Capítulo 50

—¡Ah, maldito hijo de puta! ¡Suelta mi pierna!—la mujer se mantenía firme, su postura desafiante, una estatua de ira ante la adversidad mecánica. Su elegancia no se veía mermada por el temor, sino avivada por una furia ardiente mientras se retorcía del agarre del cyborg, en donde éste la estaba comiendo en la pierna.

—Como esa maldita pelirroja no está aquí para divertirme, voy a tener que agarrarte a ti como mi juguete, jugar contigo y comerte hasta tu muerte…

—¡Eres imposible! —exclamó la mujer, con voz potente, cargada de incredulidad—. ¡No eres más que un montón de chatarra sin sentido del gusto!

El cyborg, con sus engranajes y circuitos expuestos, continuaba su acción con una precisión quirúrgica, sus dientes metálicos cerrándose sobre la pierna de Marina como si estuviera degustando un manjar.

—¡Qué disparate más grande! —exclamó ella con una rabia que casi podía verse vaporizándose—. ¡Ni siquiera tienes papilas gustativas!

Su grito fue desgarrador, un eco de terror puro, cuando
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