La nueva llegada arrugó la nariz con una expresión de total desagrado.—¿Qué demonios se supone que está haciendo? ¿Buscando un souvenir o qué?—Oh, claro, porque todos sabemos que una cabeza cortada es el recuerdo perfecto de una buena noche —respondió la otra con un tono sarcástico, mientras inspeccionaba el cadáver con desdén.Desde el fondo, la tercera figura, con una mirada de desaprobación, negó con la cabeza ante el espectáculo grotesco que tenían delante.—No importa qué haya cogido como prueba, puedo arreglarlo sin problemas—dijo con tranquilidad, asegurándose de no manchar sus impolutos zapatos de médico con ningún rastro de la escena—. Pero, ¿hay algo más que necesite saber?La primera asintió con energía, mostrando sus manos manchadas de un líquido viscoso blanco.—Eureka, encontré esto regado por ahí...—¡Espera!—la otra casi tuvo un ataque de arcadas—. No necesito una descripción gráfica, gracias.—¡A sus órdenes, jefa!Una tercera figura, ataviada con bata, se acercó al
Kyrios sostuvo el pequeño objeto en forma de palo entre sus manos, cerrando los ojos con concentración. Una brisa suave comenzó a mecer su cabello mientras su magia cobraba vida en el aire.Una energía vibrante comenzó a emanar del objeto, envolviéndolo en un resplandor centelleante. Los colores del arco iris danzaban a su alrededor, como si fueran destellos de luz atrapados en un remolino mágico.El viento se intensificó, agitando las hojas de los árboles cercanos mientras la magia de Kyrios alcanzaba su punto máximo. El pequeño guardián parecía cobrar vida propia, vibrando con energía y anticipación.—¡Caramba, esto es como una escena salida de una película de ciencia ficción! —exclamó Beltaine, sus ojos centelleando con una mezcla de asombro y emoción desbordante.Kyrios se permitió una sonrisa ante la reacción exuberante de la pelirroja, sabiendo que estaba a punto de presenciar algo verdaderamente extraordinario.—Sabes, no tienes que quedarte si no quieres. Esto puede ser un poc
Beltaine se estremeció, un torbellino de sorpresa y miedo bailando en sus venas. ¿Cómo podía ser tan pesada una simple espada? ¡Por poco y le machaca los dedos!Lo que más le sorprendía, sin embargo, era cómo Kyrios manejaba ese monstruo de metal con una mano como si nada.—¡Vamos, cabeza de fuego! —Kyrios ya estaba a su lado, agachado con una velocidad sobrehumana—. Vas a acabar en el hospital si sigues jugando a la guerrera conmigo. ¿Qué demonios pensabas al arrebatarme la espada así, eh?—Ghh—Beltaine apenas articuló un gemido—. Esto es de otro mundo…—Y literalmente.Sin esfuerzo, Kyrios recogió la espada del suelo. Aunque Beltaine aún se aferraba al mango, él la alzó, levantándola con ella colgando del aire.De repente, estaban casi rozando narices, respirando el mismo aire cargado de tensión. El aliento de Kyrios tenía un dulce toque de misterio que hacía que su cabeza girara. La situación se cargó de una electricidad palpable.Intentando, aunque fuera en vano, resistirse al hec
—¡No voy a perder ni un segundo esperando a que te decidas! —exclamó la pelirroja con una chispa desafiante en sus ojos.Al terminar su frase, Beltaine se lanzó hacia sus objetivos con una destreza y rapidez que dejaron al hombre lobo preguntándose si era su primera vez empuñando una espada.El hombre lobo estaba genuinamente sorprendido. Levantó las cejas con incredulidad.—¡Eso es! —gritó él, sobre el estruendo de la batalla para hacerse escuchar—. ¡Me encanta tu entusiasmo!La pelirroja simplemente soltó una carcajada y se concentró en sus oponentes mágicos, cortándolos y apuñalándolos sin piedad.—Siempre he sido una virtuosa en estas artes, ya sea en el cuerpo a cuerpo, en la distancia o en el tiro al blanco. Como agente de las fuerzas especiales, he perfeccionado mi habilidad. Trabajar con la policía es solo parte de mi castigo por ser demasiado buena en lo que hago.El hombre lobo no podía creer que su compañera estuviera pronunciando esas palabras y aún así mantuviera su conce
—¿Te sientes como si hubieras resucitado? ¿Crees que puedes ponerte de pie sin titubear?—La espada desapareció, Kyrios... No pude acabar con el último objetivo porque la espada volvió a ser el guardián de palo. El maldito palito.—Cabeza de fuego, estuviste al borde de cruzar al otro lado, ¿y eso es todo lo que te preocupa?—Ya te agradecí por salvarme la vida... —La pelirroja frunció el ceño—. Bueno, gracias por casi mandarme al más allá, porque fue tu magia la que lo causó.Kyrios bajó la mirada hacia la pelirroja en sus brazos, y lo que vio le encendió las mejillas hasta la raíz del cabello. Desde su posición, encima de ella, podía vislumbrar su escote y más allá.Maldita sea, está perdiendo la cabeza, apenas la mira y ya se siente como si estuviera en llamas. Tragó saliva con dificultad.—¿Por qué respiras tan agitado? —Beltaine se preocupó al notar que el hombre lobo estaba jadeando—. ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?El hombre lobo no respondió, pero se puso aún más rígido al sentir e
—No quiero que esto suceda aquí. ¡Déjame en paz! ¿Estás siquiera escuchándome?—Oh, parece que la situación se está poniendo interesante. Está bien, si así lo prefieres, buscaremos una alternativa.El tono que empleó para eso envió escalofríos por la columna de la pelirroja, haciendo que su corazón se acelerara.—¿Qué? ¿Qué diablos estás tramando? Antes de que...Las palabras de Beltaine se ahogaron cuando el Alfa se arrodilló empleando una sola rodilla y la puso boca para abajo sobre la rodilla que estaba levantada. La tenía en una posición de humillación y sumiso, como cuando su madre la ponía de esa manera para castigarla por las travesuras que cometía. La estaba a punto de doblegarla en sumisión total.—¡Ah! —gritó al sentirse forzada en esa posición, su mente trabajando a toda velocidad para entender lo que estaba sucediendo—. ¡Escúchame! ¿Qué demonios estás haciendo?¡El maldito lobo no está prestando atención!Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando el hombre lobo le baj
—¡Gira aquí, por Mercurio y todos los dioses veloces! ¡A la derecha, en esta maldita rotonda! —exclamó la pelirroja con un tono que mezclaba urgencia y exasperación.Kyrios, con la figura de Beltaine colgando de su espalda, avanzaba con paso firme. La pobre no podía ni con su alma después del tute que le había dado el licántropo.—Lo siento… —balbuceó el Alfa, intentando por enésima vez desde que ella recobró la consciencia, encontrar las palabras para enmendar su error. Con voz ronca y temblorosa, intentaba romper el muro de silencio que se había erigido entre ellos. Sus ojos, profundos como abismos, suplicaban clemencia. Pero Beltaine no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente.Ella, aferrada a su orgullo y a la espalda de Kyrios, dejó escapar un suspiro que resonó en la noche como un lamento ancestral. El viento, cómplice de su tormento, agitó sus cabellos rojos como si quisiera arrancarle las palabras de la garganta. Replicó sin verle la cara:—Si vas a hablar, que te escuche hast
—Escucha, bribón, si se te ocurre volver a hacer esa locura, te aseguro que te convertirás en historia, en un susurro entre las sombras. Y yo, ¡ay de mí!, me arrastraré al infierno contigo, porque no descansaré hasta que mi acero baile la danza de la muerte en tu piel. ¿Comprendes la gravedad de mis palabras, o necesitas que te haga un dibujo?—Sí, sí, lo tengo más claro que el agua cristalina de un manantial —El Alfa exhaló un suspiro, uno que parecía llevarse consigo el peso del mundo.Pero entonces, ¿cuál era esa sensación que le invadía? Ese ardor en su pecho, como si un dragón despertara en su interior. No hay tiempo que perder, debe buscar remedio para esa herida que amenaza con silenciar el latido de su vida. Debe encontrar a un sanador, un médico de los antiguos, alguien que entienda de pócimas y conjuros para el alma. ¡Y debe ser ya!—¡Vamos, Kyrios! ¿Cómo anda el pequeño guardián de madera? ¿El bastoncito?—exclamó de repente, hurgando con ansias en el bolsillo de su abrigo p