Me encuentro acostada en la cama mirando las lámparas las cuales están intermitentes ¿será que se ira a ir la luz? no quiero quedarme a oscuras, tengo miedo de ser raptada otra vez, pero la dulce voz de Mari me hace quitar el miedo, ella entra a la habitación, me volteo a verla y está radiante pese a que apenas han pasado solo dos días, ella también estuvo hospitalizada al igual que las otras chicas, mi padre me dijo que me calmara y recuperará por eso esperé, ella entra dejándome ver su rostro pálido pero está vez con una sonrisa gratificante, luce un vestido pegado a sus curvas de color café que la hace ver un poco más morena de lo que es ella, y unos tacones negros que entonan con su color de uñas rojas.

—A ti te quería ver, ¿Cómo estás guapa?—me dice y se sienta en el sofá de los visitantes, me intento levantar pero ella me detiene—ni lo piensas quédate ahí acostada, no quiero que se te habrá algún puntito y luego venga el papacito de tu padre y me destape la cabeza de un balazo—l