine se levantó con cuidado de la cama, su cuerpo protestando cada movimiento con dolores que resonaban desde su espalda hasta su entrepierna. Cada paso era un recordatorio punzante de la pasión desenfrenada de la noche anterior, y no pudo evitar gemir y estremecerse, una sinfonía de quejas que escapaban de sus labios entre dientes.Con las manos temblorosas, exploró los rincones doloridos de su cuerpo, deseando fervientemente que no hubiera sufrido ninguna lesión grave en medio de la vorágine de placer. Pero la certeza del dolor le recordaba lo contrario, y se maldijo por haberse dejado llevar tan completamente.Alcanzó el lado de la cama con un gesto cauteloso, solo para descubrir algo suave y cálido ocupando el espacio. Al girar la cabeza, se encontró con la visión plácida y profundamente dormida del maldito hijo de perra del hombre lobo. Una oleada de incredulidad y furia se apoderó de ella.—¿Qué diablos hace ese hijo de puta aquí, a mi lado?—murmuró entre dientes, su voz car
La elegante mujer se mantuvo imperturbable ante la mirada escrutadora del recién llegado, pero su expresión se transformó en una mezcla de confusión y cautela cuando escuchó su pregunta cargada de sarcasmo.—¿Te gusta vivir en el mundo de los humanos?—El tono del recién llegado dejaba en claro que sabía algo que ella aún no había percibido. Su voz, modulada por el metal, resonó en la habitación con una intensidad ominosa.Al levantar una elegante ceja en respuesta, la mujer estaba a punto de replicar con un comentario sarcástico cuando su mirada cayó sobre el cuerpo del visitante. Fue entonces cuando notó las sutiles pero evidentes modificaciones cibernéticas que adornaban su forma humana.—¡Dios santo!—gritó hacia los humanos que no dejaban de charlar en la recepción. Demás ruidos para sus oídos ultra finos y desarrollados—. ¡Cierren el puto pico!La sorpresa paralizó momentáneamente la respuesta de la mujer, y antes de que pudiera recuperarse, el cyborg actuó con una rapidez que la
La mujer exhaló con cansancio mientras enfrentaba al imponente cyborg frente a ella, su voz resonando con un tono agotado pero desafiante—. Hoy ha sido un desastre desde el principio. Empecé temprano y cada minuto que pasa, todo parece empeorar. Y ahora, aquí estás tú, añadiendo más leña al fuego con tus estúpidas travesuras.Sus ojos chispeaban con una mezcla de frustración y desdén mientras observaba al cyborg con una mirada penetrante. —¿En serio crees que es el momento oportuno para tus juegos infantiles? ¿No puedes ver que no tengo tiempo ni paciencia para tus tonterías en este preciso momento?La electricidad estática llenaba la sala, creando una atmósfera cargada de tensión y peligro. El cyborg gruñó con ferocidad, sus circuitos internos zumbando con ira mientras sus ojos brillaban con una intensidad amenazadora—. ¿Te crees muy valiente, mujer? ¿O solo estás tratando de ocultar el miedo que sientes hacia mí?La mujer se enderezó con determinación, su postura desafiante a pesar
—¡Ya te había advertido que no lo hicieras! —exclamó la mujer con una elegancia que desmentía su furia. Dejando de lado su compostura habitual, se lanzó hacia el cyborg con la agilidad de una pantera, sus manos cortando el aire, buscando conectar su golpe.El cyborg, con una risa que resonaba con un timbre metálico, se deslizó fuera del alcance con una pirueta aérea, flotando por encima de ella con una gracia antinatural.—Intenta atraparme si puedes, ¡bruja desdichada! —la provocó, con un brillo burlón en sus ojos sintéticos.La mujer, cuyos ojos se estrecharon hasta convertirse en dos rendijas calculadoras, se quedó inmóvil por un instante, sorprendida por la destreza del cyborg. Podía sentir la energía pulsante emanando de su enemigo, una mezcla inquietante de máquina y hombre que desafiaba la naturaleza misma.La batalla entre la mujer y el cyborg se intensificaba con cada movimiento, cada uno más ágil y calculado que el anterior. El cyborg, con su cuerpo de acero y circuitos, lan
—¡Ah, maldito hijo de puta! ¡Suelta mi pierna!—la mujer se mantenía firme, su postura desafiante, una estatua de ira ante la adversidad mecánica. Su elegancia no se veía mermada por el temor, sino avivada por una furia ardiente mientras se retorcía del agarre del cyborg, en donde éste la estaba comiendo en la pierna.—Como esa maldita pelirroja no está aquí para divertirme, voy a tener que agarrarte a ti como mi juguete, jugar contigo y comerte hasta tu muerte…—¡Eres imposible! —exclamó la mujer, con voz potente, cargada de incredulidad—. ¡No eres más que un montón de chatarra sin sentido del gusto!El cyborg, con sus engranajes y circuitos expuestos, continuaba su acción con una precisión quirúrgica, sus dientes metálicos cerrándose sobre la pierna de Marina como si estuviera degustando un manjar.—¡Qué disparate más grande! —exclamó ella con una rabia que casi podía verse vaporizándose—. ¡Ni siquiera tienes papilas gustativas!Su grito fue desgarrador, un eco de terror puro, cuando
La nueva llegada arrugó la nariz con una expresión de total desagrado.—¿Qué demonios se supone que está haciendo? ¿Buscando un souvenir o qué?—Oh, claro, porque todos sabemos que una cabeza cortada es el recuerdo perfecto de una buena noche —respondió la otra con un tono sarcástico, mientras inspeccionaba el cadáver con desdén.Desde el fondo, la tercera figura, con una mirada de desaprobación, negó con la cabeza ante el espectáculo grotesco que tenían delante.—No importa qué haya cogido como prueba, puedo arreglarlo sin problemas—dijo con tranquilidad, asegurándose de no manchar sus impolutos zapatos de médico con ningún rastro de la escena—. Pero, ¿hay algo más que necesite saber?La primera asintió con energía, mostrando sus manos manchadas de un líquido viscoso blanco.—Eureka, encontré esto regado por ahí...—¡Espera!—la otra casi tuvo un ataque de arcadas—. No necesito una descripción gráfica, gracias.—¡A sus órdenes, jefa!Una tercera figura, ataviada con bata, se acercó al