—Nathan, me tengo que ir —murmuré mientras me ponía de pie, mirando el reloj en la mesita de noche de madera. Eran las 4 de la mañana, tarde para estar aquí. La luz de la lámpara era suave, daba un ambiente medio triste medio y reconfortante.—Alondra, odio las despedidas y odio que tengas que irte. Todo por ese tipo maldito —dijo mientras me abrazaba por detrás y me daba un beso en el hombro.—¿Te dan celos, Matute? No tengo síndrome de Estocolmo, no te preocupes. Te ves lindo cuando estás celoso, mi Matute —le respondí, sintiendo mi corazón latir más rápido.—No estoy celoso, solo que no me gusta que él te toque. Eres mi chica —me dijo con ternura, y luego soltó una risita mientras me acariciaba la mejilla.Después, anunció que se iba. Por un momento, pensé que estaba bromeando, que no se iba a ir. Pero su cara seria lo confirmó. «¿Me dejará?» No puedo quedarme sola con ese tipo.—No te vayas —le supliqué, tratando de no parecer muy débil.—Tengo un trabajo en otra ciudad y me teng
Aprovechando la información que Ana me proporcionó sobre la tumba vacía registrada a nombre de Strella Mayer, desplegué mis habilidades como hacker para acceder a los estados de cuenta de Gabriel desde mi ordenador principal.Descubrí una serie de pagos importantes a un internado en Georgia. Al profundizar en la investigación, un informante reveló que una de las niñas inscritas tenía el apellido Mayer. Mientras él avanzaba un paso, yo ya había dado dos, trazando un plan para manipular la situación a mi favor.Informé a los guerrilleros en esa ciudad sobre la presencia de hijos de magnates empresariales en el internado. Este movimiento, calculado con precisión, distraería a Gabriel cuando descubriera el secuestro de su hija. Previsiblemente, pronto exigirían un rescate por ella, lo que además de mantener ocupado a Gabriel, serviría para debilitar esa organización criminal. También tendría el efecto secundario de alejar a Gabriel de Alondra, cumpliendo así con mi doble objetivo.Des
El discurso del diputado fue, como siempre, lleno de promesas de campaña y demás, mientras su esposa cargaba entre sus brazos a su pequeña hija y el niño estaba parado al lado de ella, tomándole la mano. Siempre aparentando ser la familia ejemplar, pero ella no se veía tan feliz, eso lo sabía yo.Ana parecía muy atenta al discurso, lo cual despertó mi curiosidad.—No sabía que te interesaba la diplomacia —le pregunté a Ana, tratando de saciar mi intriga.—No, pero Nethan y yo tenemos nuestras sospechas de que el diputado no es lo que aparenta —respondió Ana en un tono bajo y enigmático.—Es amigo de Gabriel, así que no creo que sea lo que aparenta —comenté.—¿Son amigos? —preguntó Ana con sorpresa en su voz.—Sí, creo que tienen algunos negocios juntos, junto a una psicóloga de apellido Santillán. La empresa de Gabriel se encarga de la fabricación de fármacos, la heredó de sus padres, y creo que Alexander es socio o algo así. La verdad es que no sé mucho del tema, ya que no le daba im
—¿Muerta? —Él dio unos pasos hacia atrás, aparentemente negándose a aceptar esa suposición, su rostro mostraba una mezcla de incredulidad y desesperación.—¡No puede ser! —exclamó con angustia en su voz. —Mi hija no puede estar muerta.El oficial de policía intentaba mantener la compostura frente a la desesperación de Gabriel.—Señor, si esa niña es su hija... Si lo es, puede pasar a recoger su cuerpo a la morgue —le dijo el oficial.No imaginé en ningún momento que él se preocuparía tanto por su hija.Simplemente se quedó mirando fijamente aquella imagen, y luego sus labios esbozaron una sonrisa nerviosa. No sabía si estaba feliz o simplemente incapaz de expresar sus sentimientos.—Venga conmigo, lo llevaré a la morgue —le ofrecí al ver su gesto perdido.Me miró intensamente, como si me culpara de alguna manera por la muerte de su hija.Desvié la mirada y di media vuelta, comenzando a caminar hacia la morgue con él siguiéndome de cerca.En ese momento, sentí una furia incontrolable y
—Ya te mostré mi placa y, además, te dije que conozco a tu madre. Puedo llevarte con ella para que puedas decirle todo lo que tu papá te ha dicho. Sé que ella se encargará de desmentir cada palabra que ha salido de su boca y demostrarte que te ama —expresé con calma, tratando de transmitir confianza a la pequeña.—Gracias, pero no. Me quedaré en este lugar hasta que papá venga por mí —respondió Strella, con convicción en su voz, aunque sus ojos reflejaban incertidumbre.—¿En verdad quieres quedarte en este sitio? —pregunté con curiosidad, notando su mirada perdida mientras observaba a su alrededor.Ella giró la cabeza, observando desconcertada todo el lugar. No parecía saber dónde estaba, pero cuando se dio cuenta de que estábamos en la morgue, dio un brinco y se refugió en mis brazos.—Fantasmas —gritó la pequeña mientras temblaba, sus palabras cargadas de miedo y angustia.Sonreí de lado y la abracé con ternura, sintiendo su tembloroso cuerpo. Con cuidado, la llevé fuera de ese lúgu
Sonreí al contemplar a la pequeña Strella devorando con gusto su desayuno de hot cakes, decorados con rodajas de plátano y manzana, acompañados de un delicioso vaso de Chocomilk que desaparecía rápidamente entre sus pequeñas manos.—¿Estás lista para irnos? —pregunté con una sonrisa, observando cómo Strella daba el último bocado con entusiasmo.Strella asintió emocionada, sus ojos brillando con alegría y anticipación.—¡Sí, novio de mi mamá, ya estoy lista! —exclamó con entusiasmo, su voz llena de energía y emoción, mientras mostraba una sonrisa radiante que iluminaba su rostro.Tomé su maleta y salimos juntos hacia el aeropuerto, sumergidos en una burbuja de emoción y anticipación por lo que nos esperaba.Durante el vuelo, disfrutamos de una agradable conversación en la que Strella me contó emocionada sobre su escuela, sus amigos y sus juegos favoritos. Su charla era como una ráfaga de energía que llenaba el espacio, haciéndome sonreír ante su entusiasmo contagioso.El tiempo pasó rá
—Strella, mi amor, ¿podrías tomar un poco más? —le susurré con ternura, alentándola a terminar su desayuno mientras luchaba contra su típica falta de apetito matutino. Después de algunos intentos, logré persuadirla, y me llené de alegría al ver cómo saboreaba cada bocado con deleite.Nathan, sentado a nuestro lado, observaba la escena con una sonrisa cálida, alternando su atención entre nosotras y la vista del jardín a través de la ventana, como si estuviera disfrutando de un tranquilo momento familiar.—Mamá, voy a darme un baño —anunció Strella, levantándose de la mesa.—¿Quieres que te acompañe, cariño? —le ofrecí, preocupada por su seguridad.Ella sacudió la cabeza con firmeza, mostrando su creciente independencia.—No, mamá, puedo hacerlo sola. Ya no soy una niña —respondió con orgullo en su tono, antes de dirigirse hacia las escaleras.Sus palabras resonaron en mi interior, dejando un peso en mi corazón. Me invadió un sentimiento de remordimiento al recordar los años perdidos y
Por la mañana, me deslicé silenciosamente fuera de la cama mientras Gabriel aún dormía profundamente.Con cuidado, retiré la sábana y me acurruqué a su lado desnuda, colocando su brazo alrededor de mí. Mis movimientos lo despertaron y, al abrir los ojos, lo recibí con una sonrisa cálida.—Hola, cariño —susurré, esperando que mi ternura ocultara la turbulencia interna.Gabriel me miró sorprendido, sus ojos aún nublados por el sueño reflejaban confusión.—¿En verdad estuviste conmigo? —preguntó, con curiosidad vibrante en su voz.—Sí, mi amor. Te dije que te amo —respondí con dulzura, deseando que mis palabras no sonaran a mentira evidente.Él me atrajo hacia su lado con un beso apasionado, aunque yo ocultaba mi repulsión detrás de un gesto afectuoso.—Amor, ahora no puedo. ¿Has visto la hora? Tengo un examen importante. Me encantaría quedarme más tiempo en la cama contigo y hacer travesuras, pero no puedo arriesgarme a reprobar por faltar —expliqué, cubriéndome con la sábana mientras m